El presidente François Hollande, durante su visita a la Unidad de Apoyo a las Víctimas en Niza
El presidente François Hollande, durante su visita a la Unidad de Apoyo a las Víctimas en Niza - EFE

Hollande quiere ser candidato a la Presidencia en 2017

Se presentará a la reelección como el hombre de Estado que relanzará Europa

París Actualizado: Guardar
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Con optimismo heroico, François Hollande estima que todavía puede «relanzar» la construcción política de Europa y ser reelegido jefe del Estado, desmintiendo a los sondeos que lo cotizan como el presidente más impopular de la V República. Las críticas feroces a su política antiterrorista, antes y después de la matanza de Niza, no han mermado su confianza en sí mismo. Los diputados serán invitados a aprobar la semana que viene la prolongación del estado de emergencia nacional, decretado por el presidente, a pesar de las críticas de «inoperancia» caídas como chuzos de punta desde todo el abanico social y político nacional.

Los enfrentamientos públicos a primera sangre política entre su primer ministro, Manuel Valls, y su ministro de Economía, Emmanuel Macron (rivales a la conquista del mismo electorado de centro izquierda, «social-liberal»), confirman al presidente en lo «bien fundado» de su nuevo proyecto electoral: crear una «Alianza Popular», que el primer secretario del PS, Jean-Christophe Cambadélis, presenta de este modo: «Nuestra Bella Alianza Popular será una alternativa al liberalismo ambiente y el nacionalismo triunfante».

En un lenguaje menos lírico, Hollande espera que su Alianza Popular (AP) sea una «federación electoral de todas las izquierdas», confiando en reconquistar a los 40 o 50 diputados socialistas que no han deseado votar una reforma laboral rechazada por todas las izquierdas políticas, ecologistas y sindicales.

En el caso de Hollande y el PS, «alianza popular» es un eslogan electoral muy alejado de la realidad social: más del 30 % de los obreros franceses votan sistemáticamente al Frente Nacional (FN, extrema derecha) desde hace más de veinte años.

El presidente esbozó el primer objetivo electoral de su alianza popular durante su intervención solemne del 14 de Julio, tras las ceremonias de celebración de la Fiesta nacional: «Consolidar la unidad, cuando sus valores esenciales pueden estar amenazados…». En términos apenas velados, Hollande sale al paso del programa ultranacionalista de la extrema derecha y de los programas tímidamente liberales del centro y la derecha. En Francia, la palabra «liberal» es un arma política arrojadiza. Hollande se presenta como defensor de un eventual programa liberal conservador calificado preventivamente de amenazante para la solidaridad nacional.

Miedo a la extrema derecha

Mientras sus delfines políticos, Manuel Valls y Emmanuel Macron, se disputan a mordiscos rabiosos el «target publicitario social liberal», Hollande comienza a instalarse en el podio del mejor candidato de las izquierdas contra las amenazas de Marine Le Pen, Nicolas Sarkozy o Allain Juppé.

Confiado en su destino nacional, al frente de una «Bella Alianza Popular», Hollande se presenta a sí mismo como artífice de un posible relanzamiento de la UE, tras el Brexit.

Hollande comenzará la semana que viene una gira europea. El día 19 visitará Portugal. El día 20 estará en Austria, la República Checa y Eslovaquia. El 21 recalará en Irlanda.

El presidente francés presentará a sus interlocutores portugueses, austríacos, checos, eslovacos e irlandeses unas iniciativas que sucesivos gobiernos franceses, de izquierda y derecha, llevan muchos años sugiriendo, sin éxito, a todos los vecinos y aliados europeos: «gobierno político de la zona euro», «un presupuesto y un parlamento común para la zona euro», «una coordinación más profunda entre los países que deseen acelerar una mejor integración».

Jacques Chirac ya propuso ideas muy semejantes a Gerhard Schröder, con poco éxito: el canciller alemán consumó unas reformas nacionales que el presidente no pudo o no quiso realizar en Francia. Nicolas Sarkozy propuso ideas muy semejantes a Angela Merkel, con poco éxito: la canciller alemana respondió con un Pacto fiscal europeo que Hollande tampoco ha cumplido. Tras las elecciones europeas de 2014, Hollande retomó los antiguos proyectos nacionales, en vano. El presidente francés relanzó la misma iniciativa el mes de julio de 2015, recibiendo una diplomática respuesta de Angela Merkel, sin consecuencias prácticas conocidas.

No es fiable

Tras el Brexit, la canciller alemana propuso una reunión en Berlín, con Hollande y Matteo Renzi. A juicio de la prensa alemana, Merkel invitó al presidente del consejo italiano porque no considera «fiable» al presidente francés. Así las cosas, Hollande iniciará la semana que viene una discreta gira por cinco países europeos, intentando ganar aliados para las empantanadas iniciativas francesas, que chocan, hoy como ayer, con una tragedia de fondo: Francia ha perdido influencia en Europa; y el presidente Hollande ha recortado esa influencia.

Guinda esperpéntica, la crisis desatada por el sueldo mensual del peluquero personal de Hollande (9.985 euros, con cargo a los presupuestos del Estado)destiñe en todos los frentes políticos.

«¿Cómo puede aspirar a reformar la Unión Europea un presidente que no consigue reformar su propio país?” repiten al unísono fuentes diplomáticas y analistas políticos. «¿Como puede llamarse “socialista” y de “izquierdas” un presidente que tiene peluquero propio, con un sueldo superior al de todos los ministros?», repiten una y otra vez los lectores de periódicos y los oyentes de emisiones audiovisuales. Detalles que no modifican de ninguna manera la determinación del presidente y su guardia pretoriana a presidir Francia otra vez el año que viene.

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