Merkel y Macron presionarán para que el nuevo Fondo de la UE esté aprobado ya en julio

El president francés presiona para establecer un impuesto europeo a las importaciones procedentes de terceros países con estándares ambientales más bajos

Macron y Merkel, ayer durante la rueda de prensa que ofrecieron después de su reunión en el castillo de Meseberg REUTERS

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En Meseberg, el idílico palacete en las afueras de Berlín en el que Merkel recibe a huéspedes con los que desea crear una atmósfera relajada y de especial confianza, pero esta vez sujetos al protocolo que marca la pandemia: reunión al aire libre, bajo un toldo blanco y en torno a una mesa de jardín que permitía la distancia de seguridad entre los dos jefes de gobierno.

En el rostro de Macron podía leerse la amargura de los resultados electorales del domingo, pero aun así trató de mostrar entusiasmo europeo y confianza en la próxima cumbre de los días 17 y 18 de julio. Alemania y Francia no llevarán a Bruselas una propuesta presupuestaria común, pero mantienen su firme compromiso con la propuesta de Fondo de Reconstrucción que lanzaron el pasado 18 de mayo y que la Comisión recogió al vuelo. Ambos insistieron en que el acuerdo debe estar listo en julio y mostraron la convicción de que se puede todavía convencer a los escépticos.

«Lo importante para mí es que sea un fondo verdaderamente eficiente», dijo la canciller alemana, en referencia a que la deuda conjunta favorecerá que las medidas de impulso funcionen con más efectividad en los países ya altamente endeudados . «Se pueden negociar puntos que hagan el fondo más atractivo para los países que se resisten, pero sobre todo deben mirar al mercado común europeo, una realidad de la que ellos se benefician y que merece la pena mantener al alza», añadió Macron. Los dos reconocieron, además, que los países más afectados por la pandemia, como Italia y España, deber ser los principales beneficiarios.

Macron aprovechó el encuentro para presionar a Alemania hacia la idea que ya presentó hace tres años en la Sorbona y que trata de resucitar ahora para mostrar su lado más verde. El presidente francés trata de impulsar en Europa un impuesto fronterizo al CO2 , una tasa a las importaciones procedentes de terceros países que tengan estándares ambientales más bajos que la UE. Merkel es escéptica sobre esta medida pero ha dicho que buscará caminos. Se refirió concretamente a que debería ser compatible con la legislación internacional de comercio, sin convertir a Europa en una potencia proteccionista, y a la necesidad de proteger la competitividad de las empresas. Este gesto condescendiente fue la única concesión de Merkel, que aborda desde una posición de fuerza la presidencia por turno de la UE a partir del uno de julio.

Desequilibrio

Macron era el primer jefe de gobierno recibido por la canciller alemana desde antes de las restricciones. Hasta ahora todas las bilaterales se habían celebrado a través de videoconferencias y el equipo de Merkel comenta sin pudor que ella estaba ya deseando las reuniones personales porque en esas cortas distancias se siente más cómoda y obtiene mejores resultados. La idea era una foto de apoyo mutuo y respaldo de Francia a los objetivos de la presidencia alemana, pero el resultado de las elecciones en Francia propiciaron sin embargo una imagen en la que el eje franco-alemán se desequilibra de nuevo, con una Merkel empoderada por la gestión de la pandemia en Alemania y con una presidencia europea con muchas expectativas y que, según círculos diplomáticos, será «su canto del cisne. Utilizará su presidencia de seis meses para dar forma a su legado político».

La gestión de la pandemia se ha impuesto en la agenda de su presidencia y Merkel insistió ayer en que, si bien la primera reacción fue a escala nacional, de los distintos gobiernos, «hay mucho más que podemos hacer juntos» y mencionó los esfuerzos conjuntos de inversión que están haciendo ya varios países para facilitar la creación de una vacuna en Europa y garantizar que esté a disposición de los europeos apenas pueda ser desarrollada. Las comparaciones son odiosas y Macron hubo de soportar reiteradas preguntas sobre las lecciones que supuestamente debería aprender de la lucha alemana contra el coronavirus, pero Merkel salió al rescate cuestionando la premisa de esas preguntas, recordando que «el virus sigue aquí», por lo que es pronto para sacar conclusiones.

Después de la rueda de prensa, pasaron a una frugal cena en la que abordaron la agenda internacional. Macrón avanzó brevemente una condena a la «responsabilidad criminal» de Turquía en Libia y Merkel dijo que iban a hablar sobre «la relación con China y la relación trasatlántica, que a nadie escapa es más complicada cada día».

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