Revuelta en el «Gobierno en la sombra» de Corbyn para intentar echarlo

Dimiten diez integrantes de su equipo porque no le ven nivel para las elecciones

LONDRES Actualizado: Guardar
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El Brexit está provocando un seísmo en los dos partidos medulares británicos. Primero se fue Cameron. Ahora suda Corbyn, con un golpe interno que llevó ayer a dimitir al goteo a diez integrantes de su «Gobierno en la sombra», integrado por 27 personas. El número dos del partido, Tom Watson, al que la revuelta pilló de fiesta y en bermudas, viendo a Adele en Glastonbury, una vez de vuelta del barrizal se ha desmarcado también de su líder. Watson ha lamentado las dimisiones y ha evitado todo respaldo explícito a Corbyn. Hoy se estudiará una posible moción de confianza contra el veterano dirigente, de 67 años. Pero cuenta con una baza: las bases del partido siguen con él.

O al menos eso dice.

Nada más saber que el pueblo lo había desautorizado con sus votos, Cameron tuvo la dignidad de anunciar al instante que dejará el cargo el próximo octubre. Fue un adiós entre lágrimas a las ocho de la mañana, a la puerta del Número 10. Se abría así la amenísima liza sucesoria entre Boris Johnson, el gran favorito tras el campanazo de su victoria, y la ministra del Interior, Theresa May, una suerte de versión light de Thatcher. May es la favorita de Cameron, quien prefiere que lo suceda cualquiera menos aquel al que apodan «la ambición rubia».

Como si el mazazo del Brexit no fuese con él, Corbyn declaró el viernes en Channel 4 que él se mantendría en el cargo. Los blairistas y los moderados, que en realidad maniobran contra Corbyn desde que fue elegido en las primarias del pasado septiembre, se enfurecieron al escuchar sus palabras, porque había hecho una lamentable campaña y resultaba insólito que no reconociese la menor responsabilidad. El sábado, Hilary Benn, ministro en la sombra de Exteriores, un moderado de aspectos curiles y auténtico pata negra laborista por el gran prestigio de su padre en el partido, escribió un artículo criticando a su líder en la prensa afín. Coryn le envió un sms para hablar. Benn le dijo que había perdido la confianza en él, y Corbyn lo cesó. Todo, al parecer con gran elegancia british, por ambas partes.

Todo indica que Benn era el cerebro del golpe palaciego contra el viejo Jeremy, pues a las 8.22 de la mañana del domingo, la centrista Heidi Alexander, subió un tempranero «tuit» anunciando que dimitía: «Nuestro país necesita una oposición efectiva que pueda controlar al Gobierno. Es esencial un cambio de líder». Fue el banderazo de salida para un rosario de dimisiones a lo largo de todo el domingo, que dejan acorralado a Corbyn. Al cierre de esta edición eran diez los portazos, más el del fiscal del Estado en la sombra, que también asiste a las reuniones del gabinete.

Euroscéptico de siempre (votó «no» al Mercado Común en el referéndum de 1975), Corbyn hizo una campaña a regañadientes, con mínima entrega y críticas constantes a la UE. Con uno de esos eufemismos tan ingleses, los rebeldes le reprochan que su labor resultó «deslucida». En realidad el referéndum ha sido el detonador de un problema mayor: antes de fin de año podría haber elecciones generales y los sublevados creen que Corbyn es garantía de derrota segura (y más ante un encantador de serpientes como Boris).

El líder y su entorno alegan que fue elegido hace menos de un año, en unas primarias donde obtuvo un respaldo espectacular (59,5% de apoyo). Aseguran que las bases siguen con él, por lo que no debe irse solo por el enojo de unos diputados a los que dibujan como poco apegados al latir de la calle. Una encuesta ayer en el tabloide de derechas «Mail On Sunday» reflejaba sin embargo lo contrario. Aseguraba que el 55% de los británicos y el 53% de los simpatizantes laboristas creen que debe ser relevado.

El sábado, cuando acudió a la marcha del Orgullo Gay, un activista homosexual se encaró con Corbyn durante el desfile y le pidió que fuese: «Es tu fallo, Jeremy ¿Por qué no dimites? Debes irte». El vídeo se volvió de inmediato un éxito en las redes sociales.

Hoy se celebrará el debate de una moción de confianza contra Corbyn, presentada por tres diputados laboristas. Una sesión que ahora se promete acalorada. Sus diez meses de labor como líder de la oposición han sido erráticos, a veces con una sorprendente falta de tenacidad en el control del Gobierno. Está situado muy a la izquierda y siempre ha sido aceptado a regañadientes por los blairistas. Tony Blair lo ha atacado con enorme crudeza, lo ha llamado “Alicia en el país de las maravillas” y ha dicho que quienes afirman que su corazón está con las políticas de Corbyn “necesitan un trasplante urgente”.

Hoy a las seis de la tarde, Momentum, la plataforma que lo apoyó en las primarias, ha convocado una manifestación frente al Parlamento en su apoyo, que coincidirá con la reunión de la cúpula para ver si se convocan nuevas primarias y relevan al vegetariano, abstemio, pacifista, republicano y radical Jeremy.

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