Varios simpatizantes extienden un cartel de apoyo a Duterte
Varios simpatizantes extienden un cartel de apoyo a Duterte - EFE

Giro autoritario de Filipinas con la elección de Rodrigo Duterte

El alcalde de Davao arrasa en los comicios y anuncia su deseo de reformar la Constitución

- RANGÚN Actualizado: Guardar
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El recuento de votos apenas dibujaba un 83% del escrutinio, pero poco importaba. Quizá acorde a su fama de «Castigador» y sabiéndose victorioso, el nuevo presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte (73), quien ha arrasado en los comicios celebrados en el país asiático, disparaba ya sus nuevas propuestas de Gobierno.

Su portavoz, Peter Lavina, ha anunciado este martes la intención del mandatario de reescribir la Constitución, así como de reformar el Ejecutivo en un sistema parlamentario.

Para Lavina, el plan «requerirá un amplio consenso nacional que comienza con la petición al Congreso de la llamada a una convención constitucional».

De igual modo, entre otras medidas, el mandatario tiene previsto reproducir en todo el país la ordenanza de la ciudad de Davao, de donde es alcalde, que prohíbe la venta de bebidas alcohólicas a partir de la una de la mañana.

«Esta medida puede ser adoptada a nivel nacional a través de la consulta», reconoció Lavina a la prensa.

Eso sí, en esta moral de bolsillos llenos, los hoteles de lujo quedarán exentos del veto alcohólico.

Con una rápida verborrea y el lenguaje del miedo por bandera, Duterte ha obtenido más de 15,5 millones de votos (estos sí ya definitivos), por los 9,3 millones de su perseguidor más cercano, el candidato opositor Mar Roxas.

Su promesa de acabar con las mafias de tráfico de drogas y el crimen organizado ha sido determinante para lograr este apoyo masivo.

Duterte ya ha asegurado que su presidencia será «sangrienta», así como ha prometido acabar con todos los criminales «doblando el salario de los militares y policía, así como incrementando su fuerza en los tres mil miembros».

En el recuerdo, sus sangrantes lazos con los grupos de vigilantes o patrullas urbanas que sumergieron en los 90 a la ciudad Davao en el terror. Un liderazgo que le valió el apelativo de «El Castigador» durante su alcaldía (Human Rights Watch estima en más de un millar los muertos en Davao en ejecuciones extrajudiciales).

A nivel internacional, no obstante, su mayor altercado tiene nombres y apellidos. Recientemente, el candidato realizaba un controvertido comentario sobre la violación y muerte de una ciudadana australiana, Jacqueline Hamill, donde lamentaba, no tanto la agresión sexual, sino la belleza de la víctima. «El alcalde debió haber sido el primero», declaraba el ahora presidente (Hamill es una de los cinco misioneros asesinados en 1989 durante la toma de rehenes en la prisión de Davao. Otras 16 personas resultaron fallecidas).

La lucha por la vicepresidencia de Marcos Jr.

El giro popular hacia políticas autoritarias no solo queda patente en la elección de Duterte como mandatario. En su carrera por la vicepresidencia del país, el senador Bongbong Marcos ha obtenido un descatado respaldo popular, solo oscurecido por los números de la abogada Leni Robredo.

El apellido Marcos quizá les resulte familiar. Bongbong es hijo de Ferdinand Marcos, quien gobernara con mano de hierro Filipinas entre 1965 y 1986. Tras su expulsión del Gobierno, una investigación de la Corte Suprema estimaba la riqueza familiar en cerca de 10.000 millones de dólares. Tres décadas después, apenas se ha recuperado una ínfima parte.

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