La agonía de miles de centroamericanos para entrar a EE.UU: «Yo este muro me lo salto»

Más de 5.000 personas componen la caravana de personas que planifica en Tijuana cómo acceder al país norteamericano

Varios de los centroamericanos concentrados en Tijuana Adrián Espallargas

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«Necesitamos una estrategia común para cruzar a Estados Unidos», dice Carlos, un hondureño de 41 años que forma parte de la caravana de centroamericanos que se encuentra en Tijuana, ciudad mexicana limítrofe con Estados Unidos, donde sus miembros aún no terminan de definir cómo intentarán entrar en la primera potencia. «El plan era llegar hasta Tijuana y ya estamos aquí, pero ahora qué sigue», se pregunta desolado Carlos mientras mira fijamente a la valla fronteriza que divide Estados Unidos y México , muro que ha frenado en seco los sueños de los inmigrantes.

Y es que la incertidumbre sobre cómo pasar al otro lado del muro está creando una enorme división entre las 5.000 personas que componen la caravana. Nada había logrado detener al grupo que ha recorrido 4.500 kilómetros en menos de mes y medio, tiempo en el que han caminado durante largas jornadas bajo insufribles climas tropicales y atravesado ríos cargando a sus hijos en brazos. Sin embargo, el extremadamente vigilado muro por los 8.000 solados que ha enviado Donald Trump a la frontera ha dejado atascado al grupo en Tijuana, donde cada migrante baraja cual es el escenario con mayores probabilidades de éxito y que mejor se adapta a su caso personal.

«Yo me quiero quedar en México», dice un salvadoreño ; «nosotros pediremos asilo en Estados Unidos, queremos hacer todo legal», comenta María, una hondureña que viaja con su marido y dos hijos; «yo ese muro lo salto, no vine aquí para nada», desafía otro; «tenemos que ir todos juntos a la garita y entrar pacíficamente, somos tantos que sería imposible pararnos», concluye otro inmigrante. Cuatro personas, cuatro planes diferentes.

Opiniones de todo tipo

Trump aprobó esta semana un decreto dando permiso a sus soldados a disparar si los agentes son atacados por los extranjeros que intenten entrar ilegalmente. Sin embargo, algunos integrantes de la caravana no creen que los militares abrirían fuego contra ellos. Por eso, consideran simplemente las bravatas de Trump son una amenaza para desmotivarles. «No se van a atrever a dispararnos», dice confiado Daniel, también hondureño de San Pedro Sula, «aquí hay miles de mujeres y niños, sería una catástrofe humanitaria si hiciera eso», añade Daniel, quien considera que la mejor opción para el numeroso grupo es formar una avalancha humana para entrar en Estados Unidos «sin armar desorden».

Otros como Yeison, en cambio, creen que si trataran de cruzar todos «de golpe» serían efectivamente detenidos y devueltos a Honduras. Por ello, este salvadoreño de 23 años considera que lo mejor es quedarse «al menos un tiempo» en México, donde es más sencillo conseguir el estatus de refugiado. Yeison cree que toda la atención de la que goza la caravana es perjudicial para el grupo, por lo que lo mejor -en su opinión- es «esperar que las cosas se calmen» para tratar de entrar en Estados Unidos más adelante.

María, por su parte, piensa que podría tener más posibilidades de conseguir asilo en Estados Unidos que otros, ya que viaja con su familia huyendo de las amenazas de las maras –los pandilleros–. Portando varios documentos oficiales para mostrárselos a las autoridades migratorias, espera que su caso pueda ser resuelto favorablemente para que pueda quedarse en la primera potencia. «Yo quiero hacerlo todo bien» , dice María, «no voy a poner la vida de mis hijos en juego para atravesar a las bravas».

La caravana es extremadamente diversa y cada persona tiene su historia, sus problemas. Hay familias, mujeres embazadas, hombres que viajan solos, personas mayores y adolescentes. Sin embargo, hay dos factores que les han hecho salir de sus países y les han motivado a seguir juntos: huir de la pobreza y de la violencia en Centroamérica. Escapar de esa situación ha mantenido al diverso grupo unido a pesar de sus diferencias, pero una vez que han llegado a la frontera la utilidad de seguir juntos empieza a disiparse.

Por ello, la caravana celebrará una manifestación el domingo en la garita fronteriza de San Ysidro con la que esperan presionar al gobierno estadounidense para que les ofrezca una solución, una protesta en la que varios migrantes ponen sus últimas esperanzas en la fuerza de la caravana. «Yo no aguanto más, si el domingo no pasa nada, agarro y trató de cruzar la frontera por mi cuenta», advierte uno de los migrantes.

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