cuaderno de viaje

Amistades peligrosas

Hay partidos que prefieren atacar a la única democracia de Oriente Medio que cuestionarse apoyar a quien quiere aniquilarla

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Nunca deja de sorprender la capacidad de la izquierda gallega, la nueva y la vieja, para sumarse a causas poco edificantes. El último ejemplo, el crucero al que se apuntó estos días la exparlamentaria europea del BNG Ana Miranda que acabó en deportación desde el Aeropuerto Ben Gurión, como sabían que ocurriría desde antes de que zarpara el barco, lo que no nos ahorró las ya cansinas acusaciones contra el Estado de Israel. Por más que sea marca de la casa, no deja de causar sonrojo la inquina anti-judía que destilan este tipo de partidos, en los que afloran, como en Madrid, individuos a los que les parece gracioso haces chistes con el Holocausto.

Siempre han preferido atacar a la única democracia de Oriente Medio que cuestionarse apoyar a quien quiere aniquilarla.

Pero tampoco cabría esperar otra cosa aquí en Galicia de quien ya mostró su terreno de juego al asociarse a Bildu en las elecciones europeas.

En aquella campaña, por cierto, había visitado Santiago, a finales de abril de 2014, otro de los grandes referentes de esta izquierda, el ahora primer ministro griego, Alexis Tsipras. Ese mismo que este fin de semana consuma su chantaje al resto de Europa a costa de la miseria del pueblo al que dice representar, pasándonos la factura, entre otros, a los gallegos que, como el resto de los españoles, contribuimos al rescate de su país, lo que no fue óbice para que Beiras reapareciese glosando al Mesías del «póngame otra que ya pagarán ustedes».

Estas causas a las que se suman sin rubor son muy reveladoras de lo que nos vamos a encontrar en esta recién inaugurada legislatura municipal, donde las Mareas son fieles seguidoras de esta nueva religión asamblearia. En las semanas que llevamos ya han fijado el rumbo. Nada se sabe de su gestión, pero mucho de gestos vacíos. Han seguido para ello el Manual de la Nueva Política: buscar un titular que les haga parecer modernos aunque sean esencialmente rancios.

De hecho han comenzado con un clásico ya muy visto, la manida monserga anti-católica. Que si no voy a una ofrenda, que la Semana Santa habrá que ver, que unas medallitas no me van a condicionar la agenda. No han venido a resolver problemas. Eso es aburrido. Han llegado para imponer un nuevo orden. Aunque no acaben de saber a qué se refieren. Pero vistos los referentes que manejan, mejor cuerpo a tierra.

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