Provincia de Cádiz

El suicidio, la muerte silenciada que continúa siendo un tema tabú

Solo en el primer semestre del año 2023 se quitaron la vida 56 personas en la provincia de Cádiz, y en el global del año 2022 la cifra ascendió a los 115 suicidios

Miguel Ángel Díaz Sibaja es el director de la Unidad de Gestión Técnica de Salud Mental del Campo de Gibraltar, afirma que «como está el sistema es mucho más fácil tomarse una pastilla que ir a un grupo de gestión emocional»

Jesús Mejías

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Continúa siendo un tema tabú. Las tasas de suicidio aumentan en España año a año. Según los últimos datos, más de 3.700 personas se quitan la vida anualmente en España, con mayor predominancia de los hombres, que representan el 75% de los casos. Está considerada como la primera causa de muerte no natural entre las personas de 15 y 29 años, y según los expertos los pensamientos suicidas aparecen cada vez antes en los jóvenes, en algunos casos incluso siendo menores de 15 años.

En la provincia de Cádiz las cifras han aumentando desde el año 2018. Los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) reflejan que solo en el primer semestre del año 2023 se quitaron la vida 56 personas en la provincia, de los cuáles 45 eran hombre y 11 fueron mujeres. Cádiz es la tercera provincia andaluza con las cifras más altas, por detrás de Málaga (69 suicidios) y Sevilla (79 suicidios). A nivel nacional, la provincia está lejos de las cifras de territorios como Valencia (112), Barcelona (228) o Madrid (209).

En 2022, el último año completo del que se tienen cifras en el INE, el número de personas que se quitaron la vida ascendió a 115, de los cuáles 91 eran hombres y 24 mujeres. Si se analizan los datos de los últimos años se observa como a raíz de la pandemia los números han ido aumentando anualmente. En 2018 se suicidaron 82 personas en la provincia de Cádiz, en 2019 el dato bajó a 80 suicidios, pero en 2020, el año de la pandemia, las cifras se disparaban hasta los 97 suicidios. En 2021 se quitaron la vida hasta 114 personas en Cádiz y en 2022 otras 115. Mientras el dato de las mujeres ha descendido en los últimos tres años, en el caso de los hombres no ha dejado de crecer hasta los 91 varones en 2022.

La prevención, clave

La administración, consciente de la gravedad del problema, dispone de diferentes mecanismo para ayudar a las personas con pensamientos suicidas. Al igual que existe el número de teléfono 112 para las emergencias, el 016 para denunciar casos de malos tratos, el número 024 ayuda a las personas con pensamientos, ideaciones o riesgo de conducta suicida, y a sus familiares y allegados.

Miguel Ángel Díaz Sibaja es el director de la Unidad de Gestión Técnica de Salud Mental del Campo de Gibraltar. Tratan a los pacientes que «empiezan a tener sintomatología de todo tipo de patologías: trastornos ansiosos, trastornos depresivos, trastornos en menores... trabajamos en la prevención e intervención de todo eso». Además, «tenemos lo que llamamos prevención primaria, porque muchas veces no hay una patología establecida, pero se empieza a ver que una persona tiene ciertos síntomas, y como tenemos una coordinación muy buena con la atención primaria, cuando un médico de atención primaria ve que una persona está más triste o más desanimada tiene la opción de derivarla a grupos de gestión emocional«, que están destinados a «pacientes que ya tienen la patología y también para aquellos que aún no la tienen, pero empiezan a tener algunos síntomas».

«Lo normal en una persona con pensamientos suicidas es la tristeza», señala. Destaca que estos pensamientos «vienen de un estado emocional depresivo, un estado emocional de apatía o desánimo». Hay varías patologías que tienen componentes con ideas suicidas, «por un lado están las depresiones, pero también está el trastorno límite de personalidad, que son personas que tienen ideas suicidas cuando se sienten vacíos y no saben como gestionar lo que les está ocurriendo«. Por otro lado, «hay una parte importante de pacientes con problemas de adicciones, ya que todos los estimulantes generan un estado posterior que es la depresión. Por ejemplo, una persona que consume cocaína tiene un subidón en ese momento, pero cuando se le pasen los efectos, va a tener un episodio depresivo porque le va a producir el efecto contrario al que le da la droga en un primer momento».

«Cuando hay una depresión es porque algo está pasando»

Las personas con pensamientos suicidas tienen una serie de patrones comunes. «Cuando hay una respuesta emocional, no viene de la nada, cuando hay una depresión es por algo está pasando«, apunta Díaz Sibaja. «La sociedad es un poquito »hipócrita« y esto quiero que lo matices porque estamos viendo que muchos de los problemas que tienen las personas son sociales, pero estamos dándole una respuesta médica».

En palabras del responsable de Salud Mental en el Campo de Gibraltar, «si ha fallecido un ser querido o si llevo sin trabajar tres años y me van quitar la casa, eso va a generar una respuesta emocional en mí, pero intentamos dar una respuesta médica a algo que tiene una respuesta social, porque esa persona se va a suicidar porque no tiene trabajo, y lo que necesita es un trabajo. La persona que se ha quedado viuda y lleva mucho tiempo sola y nadie la visita, quizás tendríamos que intentar que tuviera más relaciones sociales. Estamos dando una respuesta médica a problemas con respuestas y soluciones sociales«.

Según la edad hay diferentes factores de riesgo. En la infancia «vemos que muchos niños que se quieren suicidar tienen problemas de bullying, tienen problemas de maltrato y tenemos que ir a la raíz». En el caso de los adolescentes «nos encontramos el consumo de ciertas sustancias, haber vivido momentos traumáticos, problemas paternales o problemas disfuncionales en el colegio», mientras que en las personas de la tercera edad, «el grupo con mayor riesgo», algunos de estos patrones comunes son «la soledad, personas que viven solas y no tienen el apoyo de sus hijos, de sus familiares... y la respuesta «hipócrita» si me viene una mujer mayor en esta circunstancia es darle un antidepresivo cuando lo que realmente necesita es compañía«.

Se ha producido un incremento de los adolescentes con pensamientos suicidas, «pero además bastante jovencitos». Para Díaz Sibaja «estamos haciendo una sociedad un poco raruna, somos más individualistas, más tecnológicos y menos humanos. Hay una factor que llamamos «Baja tolerancia a la frustración» y es que parece que estamos en una sociedad en la que tenemos que tenerlo todo, y rápido, y conseguir las cosas sin esfuerzo, eso es lo que nos vende la sociedad, pero nuestra realidad es que tenemos los problemas de siempre«.

«Cuando yo me frustro, eso hace que tenga una reacción emocional muy intensa, y estamos en una sociedad en la que malvendemos que todo es más fácil, y cuando los chavales se dan cuenta de que todo no es tan fácil, hay una frustración, y eso hace que se genere esa ideación de desamparo de no poder con lo que me está sucediendo», relata.

Es por ello que la educación en gestión emocional es muy importante. «Nosotros trabajamos aquí con un programa para llevar la gestión emocional a las aulas, vamos a empezar a mediados de abril y se va a llevar todas las aulas del Campo de Gibraltar, se va a hacer un programa específico de gestión emocional con el que se perseguir prevenir el suicidio dándole a los chavales herramientas de gestión emocional para que las puedan aplicar».

Uso de medicación

A raíz de la pandemia los problemas mentales se han hecho más visibles en la sociedad, que ha adoptado una postura más receptiva y empática hacia las personas que necesitan algún tipo de terapia psicológica o psiquiátrica. «Estamos percibiendo un incremento descontrolado y poco eficaz. De las 7.000 primeras consultas que podíamos tener al año antes de la pandemia, hemos subido a 10.000 primeras consultas solo en el Campo de Gibraltar, es un incremento muy desmesurado».

«Nos hace falta a toda la población entender qué es esto de las emociones, porque si tienes una pérdida lo normal es que estés triste por perder a tu madre, o si llevas mucho tiempo sin trabajar lo normal es que estés nervioso, o si tu hijo ha tenido un problema en el instituto lo normal es que tengas un sentimiento de enfado. Está habiendo una sobredemanda en la atención de salud mental cuando son emociones normalizadas«, explica el sanitario, quien agrega que »la respuesta no puede ser una respuesta médica ante todas esas emociones, tiene que ser una respuesta psicoeducativa, es decir, tenemos que educar a la población y tenemos que darles herramientas porque no hay ninguna pastilla y ninguna intervención psicológica que me quite la ansiedad porque a mi hijo le diagnostiquen leucemia, no hay una pastilla que nos quite esa angustia«.

La Junta de Andalucía cuenta con el programa 'Benzostop' para intentar reducir el consumo de benzodiazepinas porque «las vías internacionales y nacionales nos dicen que no pueden usarse más de siete o diez días porque llega un momento en el que se produce tolerancia, y deja de tener eficacia ese fármaco, y se ha abusado mucho de ellos en estos años».

«Como está el sistema es mucho más fácil tomarse una pastilla que ir a un grupo de gestión emocional porque una pastilla tardo cuatros segundos en tomársela y el tema de los grupos tarda mucho más«, señala.

Para Díaz Sibaja se habla mucho del suicidio, pero «es solo punta del iceberg». El motivo por el que la gente se suicida «no lo hablamos». «Imagina que tienes una chincheta debajo de tu culo, ¿el problema es el dolor o la chincheta? Es la chincheta, pero te digo que te voy a mandar un analgésico, pero el problema no es que me mandes un analgésico, pero quítame la chincheta. La manifestación de una persona que se quiere suicidar es el síntoma, es el dolor y siente que se quiere quitar la vida, pero de eso no habla nadie».

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