Ferdinand «BongBong» Marcos, hijo del desaparecido dictador, asiste a misa con su madre, Imelda, en una iglesia católica de Batac (norte de Manila), poco antes de la votación del lunes en Filipinas
Ferdinand «BongBong» Marcos, hijo del desaparecido dictador, asiste a misa con su madre, Imelda, en una iglesia católica de Batac (norte de Manila), poco antes de la votación del lunes en Filipinas - Reuters

El hijo del dictador Marcos fracasa en las elecciones filipinas

El senador pierde la vicepresidencia por 200.000 votos ante Leni Robredo

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Favorito desde hace semanas en las encuestas, a Ferdinand «Bongbong» Marcos su derrota momentánea en la carrera por la vicepresidencia de Filipinas le ha quebrado la moral y la cartera. A última hora de este martes, el empate técnico entre el senador y la congresista Leni Robredo se deshacía a favor de la segunda, quien le aventajaba por 200.000 votos (apenas medio punto porcentual).

La pataleta del candidato fue sonora. «Bongbong» envió una petición urgente a la Comisión Electoral para detener el escrutinio porque, aseguró, los resultados mostraban «una tendencia alarmante y sospechosa», contraria a las encuestas a pie de urna. Si no fuera por su nombre y apellidos, la historia de «Bongbong» sería apenas un desencanto electoral más.

Pero el senador es hijo de Ferdinand Marcos, dictador que gobernó con mano de hierro entre 1965 y 1986. Ahora, 30 años después de que su padre fuera derrocado en un levantamiento popular, Marcos junior ha estado a punto de tocar poder.

En febrero de 1986, «Bongbong», entonces un joven veinteañero se vio obligado a huir con su familia a Hawai, tras las sonoras protestas contra la dictadura de su padre. Regresó en 1991 (su progenitor falleció en el exilio), iniciando una meteórica carrera política como gobernador, diputado y senador. La polarización política entre los defensores de la vieja guardia y quienes exigían un cambio radical alimentaron su ascenso en la política.

Saqueo del Estado

En pleno caos revolucionario, la primera orden ejecutiva emitida por la entonces presidenta, Cory Aquino, fue la creación de la Comisión Presidencial de Buen Gobierno (PCGG), para recuperar «toda la riqueza mal acumulada por el expresidente Ferdinand Marcos, su familia inmediata, parientes, subordinados y asociados». No era poco dinero. De acuerdo con una estimación posterior del Tribunal Supremo de Filipinas, la familia Marcos había acumulado unos diez mil millones de dólares. De todo ese expolio apenas se ha recuperado una ínfima parte.

El presidente electo, Rodrigo Duterte, ha prometido un gobierno de mano dura

La mayor paradoja es que, de obtener la vicepresidencia, «Bongbong», habría dispuesto de plena potestad para clausurar la Comisión Presidencial de Buen Gobierno.

El giro en las urnas hacia políticas autoritarias del pasado no solo queda patente en el fuerte respaldo al hijo de Ferdinand Marcos en las urnas. La victoria fue para el populista Rodrigo Duterte, de 73 años, que ha prometido un gobierno de mano dura. Acorde con su fama de «castigador», el presidente electo de Filipinas, tras arrasar en los comicios, ha revelado sus nuevas propuestas de Gobierno.

Su portavoz, Peter Lavina, anunciaba este martes la intención del mandatario de reformar la Constitución, así como de avanzar hacia un «sistema parlamentario y federal». El plan «requerirá un amplio consenso nacional que comienza con la petición al Congreso para que convoque una convención constitucional».

Con una ágil verborrea y el lenguaje del miedo por bandera, Duterte ha obtenido más de 15,5 millones de votos frente a los 9,3 millones de su rival, Mar Roxas. Su promesa de acabar con las mafias del narcotráfico y el crimen organizado ha sido determinante. Duterte ya ha asegurado que su presidencia será «sangrienta», y ha prometido acabar con todos los criminales «doblando el salario de los militares y policía, así como incrementando sus efectivos en tres mil».

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