Así es la GBU-43, «la madre de todas las bombas»

Dispone de un gran poder destructivo tanto en la superficie como bajo tierra, donde es capaz de arrasar estructuras a hasta 60 metros de profundidad.

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«Les voy a cagar a bombas». El Donald Trump agresivo y jactancioso de la campaña electoral explicaba así en un mitin cómo iba a acabar con Daesh. Lo dijo en noviembre de 2015, cuando quienes confiaban en su victoria en las presidenciales casi cabían en su avión privado. Ahora, ya con una experiencia de casi tres meses en la Casa Blanca, da muestras de su intención de cumplir la promesa de campaña. La aviación de EE.UU. lanzó este jueves en Afganistán la mayor bomba no nuclear de la que dispone su armamento. Su nombre es GBU-43/b Massive Ordnance Air Blast Bomb (MOAB, en sus siglas en inglés), aunque también se la conoce como «la Madre de todas las bombas».

Había sido utilizada en varias ocasiones aunque en pruebas bajo control, pero esta es la primera vez en la historia que EE.UU. la ha usado en el campo de batalla.

Se trata de un artefacto gigantesco, de casi diez metros de largo y 9.500 kilos de peso, de los cuales 8.165 se dedican a tritonal, un explosivo que mezcla dinamita y polvo de aluminio. El artefacto fue desarrollado en 2002 por Albert L. Weimorts Jr. en el laboratorio del Air Force Research de EE.UU. para las fuerzas armadas americanas. El 11 de marzo de 2003 Estados Unidos la probó por primera vez y rápidamente fue bautizada como «la madre de todas las bombas»

Está guiada por GPS y fue transportada por un avión militar MC-130. Cayó en el distrito de Achin, en la provincia de Nangarhar, un enclave remoto del Este de Afganistán, cerca de la frontera con Pakistán. El objetivo era un complejo de túneles y cuevas de Daesh, que se ha hecho fuerte en esta región montañosa.

La MOAB, cuya fabricación cuesta más de 300 millones de dólares, es una bomba cuya deflagración se produce en el aire, antes de tocar suelo, y que dispone de un gran poder destructivo tanto en la superficie como bajo tierra, donde es capaz de arrasar estructuras a hasta 60 metros de profundidad.

El proyectil es guiado al objetivo sólo durante la caída, por lo que no está considerado como un arma de precisión. Por ello, no es de extrañar que el Pentágono asegurara que, previamente, se tomaron todas las precauciones necesarias para evitar víctimas civiles.

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