James Franco y Randall Park, en una escena de la película
James Franco y Randall Park, en una escena de la película - sony pictures

«The interview»: una broma que llegó demasiado lejos

La sátira de James Franco y Seth Rogen, estrenada este viernes, motivo un ciberataque a Sony y un conflicto diplomático

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La idea quizás ha pasado por la cabeza de algún líder mundial, aunque sea a modo de secreto inconfensable: ¿y si Kim Jong-un, el líder de Corea del Norte, desapareciera de la faz de la Tierra? Ese mismo pensamiento, aunque concebido como una monumental gamberrada, pasó por la mente de Seth Rogen y Evan Goldberg, creadores de « The Interview», cuya trascendencia engordó como una bola de nieve hasta hacer tambalear a uno de los grandes estudios de Hollywood, Sony Pictures, y motivar un conflicto diplomático entre Washington y Pyongyang.

[ Crítica de «The interview», de José Manuel Cuéllar]

¿Cómo se llegó a esto? Corría el mes de junio cuando el régimen alzó por primera vez la voz para expresar su malestar ante cierta comedia que fantaseaba con un complot para asesinar a su máximo dirigente.

El régimen, irónicamente, escogió la ONU para aumentar sus quejas y tachar el filme de «acto de guerra». ¿Era para tanto? Concebida y codirigida por Rogen y Goldberg, amigos de infancia involucrados en filmes como « Supersalidos» y « Juerga hasta el fin», la película imaginaba el siguiente escenario: un periodista y su productor consiguen una entrevista con el mismísimo Jong-un. La CIA, olfateando una oportunidad quizás irrepetible, les encarga la delicada misión de aprovechar la coyuntura para terminar con uno de sus enemigos acérrimos. Por el camino, desmadre y comedia más bien zafia.

[TOP: comedias políticamente incorrectas]

Lo que no tuvieron en cuenta Rogen y Goldberg es que estaban bromeando a costa de una dictadura donde la disidencia se paga con la vida: no están precisamente para bromas. Los directivos de Sony sí se mostraron más precavidos y consultaron a expertos; querían calibrar posibles represalias. Esos expertos les tranquilizaron. Nadie podía prever lo que iba a ocurrir. Lo que ocurrió es que el pasado 24 de noviembre un grupo de piratas informáticos, Guardianes de la Paz, lanzó un ciberataque sin precedentes contra el estudio. Accedieron a información confidencial e incluso a películas, como « Corazones de acero» y « Annie», que difundieron en la red. Y comenzaron su despiadado chantaje.

En las semanas siguientes orquestaron un goteo de filtraciones que puso en jaque a Sony. Quedaron al descubierto sueldos millonarios, contraseñas de los empleados y conversaciones muy delicadas. En el centro del huracán, la copresidenta, Amy Pascal, especialmente mal parada tras publicarse las duras palabra que había dedicado a superestrellas como Angelina Jolie y Leonardo DiCaprio en ciertos correos electrónicos. De la primera instaba que le «cerraran la boca» por entrometerse en sus planes; del segundo calificó de «despreciable» su actitud por retirarse del biopic de Steve Jobs. Este jueves se anunciaba que Pascal dejará su puesto en mayo para dedicarse a labores de producción. Finalmente paga el pato.

«Estreno interruptus»

Mientras Sony instaba a los medios de comunicación a que no siguieran el juego de los hackers, el panorama se aclaraba. Las sospechas de que el ciberataque respondía a una «vendetta» de Corea del Norte tomaban cuerpo cuando Guardianes de la Paz amenazaba con desatar un nuevo 11-S si los cines de Estados Unidos proyectaban «The Interview». El FBI, tras semanas de investigaciones, determinaba que Pyongyang había movido los hilos en la sombra. La decisión de las grandes cadenas de salas de no proyectar la película llevó a Sony a cancelar el estreno, previsto para Navidad. Una decisión criticada por el presidente Obama. «No podemos tener una sociedad en la que un dictador de algún lugar pueda imponer la censura», afirmó, rotundo, al tiempo que anunciaba medidas. El estudio acabó estrenando la comedia, pero en apenas 300 cines minoritarios y en plataformas de visionado en internet.

Según Sony, el lanzamiento digital le reportó 40 millones de dólares, a los que se sumarían 6 millones fruto de la taquilla convencional. Cifran en 15 millones las pérdidas por costes de «investigación y reparación». Desde este viernes «The interview» se proyecta en España en 220 salas. Desde la compañía aseguran que ningún cine expresó dudas o recelos. Enfriada la polémica, queda el poso de un peligroso precedente: el totalitarismo casi le gana la partida a la libertad de expresión.

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