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Manglar - ABC
CONVENCIÓN RAMSAR

Cinco tipos de humedales que nos ayudan a afrontar los fenómenos extremos

Hoy, 2 de febrero, se celebra el Día Mundial de los Humedales

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  1. Manglares

    Manglar
    Manglar - ABC

    Cuando el ciclón Odisha azotó el este de India en 1999 los arrozales protegidos por los manglares volvieron a producir alimentos mucho más rápido que las tierras de cultivo no protegidas. Y en la ciudad costera de Peraliya (Sri Lanka), donde la extracción de coral había degradado los arrecifes, los daños del tsunami de 2004 llegaron 1,5 kilómetros tierra adentro. Son solo dos ejemplos de los últimos desastres naturales que ha vivido la Tierra y que han matado a 1,35 millones de personas entre 1996 y 2015.

    Los desastres naturales, además, se han duplicado en los últimos 35 años.

    De hecho, el 90% de todos los peligros naturales están relacionados con el agua, advierten desde las Naciones Unidas.

    Hoy, 2 de febrero, se celebra el Día Mundial de los Humedales. A continuación te presentamos cinco tipos de estos ecosistemas, cuya gestión inadecuada, puede contribuir a empeorar el impacto dañino de los fenómenos meteorológicos o climáticos.

    Toleran la sal

    Los manglares son arbustos y árboles que toleran la sal.

    Crecen en aguas costeras someras en zonas tropicales o subtropicales.

    Las raíces refuerzan el litoral y evitan la erosión.

    Cada kilómetro adicional del manglar puede reducir la altura de una marea de tempestad en 50 centímetros.

    Reducen el efecto de los ciclones y tsunamis.

    Son bosques tropicales ricos en carbono.

    Cada hectárea brinda una protección frente a los desastres que puede ascender a 15.161 dólares.

  2. Arrecifes de coral

    Arrecife de coral
    Arrecife de coral - ABC

    Los arrecifes de coral son estructuras macizas en aguas tropicales someras. Se trata de colonias vivas de diminutros pólipos de coral que crecen sobre los exoesqueletos de las generaciones anteriores.

    Albergan el 25% de todas las especies marinas.

    Constituyen importantes barreras marinas frente a las olas y las marejadas. La protección que brindan asciende a 33.556 dólares por hectárea y año.

    La Convención Ramsar, tratado intergubernamental firmado por 169 Partes que sirve de marco para la acción nacional y la cooperación internacional en pro de la conservación y el uso racional de 2.252 humedales y sus recursos (214,990,672 ha), de momento, ha señalado que invertir, por ejemplo, un millón de dólares al año en la restauración de los arrecifes de Folkestone Marine Park, en la costa oeste de Barbados (océano Atlántico), podría reducir las pérdidas anuales debidas a las tormentas en 20 millones de dólares.

  3. Ríos y llanuras de inundación

    Río
    Río - EFE

    Los ríos forman meandros y crean fértiles llanuras de inundación ricas en sedimentos.

    Si no se perturban, con su red de lagos y marismas, pueden funcionar como un enorme depósito de agua.

    Cuando hay precipitaciones intensas o inundaciones repentinas, pueden ampliarse y almacenar agua en una zona extensa. Reducen los daños aguas abajo.

    Muchos ríos se canalizan, sobre todo cerca de las ciudades, eliminando este control natural de las inundaciones.

  4. Deltas interiores

    Foto aérea del delta del río Ebro
    Foto aérea del delta del río Ebro - ABC

    Cuando el agua desemboca en un lago continental extenso y plano sin llegar al mar se forma un delta interior.

    En las zonas extremadamente áridas, estos caudales estacionales son una importante protección natural frente a la sequía.

    El delta del Okabango en Botswana, sin ir más lejos, que alberga 200.000 especies de grandes mamíferos y 400 de aves, inunda cada año una zona del tamaño de la superfice de Bélgica, protegiendo de la sequía durante el seco invierno a muchos habitantes de este país africano, aseguran desde la Convención Ramsar.

  5. Turberas

    Turbera
    Turbera - FNYH

    Las turberas son zonas terrestres saturadas de agua formadas por la descomposición de material vegetal a lo largo del tiempo. Su profundidad alcanza los 30 metros. Y cubren el 3% de la superficie terrestre del planeta.

    Las turberas almacenan más del doble del dióxido de carbono que los bosques de la Tierra. Son esenciales, pues, para mitigar los efectos del cambio climático.

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