La revolución musical del violín de Strad llega a Alcalá de Guadaíra

El músico ofrece un espectáculo en el que lleva este instrumento a una nueva dimensión

Strad actúa en el Teatro Auditorio Riberas del Gaudaíra A.M.

Alberto Mallado

Un concierto de violín bajo la visión de Jorge Guillén, Strad , es algo muy distinto a lo que solemos imaginar. Este joven demuestra que con este instrumento se pueden hacer muchas más cosas que tocar piezas clásicas y que es posible alrededor de él, construir todo un show, que encandile a personas de todas las edades y todos los gustos musicales.

Este sábado llega al Teatro Auditorio Riberas del Guadaíra con «El violinista rebelde», un espectáculo lleno de fuerza que está girando, y cosechando éxitos por toda España. Tras una formación clásica y diversas experiencias, Strad decidió dar forma a su propio espectáculo en el que siempre con el violín como protagonista fusiona estilos diversos, rock, flamenco, jazz, música electrónica, clásica. Y así interpreta temas de grupos que son historia de la música reciente: de Queen, AC/DC, Led Zeppelin, Michael Jackson o Serrat. Pero además lo combina con monólogos de humor y con la narración de historias. Todo ello, mientras salta, baila y se deja la piel.

La historia del autor de esta revolución musical, tiene su origen en Carmona. De esta localidad es su familia. Una de esas sagas en las que la música es algo tan natural como respirar. Su abuelo era trompetista, su padre trabaja en el Teatro Real y su tío es catedrático de violín. Strad nació en Madrid y allí desde muy pequeño veía como su tío daba clases de violín en su casa. El miraba curioso y un día con cuatro años le pusieron un violín en sus manos. Hasta hoy, con la suerte cuenta, de que «el violín es el instrumento más parecido a la voz humana; todo lo que se puede hacer con la voz se puede hace con un violín».

Él cuenta que tuvo la oportunidad de seguir una carrera «normal» y exitosa en el ámbito de la música clásica. Siendo muy joven logró entrar en la Orquesta Real de Madrid. En su primera actuación debía aparecer en el escenario elevándose con una plataforma elevada que estaba en el foso con la orquesta. Él debía accionar el mecanismo, pero se equivocó y además de subir él, hizo ascender al director de la orquesta cuando no le tocaba.

De ahí pasó a tocar con Extremoduro . Algo bien distinto, pero de esa experiencia cuenta que vino impresionado por la pasión con la que la gente vivía la música. Siguieron las experiencias musicales, entre ellas la de acompañar a Ara Malikian en su espectáculo. Así hasta que Strad decidió volar sólo. O más bien con la compañía de otros cuatro músicos, además de un equipo técnico que da forma a un espectáculo de luces y sonido en su actuación.

Según cuenta es un espectáculo apto para todo tipo de público y que contempla la música como algo que «por encima de todo está hecho para disfrutar», algo que afirma, a veces se olvida y que considera que debe recordarse sobre todo a los niños que están estudiando música. Los niños le han deparado las mayores satisfacciones de su espectáculo y confiesa su emoción ante una escena que se repite: una madre le dice que su hijo ha empezado a estudiar violín al ver su espectáculo.

Sabe que la suya es una apuesta por llevar la música clásica y los instrumentos antiguos a públicos a los que la etiqueta de la seriedad ha alejado. Por eso en su espectáculo no faltan las risas ni la participación del público.

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