En la zona de subpoblación oriental, la más delicada en cuanto a número de individuos, se ha detectado una continuidad en la recuperación de oso pardo con un nivel reproductivo bueno
En la zona de subpoblación oriental, la más delicada en cuanto a número de individuos, se ha detectado una continuidad en la recuperación de oso pardo con un nivel reproductivo bueno

El censo de osos en la cordillera Cantábrica podría superar los 250 ejemplares contabilizados en 2015

La especie habría salido ya de la situación crítica, aunque sigue en peligro de extinción

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El número de osos pardos en la cordillera Cantábrica podría superar los 250 cuando finalice el recuento del censo relativo a 2016, según han avanzado el consejero de Fomento y Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León, Juan Carlos Suárez-Quiñones, y el representante de la Fundación Oso Pardo, Guillermo Palomero.

Suárez-Quiñones ha destacado que en la zona de subpoblación oriental, la más delicada en cuanto a número de individuos, se han contabilizado seis osas con diez crías, lo que manifiesta una «continuidad» en la recuperación de esta especie con un nivel reproductivo «bueno».

En la zona occidental, donde su número es mayor, el cotejo y recuento de individuos resulta más complejo, por lo que no será hasta principios del verano cuando se oficialicen los datos, pero tanto la Fundación como la Junta creen que podrían superarse los 250 contabilizados en el censo de 2015, el último completo del que se dispone.

Así, tanto Suárez-Quiñones como Palomero han resaltado estos datos en comparación con las cifras de finales de los años 80, cuando se estimaban «entre 60 y 80 ejemplares». Por ello, el oso pardo habría salido ya de la situación «crítica» de acuerdo con los criterios internacionales, aunque se mantiene en situación de «peligro de extinción».

A este respecto, Palomero ha reconocido la «dificultad» de fijar el número en que podría sacarse al oso pardo de esa catalogación, algo que «se verá en función de cuantos ejemplares pueda tolerar la cordillera» sin que se generen problemas de convivencia con los núcleos de población humana.

Los expertos desconocen cuántos osos puede tolerar la cordillera cantábrica

No obstante, ha insistido en que en la montaña «aún caben más» y ha advertido de que el corredor que conecta las subpoblaciones occidental y oriental «cada vez se recorre con más frecuencia», hasta el punto de que «es probable que acabe por ser hábitat de esta especie», a lo que podrían sumarse otros en las provincias de Zamora, Burgos y Orense, donde ya se han internado «osos exploradores», generalmente machos jóvenes.

Indemnizaciones por daños

En cuanto a los posibles conflictos que genere el crecimiento del oso con los humanos de la zona, Palomero ha recalcado que «siempre» ha habido osos cerca de los pueblos, a los que se acercaban con nocturnidad para «robar miel y frutos», si bien ahora «lo hacen con menos precauciones» al sentirse «menos amenazados» y «perder el miedo al hombre».

No obstante, ha restado importancia a estos daños y ha calificado de «fácilmente reconducibles», mientras que Suárez-Quiñones ha circunscrito estos perjuicios en su gran mayoría a las colmenas apícolas, mientras que los ataques a ganado se reducen «a un 5%», prácticamente sólo a ovejas.

En cualquier caso, el consejero de Fomento y Medio Ambiente ha avanzado que los ganaderos y agricultores que se vean afectados podrán beneficiarse del mismo sistema de seguro que el establecido para indemnizar por ataques de lobo, de modo que recibirán las ayudas «en menos tiempo» y «en mayor cuantía».

El oso se ve como un recurso económico

Tanto Suárez-Quiñones como Palomero han coincidido en resaltar «el cambio de actitud» de los vecinos de estas zonas y de la sociedad en general respecto al oso pardo, que actualmente se ve como «algo positivo» y hasta como «un recurso económico»; lo que, a su juicio, ha constituido «la medida más eficaz» para conseguir su recuperación.

En este sentido, el director de Medio Natural de la Junta, José Ángel Arranz, ha destacado el abandono de prácticas que, aunque iban dirigidas a frenar otras especies como jabalíes, resultaban perjudiciales para el oso.

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