Las autopistas de los «skaters»

El «skate», deporte, afición, transporte o modo de vida, nació en los años 80 en Estados Unidos. Como todas las modas americanas tardó un tiempo en llegar al otro lado del charco. Una vez se probó lo sencillo y divertido que resultaba desplazarse en monopatín, se convirtió en algo habitual. La capital siempre tuvo su foco de patinadores: no era Los Ángeles, pero había muchos chavales que lo practicaban.

Colón se convirtió en el centro neurálgico y tiendas como Daktak, en la calle de Hilarión Eslava, eran el punto de reunión de los amantes de este deporte. De unos años a esta parte, también han arraigado en Madrid los «skatepark»: parques de hormigón diseñados para practicar con el monopatín, al que además se han sumado los practicantes de deportes extremos realizados con bicicleta, con patines o con «longboard», otra modalidad con una tabla más larga que triunfa en la capital.

En 2011 nacía el «skatepark» de Legazpi, dentro de Madrid Río. Fue unos de los primeros en abrir en la capital con una pista de «skate» de 1.500 metros cuadrados y una de patinaje de 595 metros cuadrados. Poco después, distritos como Tetuán u Hortaleza se unían a la moda. Este último alberga en el parque Isabel Clara Eugenia una pista remodelada por los aficionados del barrio. Su forma de anfiteatro y sus columnas hacen de este parque un lugar idílico en el deslizarse, escenario además de múltiples anuncios y situado en pleno corazón de Hortaleza.

El parque de Rodríguez Sahagún alberga el otro gran «skatepark» madrileño, en el barrio de Tetuán. Los jóvenes patinadores se refugian del calor recorriendo con el monopatín sus escaleras y pasamanos. Desde los bordillos pueden verse las cuatro torres de Chamartín. Hacer «frontside flip», «ollies» o «kickflip» (trucos con el monopatín) está al alcance de todos gracias a los cursos de aprendizaje que proponen desde lugares como EnTabla, la primera escuela en Madrid dedicada a este deporte.

También lugares como Galapagar, Fuenlabrada o Getafe cuentan con sitios para practicar el arte del patinaje, en ocasiones son casi «skateparks», en otras son pequeños espacios de hormigón que los chavales hacen suyos para hacer sus cabriolas imposibles.

Cervezas en patines

Madrid cuenta incluso con su propio bar para «skaters». Cerca de la plaza de Olavide se encuentra un local llamado Old School Sk8rock, el primer bar de estas características en la capital con una pequeña rampa cóncava incorporada.

El enclave, abierto desde 2006, acoge toda clase de eventos relacionados con la cultura del monopatín, y ofrece una amplia selección de cervezas artesanales con unos precios inmejorables, de entre 3 a 5 euros. Además dan clases a grupos o individuales, a razón de 10 euros la hora.