Sucesos

Casas okupadas y 'narcopisos', puntos negros de la delincuencia en Cádiz

La Policía advierte de la conflictividad que se ha generado en estas fincas donde se reúnen toxicómanos y las peleas y el trapicheo son habituales

Tras la desocupación de la Corrala, estos problemas de convivencia se han trasladado a otros puntos como Santa María

M. Almagro

La delincuencia llama a menudo a la delincuencia. El infringir la ley, sea por el motivo que sea, va derivando en un problema tras otro y si son varios los que buscan esos problemas y se reúnen en un mismo lugar, esos mismos conflictos se multiplican. Y así está ocurriendo con la delincuencia, llamada 'común', en la capital gaditana. Una ciudad que aún siendo capital de provincia y con una alta densidad de población en poco espacio, no registra demasiados incidentes de seguridad. Sin embargo, sí se tienen siempre referidos a los mismos. En los que los protagonistas son personas multirreincidentes, enganchados a la marginalidad por problemas de drogas y alcohol y que reinciden en los mismos delitos: hurtos, robos, agresiones, trapicheos...

Así se ha vuelto a comprobar recientemente en varias intervenciones policiales en las que se han detenido a individuos que además de provocar peleas entre ellos han generado la alarma social en las zonas donde se han ido asentando.

Este ha sido el caso del barrio de Santa María, por ejemplo, donde los agentes han tenido que intervenir en varias ocasiones alertados por los vecinos que asustados les han llamado por los gritos que escuchaban, el trapicheo de drogas constante y la okupación ilegal de varias fincas que les han despertado de madrugada.

Así lo alertan desde la Policía Nacional. Agentes de la Brigada Judicial de Delincuencia Urbana y también de Pequeño Tráfico de estupefacientes están haciendo un especial seguimiento sobre estas fincas donde se suelen reunir politoxicómanos y personas con numerosos antecedentes que van cambiando de ubicación pero que ya han sido detenidos en más de una ocasión.

«Desde que se desocupó la Corrala este problema se ha extendido por varias zonas de la ciudad y son ya varios los puntos donde existe esta conflictividad», afirma uno de estos agentes. «Es gente muy problemática, que al final siempre cae una y otra vez en lo mismo», redunda.

Uno de estos 'puntos negros' se ubica en la calle Yedra. En una finca okupada donde hace unos días, y según ha sabido este periódico, los vecinos alertaron de que un hombre había sido apuñalado. Lo vieron salir ensangrentado. Sin embargo cuando los agentes acudieron no había rastro alguno de él. No porque no hubiera ocurrido sino porque en la mayoría de las ocasiones las víctimas prefieren quitarse de en medio y no denunciar para evitar venganzas o para esconder otros problemas en los que el propio agredido anda metido.

Precisamente fue en esta misma finca donde recientemente la Policía desmantelaba un punto muy activo de venta de droga. Los agentes detenían a una pareja de 36 y 29 años por vender sustancias estupefacientes a numerosos compradores que se desplazaban hasta el barrio de Santa María para adquirir su dosis diaria. Les intervinieron 33 papelinas de 'rebujito', la mezcla de heroína con cocaína. El principal investigado acumula nueve detenciones anteriores y tenía pendientes dos órdenes de detención por sendos juzgados por causas penales abiertas contra él.

También hace unas semanas se actuaba en otro piso, éste situado en la calle San Juan, donde tres individuos mantenían retenida a una mujer a la que agredieron y robaron también por otro asunto de trapicheo. Entre los dos implicados que han ido a prisión suman más de cincuenta antecedentes.

La violencia que a veces emplean estas personas es otro riesgo añadido. La muestra es de nuevo la agresión que sufrieron varios policías en febrero pasado cuando acudieron a otra finca de la calle Soledad para evitar que fuera okupada. Uno de ellos, un reclamado por asesinato en tentativa les intentó apuñalar.

Sin embargo, y aunque el problema es cada vez más evidente, la Policía se encuentra muchas veces atada de manos. Uno de los mayores obstáculos con los que se encuentran a la hora de poner fin a estas okupaciones y por tanto a los problemas que derivan es que en multitud de ocasiones y por la sucesión de los cambios en estas propiedades no pueden saber ni siquiera quién es realmente el titular de esos inmuebles.

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