La pelea eterna de Pablo Ibar

La sentencia de cadena perpetua recibida esta semana abre una nueva etapa de la lucha por su inocencia: su abogado explica a ABC los recursos que tiene por delante

Pablo Ibar (izquierda) llega con sus abogados Benjamin Waxman (centro) y Kevin J. Kulik EFE

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El pasado miércoles, Pablo Ibar escuchó la decisión del jurado sobre su sentencia en los juzgados del condado de Broward, en Florida. El juez leyó las respuestas de los doce jurados sobre si el español, que fue declarado en enero culpable en el cuarto juicio sobre un triple asesinato del que siempre se ha declarado inocente, merecía la pena de muerte. «Sí», «sí», «sí», encadenaban las respuestas, mientras a Ibar se le hundían los ojos y le temblaba la barbilla.

Pero también se escuchó el «no» de otros jurados. Sin unanimidad, la condena a Ibar era la más leve: cadena perpetua . Una pequeña victoria que no cambiaba los planes del español ni de su defensa: recurrirían la sentencia fuera la que fuera.

La única «ventaja» de una condena a pena de muerte era que el proceso de apelación sería más rápido. El recurso para anular el último juicio y el veredicto de culpabilidad se substanciaría ante el Tribunal Supremo de Florida.

Dos o tres años

Ahora, con la sentencia de cadena perpetua, el recurso irá ante el tribunal de apelaciones del cuarto distrito de Florida , en Palm Beach. «Mi cálculo es que tardará dos o tres años», asegura a este periódico Benjamin Waxman, el principal abogado de Ibar. «Es un proceso largo, hay que revisar un juicio de cuatro meses, la selección del jurado, la presentación de pruebas…»

Si el tribunal decide repetir el juicio, establecerá un plazo de 90 días para abrir un nuevo proceso. «Las circunstancias excepcionales del caso probablemente requerirán que ese plazo sea más largo», explica Waxman.

Por lo tanto, lo más probable es que si hay un nuevo juicio no arranque hasta al menos dentro de tres o cuatro años. Una eternidad para algunos, pero quizá solo otra espera más para Ibar, cuya lucha por su inocencia se acerca ya al cuarto de siglo.

Fue detenido por la policía de Miami el 14 de julio de 1994, en una reyerta entre malas compañías. Los agentes vieron que había un parecido entre Ibar y el rostro de una de los dos personas capturadas por una cámara de seguridad en un triple asesinato varias semanas antes. Dos jóvenes entraron de madrugada en la vivienda de Casimir Sucharski, un empresario de la noche de Florida. Acabaron con la vida de Sucharski y de dos chicas jóvenes que le acompañaban. Uno de ellos se tapaba el rostro con una camiseta. En varios momentos del vídeo se quita la camiseta de la cabeza, y se ve parte de su rostro, en una imagen en blanco y negro de baja calidad. El parecido propició las pesquisas contra Ibar, que acabó siendo condenado a muerte y pasó 16 años en el corredor de la muerte. El español siempre ha defendido su inocencia: asegura que pasó aquella noche en casa de Tanya, la que hoy es su mujer.

«Pablo va a a luchar hasta el final», anuncia Waxman. Sus abogados han defendido irregularidades en su procesamiento, utilización injusta de pruebas y sesgo del juez del último juicio, Dennis Bailey, en su contra. «El objetivo en la apelación es demostrar que Pablo no tuvo un juicio justo», explica el letrado.

Si el tribunal de apelaciones no anula el juicio, ahí no acabarán los recursos. Depende de cuál sea su decisión, Ibar recurrirá ante el Tribunal Supremo de Florida o incluso ante el Tribunal Supremo de EE.UU. Si también pierde esos recursos, todavía podría apelar que su defensa no fue efectiva. E incluso después volver a la justicia en un juzgado federal para cuestionar si su condena cumple las garantías constitucionales.

Maraña judicial

Una maraña judicial que todavía queda muy lejos para Ibar que, de momento, ha logrado sacudirse para siempre la posibilidad de recibir la pena de muerte. Según impone la legislación de Florida, pase lo que pase en el futuro con nuevos juicios, no existirá la posibilidad de imponerle la pena capital.

El futuro inmediato de Ibar está en las cárceles de Florida. De momento, sigue en los calabozos del condado de Broward, en el mismo complejo donde se celebró su juicio. La semana que viene será traslado al Centro de Recepción de Miami, donde las autoridades penitenciarias evaluarán su historial para decidir en qué cárcel de alta seguridad ingresará.

Waxman confía en que sea en una de las dos que hay en el Sur de Florida, donde estaría más cerca de su familia y con posibilidad de mantener un contacto con ellos más frecuente, también a través de videoconferencias. «Pablo tiene una hoja disciplinaria extraordinariamente limpia», dice el abogado , que asegura que el español probablemente tendrá una vida penitenciaria más desahogada, sin el confinamiento de sus años en el corredor de la muerte. Y con la posibilidad de estudiar de forma exhaustiva su próxima batalla legal.

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