Protesta en Taiwán contra la política económica del Gobierno
Protesta en Taiwán contra la política económica del Gobierno - REUTERS

Taiwán aprovecha el cambio en EE.UU. para buscar su lugar en el mundo

China, irritada por la escala de la presidenta Tsai en Houston durante una gira

ENVIADO ESPECIAL A TAIPÉI Actualizado: Guardar
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Vuelve la tensión entre Estados Unidos y China por el contencioso de Taiwán, la isla reclamada por el autoritario régimen de Pekín. Un mes después de que una charla telefónica entre la presidenta taiwanesa, Tsai Ing-wen, y el próximo inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump, airara a China, el régimen observa con atención su gira de esta semana por Centroamérica. Tsai Ing-wen visita Honduras, Nicaragua, Guatemala y El Salvador tras hacer escala en Houston, lo que ha irritado al régimen chino.

Pero, por mucho que Pekín insista en el principio político de «una sola China», cuestionado por Trump, hay dos. Una es la República Popular China, controlada por el Partido Comunista, y la otra es la República de China, nombre oficial de Taiwán.

Con 23 millones de habitantes, esta isla es un país independiente «de facto» con su propio Gobierno elegido democráticamente y su Ejército, pero solo reconocido por 21 pequeños Estados. Para establecer relaciones diplomáticas con Pekín, los países deben reconocer la política de «una sola China» y renunciar a sus legaciones en Taiwán, donde solo mantienen oficinas económicas y comerciales.

Ausente en organizaciones internacionales como la ONU, Taiwán es un país muy desarrollado y sus ciudadanos viajan por todo el mundo con menos necesidad de visado que los chinos del continente, pero sus dirigentes no pueden reunirse con sus homólogos de otros Estados. Por eso ha molestado tanto en Pekín la reciente llamada de Tsai Ing-wen a Trump. Oficialmente, es el primer contacto entre un líder estadounidense y un presidente taiwanés desde que Washington cambió sus relaciones diplomáticas con la isla por China continental en 1979, cuando ganaba peso en la comunidad internacional. Ocho años antes, la República Popular China había reemplazado en la ONU a la República de China, representada por la entonces dictadura del Kuomintang que gobernaba Taiwán desde la huida del Generalísmo Chiang Kai-shek a la isla tras ser derrotado por Mao Zedong en la guerra civil (1945-49). A pesar de dicho cambio, EE.UU. es el principal aliado de Taiwán y está obligado a defenderlo si es atacado.

En la actualidad, China y Taiwán viven el peor momento de sus relaciones por la subida al poder de la presidenta Tsai, cuyo discurso soberanista repele en Pekín. El problema es que Pekín quiere que el nuevo Gobierno taiwanés se comprometa con el «Consenso de 1992», en el que ambas partes se pusieron de acuerdo en el principio de que existe una sola China, pero cada una lo interpreta a su manera.

«Respetamos ese hecho histórico, pero la gente de Taiwán tiene una concepción diferente y buscamos una nueva base para negociar», explicaba recientemente en un encuentro con periodistas extranjeros el viceministro de Asuntos con el Continente, Chiu Chui-cheng.

Competición abierta

Desde que la presidenta Tsai tomó posesión en mayo, se han interrumpido los contactos entre ambos lados del Estrecho de Formosa, que durante los últimos ocho años vivieron un estrecho acercamiento gracias a los acuerdos comerciales entre el partido nacionalista Kuomintang y Pekín. En esta nueva Guerra Fría entre las dos Chinas, Pekín ha reducido el número de turistas procedentes del continente para asfixiar al Gobierno de Taipéi.

Taiwán también teme que Pekín les robe alguno de los países con los que aún tiene relaciones diplomáticas, entre ellos el Vaticano. Confirmando sus sospechas, el archipiélago africano de Santo Tomé y Príncipe acaba de cambiar sus lazos con Taiwán por China continental.

Para dejar de depender económicamente de China, Taiwán se quiere expandir por el Sudeste Asiático, pero sospecha que Pekín presionará a otros Estados para que no firmen acuerdos comerciales. Con el nuevo apoyo de Trump, Taiwán busca su lugar en el mundo como la otra China.

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