Trump sabía que había armas en la turba del Capitolio y quiso sumarse: «Soy el jodido presidente»

El expresidente de Estados Unidos intentó hacerse con el control del vehículo que lo transportaba ante la negativa del conductor de llevarle a las protestas del 6 de enero

Cassidy Hutchinson, asistenta de Mark Meadows, jefe de Gabinete de Donald Trump, durante su comparecencia este martes ante la Cámara de Representantes, donde se investiga el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021 AFP

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Donald Trump sabía que parte de la turba de sus seguidores que asaltó el Capitolio el 6 de enero del año pasado para evitar la certificación de Joe Biden como presidente iba armada, forcejeó con su equipo de seguridad para sumarse a los disturbios , conocía -como su círculo íntimo- que ese día podía ser trágico, dijo que su vicepresidente merecía ser ahorcado y cuando estalló la violencia optó durante mucho tiempo por no hacer nada.

Las revelaciones -algunas anticipadas, otras sospechadas- sobre el comportamiento del que fuera presidente de EE.UU. en uno de los episodios más bochornosos de la historia de la democracia más vieja y establecida del mundo llegaron en una nueva comparecencia este martes del comité de la Cámara de Representantes que investiga lo ocurrido. Fue una cita por sorpresa, convocada en la víspera. No se esperaba que el comité volviera a comparecer hasta entrado el mes de julio, con dos semanas de descanso después de sus primeras cinco sesiones.

Debía ser algo importante para cambiar el calendario previsto. La sesión no defraudó. Apareció Cassidy Hutchinson , una figura desconocida para el público general pero con información relevante sobre aquellos días y semanas en los que Trump buscó dar la vuelta al resultado de las urnas .

No hay nadie más cercano al presidente de EE.UU. en la Casa Blanca que su jefe de Gabinete, su mano derecha : Mark Meadows. Y Hutchinson era la asistente directa de Meadows. Es decir: la testigo hizo que el comité, el público y todo EE.UU. a través de la pantalla pudiera ver por un agujerito lo que ocurrió en el ala oeste de la Casa Blanca.

«Vamos a ir al Capitolio, el presidente estará allí»

Su relato de aquellas jornadas tensas muestra a un Trump desatado , colérico, cegado por el intento de evitar el traspaso de poderes y aferrarse a la presidencia. Y a un círculo íntimo en el que algunos le espoleaban, otros se apartaban y otros advertían de la gravedad de lo que estaba ocurriendo.

Hutchinson explicó que el 2 de enero Rudy Giuliani -exalcalde de Nueva York y muñidor de la campaña de Trump contra el resultado electoral- le preguntó si estaba «entusiasmada» por lo que iba a ocurrir el 6 de ener o. Ella le preguntó qué iba a pasar y Giuliani dijo: «Vamos a ir al Capitolio, el presidente estará allí» . Ese mismo día, Meadows, su jefe, le confesó un temor: «Las cosas puede ir realmente mal el 6 de enero».

No se equivocó. Fue el día en el que la turba ‘trumpista’ atravesó a la fuerza los cordones policiales, rompió ventanas, forzó puertas, profanó la sede de la soberanía popular y trató de evitar la certificación de Biden como presidente. En los disturbios murieron cinco personas, entre ellas, un policía del Capitolio.

Días antes de eso, Trump calentó a sus seguidores con sus acusaciones -sin el apoyo de los tribunales- de fraude electoral y los convocó a una gran mitin el 6 de enero con el lema ‘Parar el robo’. Muchos iban preparados para ir después al Capitolio a interrumpir la certificación, presidida por el vicepresidente, Mike Pence , que también tiene el cargo de presidente del Senado.

Trump: «No han venido a atacarme a mí: quitad los arcos de seguridad»

En las horas previas al mitin, Hutchinson dijo que la policía informó a Meadows y a Trump de que muchos seguidores llegaron con armas: gas pimienta, cuchillos, chalecos antibalas, puños americanos porras. Tony Ornato, un alto cargo a la orden de Meadows que actuaba como enlace con el Servicio Secreto -el cuerpo de seguridad que protege al presidente-, advirtió al jefe de Gabinete que «esta jodida gente está poniendo lanzas en las puntas de los palos de las banderas».

El comité también emitió comunicaciones de radio de la policía aquel día en la que avisaban de que había gente con rifles semiautomáticas. Después se supo que miembros de los Oath Keepers, una milicia de extrema derecha, tenía un arsenal de armas preparadas en un hotel en Virginia (con regulación más laxa que Washington) y que la policía confiscó decenas armas a los manifestantes. Cuatro personas fueron imputados por ello.

Nada de eso cambió los planes de Trump, según una conversación que Hutchinson escuchó antes de que el presidente subiera al estrado. «Me importa una mierda que tengan armas, no han venido a hacerme daño a mí. Quitad los jodidos arcos de seguridad », dijo Trump, preocupado sobre todo porque hubiera más gente en su mitin, para dar una imagen de fortaleza en su alegación de ‘robo’ electoral . «Pueden marchar sobre el Capitolio desde aquí, dejad que entre la gente y quitad los arcos».

En su discurso, Trump dijo que sabía que «todo el mundo que está pronto va a marchar sobre el Capitolio para que se oiga su voz de una forma pacífica y patriótica», una frase que sus partidarios utilizan para excusarle de la violencia que se produjo. Pero también dijo, al final de su intervención, que «si no peleáis como en el mismo infierno os quedaréis sin país». Liz Cheney, diputada republicana del comité investigador y una de las pocas voces díscolas con Trump en su partido, llamó la atención al público sobre lo que esas palabras: el presidente sabía que había gente armada, que la violencia era posible y aún así les animó a marchar sobre el Capitolio.

Trump, intentando agarrar el volante del cohe: «Soy el jodido presidente»

También lo quiso hacer él. En uno de los episodios sorprendentes relatados por Hutchinson, Trump se enfrentó al conductor de su vehículo blindado, porque se negó a conducir hacia el Capitolio después del mitin, como los manifestantes, y se dirigió de vuelta a la Casa Blanca. «Soy el jodido presidente, llévame al Capitolio ahora mismo», le increpó y trató de alcanzar el volante con su mano, según le contó a ella Ornato . Robert Engel, el jefe del Servicio Secreto, le dijo que tenía que sacar y le agarró del brazo, a lo que Trump respondió con un manotazo.

La violencia estalló con el presidente ya en su residencia. Entre los gritos de la turba ‘trumpista’ se escuchaba ‘Mike Pence a la horca’. Hutchinson escuchó a Meadows decir a Pat Cipollone, director legal de La Casa Blanca, lo que Trump opinaba de eso: «Él cree que Mike lo merece . No cree que estén haciendo nada malo», decía sobre la turba.

Cipollone fue uno de los que más insistió -también algunos familiares de Trump- para que el presidente saliera a pedir a los manifestantes que abandonaran el Capitolio y sus actos violentos. «No quiere hacer nada, Pat», le dijo el jefe de Gabinete. En efecto, el entonces presidente tardó horas en mandar mensajes por Twitter. Y cuando lo hizo, fue para cargar contra Pence, sin pedir que parara la violencia. Al final sí lo hizo, por Twitter y en un mensaje televisado.

Trump no tardó en atacar a Hutchinson: dijo en un mensaje en su red social, Truth Social , que apenas la conocía y que lo poco que escuchó de ella es que era una «falsa» y una «filtradora» . Varios republicanos descalificaron el testimonio de Hutchinson y aseguraron que hablaba «de oídas». Pero hay algo indiscutible: ella compareció bajo juramento, con la amenaza del perjurio. Otros, como Meadows, hacen todo lo posible para no hablar de aquello.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación