Cádiz

Kichi se proclama rey del símbolo bajo la roja y gualda

El alcalde de Cádiz protagoniza el vacío acto de homenaje a la bandera y a la Constitución por el simple hecho de acudir tras años de ausencia

González Santos y Ana Fernández depositan la corona de flores en el monumento a la Constitución. nacho frade
José Landi

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Don José María González Santos, más conocido como 'Kichi' por afectos y desafectos, se ha proclamado rey del simbolismo gaditano esta mañana de martes, 6 de diciembre, día de la Constitución, la de 1978 por ser exactos. Lo ha hecho bajo la bandera roja y gualda que desune a todos los españoles por igual. La que les une en su mayor rasgo común: la iracunda discrepancia.

La ironía de los momentos y las circunstancias ha querido que la subida a ese altar se produjera bajo los colores que se suponen más lejanos a sus gustos y más cercanos a los de sus oponentes políticos, empeñados en apropiárselos. Lo ha hecho justo en el día en el que más personas se sienten cercanas a ese lienzo por un rato. Justo cuando tantos se aprestan a pedir comida a domicilio y alquilar dos horas de patriotismo para disfrutar como se debe de un partido de fútbol.

Los pocos gaditanos interesados en política de partidos que aún guardaban una duda minúscula sobre la hegemonía icónica del primero de sus concejales se libran de ella: nadie ha manejado mejor las enseñas o su retirada, los gestos, la apariencia por cuidado o descuido, el nomenclátor como juego de mesa, las palabras altisonantes y su entonación, la prosa y el verso, presencias y ausencias. Como dirían los chavales, el puñetero amo.

Hay que reconocer el mérito allá dónde se encuentre. Es un mago de la aparición y la desaparición. El Mbappé de todo eso. El Bowie de la especialidad. Gardel. Quién si no es capaz de ser protagonista absoluto de un acto sólo con aparecer. Sin abrir la boca ¿Quién más a este lado del río Guadalete ha sido capaz de marcar las ediciones anteriores con su ausencia?

Primero dejó de ir. Por lo que fuera siempre acudía la concejala Ana Fernández que también fue esta vez. González Santos faltó en la gran mayoría de las ocho ediciones en las que ha sido alcalde (2015-2022) a este tributo al monumento a la Constitución y su artículo primero (junto a las Puertas de Tierra) y al izado cuesta abajo, en la Plaza de Sevilla.

Cuando no iba, era de lo que todos hablaban. Claro. No lo siente. No le gusta. Todo eso. Ahora, en su último diciembre como alcalde cuando ya ve cerca el túnel de vestuarios por iniciativa propia, aparece por sorpresa, coge la corona de flores, se acerca a la bandera de España, aplaude, está. Nadie creerá de repente que lo siente y le gusta. Pero qué más da.

Ahora, con ir, simplemente con estar, logra el mismo efecto. Vuelve a conseguir que todos hablen de él. El único evento del evento es que ha ido. Hay que tener talento. A qué negarlo. La ausencia convertida en una de las bellas artes. La presencia, también. El que pueda, que empate.

Este año no hubo declaraciones de ningún representante político, ni música, mínima presencia de cuerpos policiales y militares (la Armada sí acudió). Siempre hay más turistas asombrados por el exotismo que público interesado (no superaba la decena de personas y la mitad, pasaba por allí). No hay nada que hacer, ni decir. Ver subir la bandera. Sólo ir o no ir. Estas dos últimas disciplinas, nadie las domina como el alcalde.

Hubo intentos de competirle, unos segundos, el podio del simbolismo pero los aspirantes parecían aficionados bienintencionados: el señor del megáfono de todos los años esta vez sufrió problemas técnicos (sonaba otra música y cuando encontró el himno, se negaba a salir por el altavoz). Una mujer que gritó «viva España y viva la Constitución». Y el edil Juan José Ortiz que, como hace desde 2017, denunció que «se nos vuelva a hurtar el himno» y repitió los dos vivas anteriores añadiendo uno más al Rey.

El Partido Popular hizo presencia con toda su artillería institucional: Teófila Martínez (presidenta de la Autoridad Portuaria y, sobre todo en este día, exalcaldesa), Bruno García León (presidente del PP provincial y diputado autonómico), Mercedes Colombo (delegada de la Junta), más todo el grupo municipal. También el equipo de concejales socialistas al completo. Y más salientes, como el alcalde: las ediles de Ciudadanos.

La herencia y el heredero

En estos tiempos de discrepancia extrema hasta para pedir el café al gusto, es asombrosa la unanimidad. Y Kichi la ha logrado en este campo temático. Nadie le niega el manejo del efecto. Sus partidarios, interesados muchos, lo hacen con admiración. Sus enemigos, violentos bajo apariencia apacible, como crítica desgarrada. Pero todos están de acuerdo. Es el número uno.

Se ha impuesto en cada duelo. Ha ganado. En su campo, al menos. Aprovechando con picardía vergonzantes errores de varios medios (bulos de cambio de domicilio o ficticios desplantes a un imaginario cónsul). Forzando un histriónico acento a las puertas de La Caleta. Con vídeos dramatizados y bucólicos que ni Stanley Donen. Porfiando cada nombre de cada piedra. Montándose a cada polémica por lejana que fuera.

Atreviéndose hasta con el estadio para juntar memoria y presente. Ajustando cuentas sentimentales, que muchos comparten, por vía parenteral. Con placas y bustos sacados del escenario, fuera de mi vista. Retransmisiones de compra de corbatas y cambios de vestuario, como los buenos 'influencers'. A esto voy. A esto no voy. Ahora me ves. Ahora no. Colores. Himnos. Nombres.

Si la política institucional tiene mucho de teatro y comedia, hay que reconocer que merece todos los premios. Los Max, que se entregan en Cádiz en su próxima edición debieran reconocer su trayectoria. Fuera del escenario, dentro del escenario, siempre atrajo la atención.

Su sucesor, David de la Cruz, extrañamente ausente en el acto de este 6 de diciembre, tendrá difícil recoger la herencia. Puede ser de votos si esto de los símbolos tiene tanto público. O escombros si resulta que nadie atiende más allá de la anécdota. Los hijos de grandes estrellas, salvo alguna excepción, tuvieron muy difícil igualar el impacto de sus progenitores. En el apartado simbólico, este martes, este 6D, lo ha dejado claro, mejor que el nuevo candidato ni lo intente. Ni los demás. Nadie va a igualarle.

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