«No romperé mi juramento»: los republicanos que pararon el vuelco electoral de Trump

Varias autoridades del partido del expresidente de Estados Unidos han comparecido en el comité de la Cámara de Representantes que investiga lo sucedido en el asalto al Capitolio el 6 de enero del 2021

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La campaña de Donald Trump para dar la vuelta a los resultados de las urnas en la elección presidencial de 2020 tuvo enfrente a un puñado de autoridades estatales republicanas que se negaron a saltarse la ley y la Constitución de EE.UU. para ayudar a que su presidente se quedara en el poder. Varios de ellos testificaron este martes en una nueva comparecencia del comité de la Cámara de Representantes que investiga el «intento de golpe de estado» protagonizado por Trump, que culminó con el asalto trágico y bochornoso al Capitolio el 6 de enero del año pasado , el día en el que el Congreso, contra los esfuerzos del presidente republicano, certificó la victoria de Joe Biden.

«No romperé mi juramento de respetar la ley y la Constitución», respondió una y otra vez Rusty Bowers, el presidente de la Cámara Baja de Arizona, uno de los estados más disputados, ante las presiones de Trump y sus aliados para que comulgara con sus planes para dar la vuelta al resultado de las urnas. Así lo recordó este dirigente republicano ante el comité, en el que defendió que Trump y su equipo «nunca proporcionaron las pruebas» de las alegaciones de ‘robo’ electoral , como que había cientos de miles de votos de inmigrantes indocumentados o miles de sufragios de personas fallecidas.

Las autoridades estatales son clave en la celebración de elecciones a nivel nacional en EE.UU. Más que una elección a presidente, son más bien cincuenta elecciones -por cada uno de los estados-, regidas por las autoridades estatales. En el caso de la elección presidencial, el ganador en cada estado se lleva un número de delegados -llamados electores- cuyo número depende del peso demográfico de cada territorio.

Probado el protagonismo de Trump en la campaña

Una de las estrategias de Trump y sus aliados fue presionar a los estados con los resultados más empatados para que enviaron ‘electores sustitutos’ ante el supuesto -pero inexistente- fraude electoral masivo. En la comparecencia de este martes de ha comprobado cómo el expresidente tuvo un protagonismo directo en este intento de subvertir los resultados y en el que también participó el aparato del partido republicano. En una declaración ante los investigadores del comité, la presidenta de la Convención Nacional Republicana (RNC, en sus siglas en inglés), Ronna McDaniel, aseguró que Trump la llamó y puso en la llamada al abogado John Eastman -uno de los principales muñidores de su campaña contra las elecciones- para pedir que les ayudaran a «conseguir electores para el caso de que las demandas legales en curso cambiaran el resultado en cualquiera de esos estados».

Varios abogados y miembros de la campaña de Trump han testificado que veían esa estrategia como con poco sustento legal. Pero el expresidente y los más entregados a la causa del fraude electoral -el propio Eastman o Rudy Giuliani , el ex alcalde de Nueva York al que Trump puso al frente de la campaña - siguieron hacia adelante.

Al propio Bowers le instaron a que moviera pieza como máximo responsable del poder legislativo en Arizona para instaurar esos ‘electores sustitutos’. «Simplemente hazlo y deja que lo arreglen los tribunales», le espetó Eastman ante sus dudas sobre la legalidad de dar ese paso, contrario a la voluntad popular. «No tenemos pruebas, pero tenemos muchas teorías», le llegó a decir Giuliani en una ocasión. Trump también participó en las llamadas. La idea de los ‘electores sustitutos’ le pareció una «parodia trágica» y se negó a participar. Su posición le ha causado amenazas y protestas fuera de su casa por parte de seguidores de ‘Trump’, además de la venganza del expresidente, lo que pone en duda su carrera política.

En la otra punta del sur de EE.UU., otros republicanos sufrieron la furia del entonces presidente por negarse a formar parte de su conspiración. Brad Raffensperger es un republicano de toda la vida y secretario de Estado de Georgia. Por su cargo, el encargado de supervisar la celebración de elecciones. Trump perdió el estado -donde suelen ganar los republicanos- por 11.700 votos , una de las claves de su derrota.

«Los números no mienten»

Trump puso toda la carne en el asador para tratar de dar la vuelta a los resultados en Georgia. Su campaña denunció que habían votado personas ya fallecidas o menores de edad. Y, en una de las grandes acusaciones de la campaña, que a última hora de la noche electoral se había introducido maletas con miles de votos a favor de Biden en un centro de recuento que habían dado la vuelta a la elección. Mostraron un vídeo en el que se veía cómo los trabajadores electorales sacaban esas presuntas maletas fraudulentas. Era todo falso. Eran los contenedores habituales en los que se mueven los votos de los colegios electorales a los centros de recuento.

Tanto el fiscal general de EE.UU. -William Barr, elegido por Trump y defensor férreo durante la presidencia- como el fiscal general de Georgia, el sustituto que nombró Trump en ese mismo diciembre o las autoridades republicanas estatales negaron que hubiera ningún fraude. Trump optó en persistir en la mentira para calentar a sus seguidores , en una campaña que acabó con la violencia del Capitolio . Y presionó de forma directa a las autoridades locales para lograr cambiar el resultado. Llamó de forma personal a Frances Watson, la investigadora principal de Georgia en la auditoría de los resultados (hubo tres recuentos, los tres con resultados similares): «Haz lo que puedas», le dijo. También a Raffensperger, en una llamada de más de una hora el 2 de enero de 2021 en la que le instó a que «encontrara» los votos que le faltaban para ganar.

Raffensperger, convertido ahora en uno de los principales objetos de ataque del ‘trumpismo’, le insistió en que no había fraude por ningún lado. «Los números son los números», afirmó el martes ante el comité. «Los números no mienten» .

Per o Trump quería que mintiese para inclinar el resultado a su favor. Le llegó a amenazar con que si no actuaba en su favor tendría repercusiones criminales en su contra. «A veces, hay momentos que exigen que resistas y te lleves los golpes», dijo. «Obedecimos a la ley y a la Constitución».

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