Cádiz

Ejecutado el desahucio de Sagasta con puntualidad y sin incidentes

DESAHUCIOS EN LA CAPITAL

El lanzamiento de Pilar Loubet y su nieto, alquilados en Sagasta 55-57, se produjo a las 10 de la mañana del martes 13 tal y como estaba previsto

Más allá de algunas palabras en caliente, la ausencia de plataformas antidesahucios y la resignación de los hasta ayer residentes, facilitó el trabajo de los ejecutores y ahorró la presencia e intervención policial

Manuel López Sampalo

Cádiz

«¡Me da igual to'. Lo tengo to' perdío!». No tendrá Pilar Loubet para olvidar la dichosa y lluviosa mañana del martes 13 de diciembre en la que ella, una viuda gaditana de 68 años, y su nieto, de 25 años, fueron expulsados por orden judicial de la vivienda de la calle Sagasta 55-57.

Poco antes de las diez, hora fijada para el lanzamiento, se personó tanto la comisión judicial como la procuradora ‒en representación de la propiedad‒ en la casapuerta de la residencia de Sagasta, con entrada por Mateo de Alba ‒una de esas callejas donde echan raíces las chirigotas ilegales‒.

Minutos después hizo su aparición el hijo de la arrendadora acompañado por un cerrajero que, como manda el protocolo, cambió la cerradura de la vivienda. Los ejecutores no encontraron resistencia alguna en Pilar ni en su nieto, resignados al fatal desenlace, quienes ya tenían todas sus pertenencias empaquetadas y listas para llevárselas, más allá de algunas palabras feas hacia la familia propietaria, dichas al calor de una situación tan tensa y traumática.

No hizo falta la intervención policial, ni si quiera su aparición, ya que ninguna plataforma antidesahucios hizo acto de presencia. Si estuvo esta pensionista acompañada de su hija y de una vecina que trataba de calmarla y consolarla en los momentos en que puntualmente se derrumbaba o se exaltaba.

La tardanza del cerrajero en trocar el bombín de la cerradura dilató el proceso durante una hora larga, un tiempo en el que mientras la comisión aguardaba en el patio-vecino para dar fe del cumplimiento, la señora Loubet aprovechó para entrar en la colindante Iglesia de San Lorenzo, quizás a aliviar sus Penas frente al Señor de las mismas o a pedir Caridad, algo que con ella no ha habido, a la Virgen homónima.

Su nieto, en cambio, prefirió ponerse la ropa de deporte y acudir a un cercano gimnasio a desahogarse haciendo ejercicio.

La respuesta del Ayuntamiento

Es inevitable, en el ocaso de esta alcaldía, comparar este lanzamiento con el primero de la era Kichi ‒junio de 2015‒, a escasos 200 metros ‒en la calle Benjumeda‒, en el que una cadena humana, de la que formaban parte algunos concejales a la sazón, opuso seria resistencia al desahucio en al que el regidor acudió personalmente para intentar frenarlo.

Así, Pilar criticó la inacción de organismos municipales: «Procasa y Asuntos Sociales no hacen nada. Tienen toda nuestra documentación en regla desde marzo. Conocen nuestra situación y no mueven un dedo por arreglarlo. No nos dan ninguna solución. No hacen más que decirnos una y otra vez que busquemos piso. Como si nosotros no quisiéramos. Lo buscamos sin parar pero no podemos hacer frente a esas fianzas».

Desde el consistorio por su parte alegan que «Se ha atendido a esta señora desde Procasa y Asuntos Sociales. Mas no se ha podido otorgar una vivienda pública porque no le corresponde con respecto al registro de demandantes al no estar entre los primeros puestos».

«Procasa le ha asesorado y se le dijo que si desde la empresa municipal se encontraba un alojamiento para ella se le comunicaría, pero hasta ahora no ha sido posible. También fue informada de que se le ofrecerán unos días de alojamiento en una pensión», abundan desde el Ayuntamiento gaditano.

Palabras que se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Como las de Pilar en la dichosa y tormentosa mañana del martes y 13.

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