Al final de su vida, los aparatos electrónicos acaban en vertederos como el de Guiyu (Guangdong, China)
Al final de su vida, los aparatos electrónicos acaban en vertederos como el de Guiyu (Guangdong, China) - PABLO M. DÍEZ

La basura electrónica inunda Asia

Debido a su pujanza económica, el aumento de aparatos electrónicos dispara sus residuos un 63% en cinco años

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El progreso tiene un precio: la contaminación. En este mundo cada vez más desarrollado, el medioambiente se ve amenazado, además de por los malos humos de fábricas y coches, por un consumismo sin límite que agota los recursos naturales o los sepulta bajo montañas de desechos. Entre los residuos que genera el ser humano, uno de los más perniciosos para el entorno es, precisamente, el derivado de nuestros hábitos tecnológicos. Se trata de la basura electrónica en que se convierten los ordenadores, móviles, «tablets» y televisores que se quedan viejos por el uso o, sencillamente, porque los tiramos para cambiarlos por un modelo nuevo.

Dentro de su vibrante crecimiento económico, Asia ha visto cómo su basura electrónica se ha disparado hasta un 63% en solo cinco años.

Así consta en un informe recién publicado por la ONU, «Primer observatorio regional de basura electrónica en Asia y Sudeste Asiático», que ha analizado doce países y regiones: China, Japón, Corea del Sur, Hong Kong, Singapur, Taiwán, Filipinas, Tailandia, Indonesia, Vietnam, Malasia y Camboya.

Debido a su elevada demanda de aparatos electrónicos, sus desechos sumaron entre 2010 y 2015 más de 12 millones de toneladas. Con un aumento del 107 por ciento, la mitad de dichos residuos procedía de China, donde también se acumula buena parte de los vertidos electrónicos que se generan en el planeta.

Al final de su vida, dichos aparatos acaban en vertederos electrónicos como el de Guiyu, en la provincia sureña de Cantón (Guangdong). Allí se «reciclan» millones de electrodomésticos, ya que el 95 por ciento de sus 150.000 habitantes vive de abrir ordenadores, móviles y «tablets» para sacarles sus partes más valiosas. En esta ciudad, que es un auténtico vertedero al aire libre, sus vecinos han montado en los patios de sus casas talleres donde desguazan los aparatos electrónicos sin protección alguna. Con sus manos, sin guantes ni mascarillas, arrancan los tubos y cables de las pantallas, extraen el tóner de tinta de las impresoras y bañan en ácido nítrico los chips de los ordenadores y «tablets» para extraer el oro. En el campo, junto a su contaminado río, queman los cables de PVC para sacar cobre y otros componentes con oro, plata y metales pesados. Debido a su alta toxicidad, dicha labor entraña un grave riesgo para la salud de los trabajadores y supone un desastre medioambiental. Así lo comprobó ABC en una visita a Guiyu años atrás.

Aunque la legislación china prohíbe la importación de basura electrónica y restringe la de aparatos electrónicos de segunda mano, a Guiyu llegan electrodomésticos de todo el mundo. Lo mismo ocurre en vertederos de Nigeria, Pakistán y la India pese a que la Convención de Basilea prohibió en 1992 a los países desarrollados exportar su basura electrónica a las naciones pobres.

Caída del consumo en Occidente

Entre 2007 y 2012, la venta de aparatos electrónicos aumentó de 51,3 a 56,5 millones de toneladas en todo el mundo. Más de la mitad se comercializaron en Asia, que pasó de comprar 20,6 millones de toneladas en 2005 a 26,6 millones en 2012. Tras el desplome del consumo en Occidente por la crisis de 2008, el gigantesco mercado oriental ya genera la mayor cantidad de basura electrónica: 16 millones de toneladas en 2014. Con una media de 10 kilos per cápita en 2015, a la cabeza se sitúa Hong Kong (21,7 kg.), seguido de Singapur (19,9 kg.) y Taiwán (19,1 kg.). A la cola aparecen Camboya (1,1 kg.) Vietnam (1,3 kg.) y Filipinas (1,35 kg.), recoge el informe de la ONU.

Mientras Japón, Corea del Sur y Taiwán tienen una legislación avanzada sobre reciclaje electrónico, las normas apenas se cumplen en China, Filipinas, Malasia y Vietnam y ni siquiera existen Tailandia, Indonesia y Camboya. Con más consumidores y aparatos nuevos cada día, que además se renuevan antes, la falta de concienciación ecológica y de leyes más restrictivas amenaza con inundar a Asia bajo montañas de basura electrónica.

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