El ministro de Finanzas británico, George Osborne , llega a Downing Street
El ministro de Finanzas británico, George Osborne , llega a Downing Street - AFP

Osborne se descarta y Theresa May se dispara en las encuestas para suceder a Cameron

Juncker apremia a los británicos a que clarifiquen su posición en una mañana en que suben la libra y la bolsa de Londres

Corresponsal en Londres Actualizado: Guardar
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George Osborne, el ministro de Economía, el brazo derecho de Cameron que desde adolescente fabulaba con ser algún día con ser primera ministro, se ha apeado de la carrera a sus 45 años. En un artículo en «The Times» el que hasta hace solo cuatro meses era favorito para la sucesión , se descarta: «La mitad del Partido Conservador ha votado por salir y yo no soy la persona idónea para reunificarlo».

Osborne sigue manteniendo lo que dijo en campaña, que el Brexit hará «más pobre» al Reino Unido y obligará a subir impuestos y bajar el gasto público. Esta mañana los mercados han dado de todas formas un alivio psicológico a los abatidos «brexiters», a los que se veía paradójicamente alicaídos con su inesperada victoria.

El índice FTSE 100 de la bolsa de Londres ha arrancado con una subida del 2% tras dos jornadas de fuertes caídas y la libra se ha apreciado un 1% frente al dólar. Los mercados tal vez estén valorando que el Reino Unido no parece tener ninguna prisa por desengancharse de la UE.

En las últimas horas se había especulado con que finalmente Osborne podría apoyar a Boris Johnson en la carrera sucesoria, que se abre mañana con la presentación de candidatos, que se cerrará el jueves al mediodía. El próximo de septiembre los conservadores deben tener nuevo líder. Pero el ministro ha dicho en BBC Radio que apostará por alguien de Remain, cuya principal baza es la ministra del Interior, la veterana Theresa May, de 59 años, muy respetada en el partido. «The Times», que es una fuente poco fiable en este caso -Boris Johnson es el caballo de su rival, el «Telegrah», donde es articulista- ha publicado una encuesta de YouGov entre simpatizantes tories que asegura que el 31% prefieren a May y el 27% a Boris Johnson. La verdad es que el crédito de YouGov es muy discutible, después de que marrase por todo lo alto en su encuesta a pie de urna del día de la votación, donde dio victoria a Remain.

May es una euroescéptica que a diferencia de Boris Johnson, probablemente más europeísta que ella, se mantuvo en las fila de Remain por lealtad a su primer ministro, aunque es cierto que se cuidó de no hacer campaña activa por el «In». Johnson desata grandes suspicacias entre el ala más altiva del Partido Conservador, que lo considera un oportunista poco fiable. El ex alcalde de Londres mantiene un sorprendente perfil bajo desde su victoria del viernes.

La carrera está lanzada y esta mañana también se postuló el ministro de Sanidad, Jeremy Hunt. La verdad es que le echa bastante moral, pues su prestigio está tocado por las huelgas constantes de los médicos en formación, los «junior doctors». Hunt ha abogado además por cerrar un tratado como el de Noruega, que permite libre acceso al mercado único, pero a cambio de tolerar la libre circulación. Si se llegase a esa solución, sería contradictoria con toda la campaña de Leave, que se basó en que hay que controlar la inmigración y que la única manera de hacerlo es salir de la UE para evitar el libre paso de comunitarios.

Esta noche Cameron tendrá una cena dura en Bruselas, donde habrá de explicar su irresponsable convocatoria del referéndum, efectuada por intereses partidistas y que ha metido a su país y a Europa en un laberinto lleno de espinas. Los socios comunitarios parecen haberse repartido los papeles, con Jean-Claude Juncker, el presidente de la Comisión Europea, como policía malo y Angela Merkel como policía más comprensiva.

Juncker urge

Juncker ha demandado hoy al Reino Unido que clarifique «cuanto antes» su posición. Ha reconocido que está «triste» por el resultado del referéndum, aunque añade que la UE y el Reino Unido deben permanecer amigos. La anécdota del día, pero que no deja de reflejar la rabia de las instituciones comunitarias por el desplante inglés, la protagonizaron Juncker y Nigel Farage, el líder eurófobo de UKIP, que curiosamente vive de su sueldo de eurodiputado. Al verse en el Parlamento Europeo se abrazaron. Pero luego, durante su comparecencia, Juncker lo señaló y le dijo que no sabía qué hacía todavía ahí, en su escaño.

Por su parte Angela Merkel ha recordado a los británicos que «sin libre circulación no hay mercado único». Un buen aviso, porque los británicos parece querer lo mejor de los dos mundos, no aportar dinero a la UE ni acatar sus normas y beneficiarse como hasta ahora de su apertura comercial. «Para tener libre acceso al mercado común hay que aceptar las cuatro libertades fundamentales europeas: la de las personas, los bienes, los servicios y el capital», ha recalcado la canciller alemana.

En unas horas se votará también la moción de confianza de Jeremy Corbyn, que no es vinculante pero que lo pondrá muy colorado con el previsible rechazo mayoritario de la bancada laborista. Corbyn ha recalcado que se presentará a todo nuevo proceso de elección de líder que se convoque y puede que las bases están con él.

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