Alfonso Guerra critica con dureza la ley del 'solo sí es sí' y pide una rectificación inmediata

A su llegada al acto, el que fuera vicepresidente del Gobierno de Felipe de González ha atendido a la prensa y ha dejado varios titulares al ser cuestionado sobre la ley del 'solo sí es sí'. «Cuando una ley tiene las consecuencias que está teniendo, la primera conclusión inmediata es que ha habido una incompetencia legislativa. La técnica legislativa ha sido realmente penosa».

«Cuando se entrega la redacción de una ley de esa envergadura a personas que no tienen competencias para hacerlo, lo normal es que suceda lo que está sucediendo. ¿Es preciso rectificarla? Inmediatamente. Y alguien tendrá que pagar por esta muestra de incompetencia total», expresó Guerra.

Además, advirtió de lo que podría suponer la actual norma: «Si tuviéramos la terrible desgracia de que uno de los librados volviera a delinquir en el mismo terreno, sería realmente espantoso». Y espera que haya ceses por este motivo: «Que todavía el equipo redactor que ha hecho la ley no haya presentado un gesto de dimisión colectiva me parece un poco extraño».

Ya dentro del Oratorio de San Felipe ha habido tertulias y multitud de saludos entre los presentes, con rostros muy conocidos como el expresidente de la Junta José Rodríguez de la Borbolla, el expresidente extremeño Juan Carlos Rodríguez Ybarra o Miquel Roca Junyent, uno de los premiados en la primera edición.

También ha acudido Bruno García, flamante candidato del PP a la alcaldía de Cádiz que ha sido felicitado por su designación. El subdelegado del Gobierno José Pacheco, la delegada del Gobierno de la Junta en Cádiz Mercedes Colombo, la vicepresidente primera del Parlamento Andaluza Ana Mestre, el concejal Demetrio Quirós, la alcaldesa de San Fernando Patricia Cavada o la presidenta de la Autoridad Portuaria Teófila Martínez tampoco han querido perderse la ceremonia.

El decano del colegio de abogados de Cádiz, Pascual Valiente, ha calificado de «muy merecido» el reconocimiento para Alfonso Guerra de un premio que lleva el nombre de un gaditano de postín, otro de los padres de la Constitución, que además nació muy cerca del Oratorio de San Felipe, lugar en el que se ha celebrado el acto, elegido evidentemente al ser el escenario de la promulgación de la Constitución de 1812.

«La Transición es un modelo de convivencia que contribuyó a la concordia de todos los españoles, por encima de las ideas de cada uno», ha expresado el decano. El jurista gaditano destaca la unión que se llevó a cabo en aras de un proyecto común «que debemos mantener para las siguientes generaciones».

Pascual Valiente recordó que Cádiz es la cuna del constitucionalismo español y puso en valor el trabajo llevado a cabo por figuras como Guerra o Roca: «Dedicaron sus mejores esfuerzos para lograr consensos y elaborar la Constitución».

Posteriormente ha tomado la palabra José Pedro Pérez-Llorca Zamora, hijo del hombre que da nombre a este premi. El también abogado ha tirado de memoria para hacer un retrato de Alfonso Guerra marcado por las vivencias y anécdotas que compartió con el dirigente socialista desde que él era pequeño.

Del premiado ha destacado cuatro virtudes: coherencia, ferocidad con el poderoso, piedad con el vencido, intelectualidad real y desdén por lo material. Cuando mira al pasado, siente pena y melancolía por «lo bien que lo hicieron con el país». «Qué mal que lo estamos haciendo nosotros», expresó.

Miquel Roca Junyent, galardonado en la primer edición junto al ausente en el día de hoy Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, también padres de la norma suprema, valoró el carácter de Alfonso Guerra para alcanzar consensos y la libertad demandada en la Transición. «Tuvo el coraje para desencallar situaciones pactando».

Aunque la Constitución pueda ser objeto de alguna reforma, «ninguna es excusa para no cumplirla», ha afirmado. Y se ha despedido con un elegante deseo hacia el sevillano: «Que tu valor nos acompañe en el largo trecho que nos queda por andar».

Posteriormente ha tomado la palabra Victoria Ortega Benito, presidenta del Consejo General de la Abogacía Española. Ha querido ensalzar la trayectoria de lucidez de «un hombre preocupado por su país y su futuro. Forjado en el diálogo y en el entendimiento, que es lo que gana las batallas a la intransigencia».

«No hay honor sin responsabilidad», ha parafraseado a Pérez-Llorca, del que ha dicho que llevaba a gala ser andaluz al igual que Guerra, para hacer un alegato en favor de las personas que lucharon «para darle a España una constitucionalidad estable y duradera, algo que consiguieron».

Y tras la entrega del premio, ha llegado la intervención de Alfonso Guerra, que se ha dicho poco amigo de recibir distinciones, pero que no se lo pensó dos veces al tratarse de un galardón que honra la memoria de su amigo José Pedro.

Tanto es así que, pese a ser dos duros contrincantes políticos, cuenta con orgullo que hace unos años, ante la imposibilidad de Pérez-Llorca de acudir a la entrega de un premio que le otorgaba el gobierno de Aragón, le pidió a Guerra recogerlo en su nombre.

Para el socialista, estar en el Oratorio es importante porque es un «lugar sagrado donde se rubricó la Constitución de 1812». También estar en Cádiz, «cuna de la historia y de las culturas del mundo», lugar en el que ha veraneado desde hace décadas.

Y tiró de humor con aquello de que «el mundo se divide en dos: Cádiz y Sevilla, y el resto mundo», justo antes de destacar la extensa historia de un lugar que conoce bien: «Una ciudad del 1.200 a.C., más antigua que Roma y Atenas».

Seguidamente, analizó lo que fue la Transición: «Una generación optó por algo inédito, frente a la confrontación, el pacto. Sin pensar en venganzas, sino en la tolerancia y la concordia. No fue fácil». «A la muerte de Franco, ¿caerán los españoles en confrontación a una tumba de muerte y dolor o encontrarán una vía de consenso? La gente clamaba por el entendimiento y cada uno renunció a algo».

Le honra haber participado en el proceso de creación de «una España abierta, libre, laica y progresista que fue apoyada por la mayoría». Y criticó que hoy algunos se manifiesten «con indiferencia y con desprecio», pero hizo hincapié en que la Constitución ha resistido los embates del terrorismo o el desafío del nacionalismo independentista.

A las acciones «escasamente constitucionales» confía en que se contropongan «las virtudes» que residen en la norma: «Y no como conocedor del Derecho, sino desde la convicción de un ciudadano que ve que podría volver el cainismo a la política española». También tiró una puya a los independentistas: «Pretenden gobernar España pero sin pronunciar su nombre».

Volvió a hacer una alusión a la ley del 'solo sí es sí', afirmando que la lucha de clases puede derivar en una lucha de sexos. Y tiró de una cita de Cicerón para decir que los pueblos que invalidan sus sentencias son aquellos que ya no tienen solución. «Es un buen aviso para evitar los excesos».

«Volvería a vivir la misma vida si tuviese oportunidad», expresó en el cierre, con un recuerdo a los que hicieron posible la Transición con el objetivo de mejorar la vida de los demás. Culminó mencionando a Don Quijote, figura de la que Guerra es todo un experto, para recordar que el objetivo principal del hombre social es la dignidad humana.