El alcalde de La Coruña, Xulio Ferreiro, el día de su toma de posesión en María Pita
El alcalde de La Coruña, Xulio Ferreiro, el día de su toma de posesión en María Pita - efe
Cien días de la Marea Atlántica

La Coruña, un gobierno a la deriva

Las tensiones entre el grupo que lidera Xulio Ferreiro y el PSOE abocan a este ayuntamiento al bloqueo institucional

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Como si de un prematuro romance estival se tratase, los últimos coletazos de la primavera depararon a la ciudad de La Coruña un cambio que muy pocos podían esperar al finalizar el invierno. La pérdida de la mayoría absoluta por parte del popular Carlos Negreira el pasado 24-M fue entendida inmediatamente por las fuerzas de izquierda como una «voluntad de cambio» colectiva. Poco importó que en el recuento final de votos revelase que por un margen ajustado la del PP fuese la lista con más apoyos. La candidata socialista y entonces portavoz municipal ya se había declarado formalmente a la Marea sin necesidad de que su líder, Xulio Ferreiro, moviese ni un músculo públicamente: habría cambio de color en María Pita.

Pero como ningún amor de verano está exento de tormentas, la relación entre los socialistas y los rupturistas se abocó desde su inicio al tira y afloja constante. El PSOE iba a votar a favor en la toma de posesión pero no quería entrar en el equipo regidor, lo que dejaba al grupo a caballo entre gobierno y oposición. Los primeros desencuentros entre formaciones tuvieron que ver con lo relativo a la organización del Consistorio, cuando la Marea presentó una propuesta sin negociarla con ningún grupo que la oposición acabaría tumbando en bloque hasta conseguir un modelo consensuado. Desde las bancadas rivales al equipo de gobierno empezaron a aparecer en ese momento las primeras acusaciones que hablaban de «arrogancia» y «falta de diálogo»

La chispa adecuada

Del mismo modo que se adelantó el verano, con las primeras ciclogénesis se apresuró lo que augura un final a la relación de entendimiento entre PSOE y Marea. Y aconteció con una cuestión aparentemente menor. Tras haber pactado la aprobación del modificativo de crédito, esta semana una enmienda de última hora del BNG, que reclamaba 30.000 euros más en la partida de igualdad. Con la aprobación de esta propuesta, los socialistas entendieron que la Marea había «roto el pacto» y echaron por tierra la segunda intentona del gobierno municipal para sacar adelante dicho modificativo.

De este modo comenzaron los recelos mutuos y las declaraciones cruzadas entre los dos grupos. «Si juzgamos las relaciones que hemos tenido hasta ahora, podemos decir que el alcalde no es de fiar», señaló el portavoz del PSOE, José Manuel Dapena, a ABC, para subrayar que «los votos a la Marea hicieron a Xulio Ferreiro concejal, pero fueron los votos socialistas los que le hicieron alcalde. No se puede querer aplicar un rodillo cuando no tienes mayoría absoluta». Por su parte, el regidor entendió en un su momento que la actitud de sus socios se fundamentaba en un intento de demostrar «quién tiene la sartén por el mango en las negociaciones».

Con las posturas enquistadas, los representantes de ambos grupos dicen a este periódico mantener las esperanzas de que sus relaciones se puedan reconducir, pero los dos fían esta reconciliación a la buena voluntad y «responsabilidad» del otro, mientras la amenaza de un bloqueo institucional y la incapacidad de llegar a acuerdos para sacar adelante la gestión municipal sobrevuela María Pita.

¿Moción de censura?

Las duras críticas proferidas por Ferreiro durante los primeros meses de mandato contra su antecesor en el puesto obtuvieron una contestación de igual intensidad desde las filas populares. La situación financiera del Ayuntamiento o las obras de la Marina han sido los desencuentros de mayor calado, pero no los únicos con un alcalde que «se dedica a hablar mucho y trabajar poco», según palabras del actual líder de la oposición.

Negreira y Dapena comparten buena parte de su diagnóstico sobre el balance de la Marea al frente de la administración coruñesa. Además de reprochar lo que entienden como ausencia e inexperiencia en la gestión diaria, ambos partidos coinciden en reprochar que el actual equipo no haya sido capaz de cumplir ningún gran punto del programa con el que consiguió el poder. «En este tiempo la concejalía que más ha actuado ha sido la de Rectificaciones», ironiza Negreira. Más duro se muestra Dapena, y le afea al alcalde que «parece más preocupado de qué lista se forma para las generales que de administrar un Ayuntamiento, que es su verdadero trabajo». Esta lectura común lleva a plantear la hipótesis de un posible entendimiento entre formaciones para devolver el bastón de mando coruñés a la lista más votada. Sobre esto, el exalcalde apunta que «no existen exclusiones a priori» por parte de su partido, para terminar recordando que «los únicos que las hicieron fueron los socialistas cuando Pedro Sánchez dijo la triste frase de que que no se pactaría con PP ni con Bildu». Dapena, por su parte, se desmarca y vuelve al punto en el que su partido se situó tras las elecciones, para seguir garantizando «un gobierno de cambio». Paralelamente, para el alcalde es una posibilidad que no se contempla, y razona que la decisión de que el PSOE pudiese apoyar un regreso del PP «significaría la desaparición del partido en la ciudad».

Fenómeno con réplicas

Por activa o por pasiva, los socialistas han sido los artífices de la llegada de las Mareas al poder en las tres ciudades de la provincia, implicándose en grado desigual en su toma de posesión y labor ejecutiva. Lejos de que La Coruña haya sido la excepción, la tensión entre izquierda e izquierda radical se ha convertido en norma en estos casi cuatro meses.

En Ferrol, la única ciudad en la que los partidos comparten equipo de gobierno, se evidenció durante la conformación del mismo, donde a pesar del apoyo en la ceremonia las negociaciones se rompieron en varias ocasiones durante el reparto de sillones. Con todo, ni con la suma de sus concejales consiguen una mayoría con la que poder aprobar sus proyectos.

Por su parte, Santiago ha sido la urbe donde los socialistas han mantenido más recelos con los rupturistas. Si bien es cierto que no necesitaban de su apoyo para hacerse con la alcaldía, ya que Compostela Aberta había sido la lista más votada, el portavoz Francisco Reyes siempre se mostró combativo con el alcalde Martiño Noriega, del que valoró sus cien primeros días en Raxoi como «de total inacción», «ausencia en la gestión» y «falta de talante» en la presentación de propuestas. Los argumentos se repiten en las diferentes ciudades, pero la relación entre formaciones sigue.

Ver los comentarios