Caravana de inmigrantes en México: «Trump no nos va a detener»

La atención mediática y la presión de los tuits del presidente estadounidense ha hecho mella en el grupo, que comenzó con 2.000 personas y se ha reducido a la mitad

Inmigrantes que participan en la caravana, descansan en una iglesia de la ciudad de Puebla, en México AFP
Adrián Espallargas

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«Mi idea sigue siendo llegar hasta Estados Unidos. Trump no me va a detener». Así de claro lo tiene Marín, una hondureña que forma parte de la caravana de inmigrantes centroamericanos que atraviesa México y que a inicios de semana sacó de quicio al presidente de la primera potencia. Marín, de 40 años, descansa en Puebla tras varios días de viaje en la caravana «Viacrucis del migrante», cuyo objetivo es lograr que los inmigrantes lleguen a salvo a la frontera. «Cómo puede decir que somos terroristas», se pregunta, «tan sólo huimos de la violencia», concluye Marín, quien viaja con sus tres hijos menores de edad.

«Si me hubiera quedado me habría matado, estoy segura», afirma Marín, una víctima de violencia de género en Honduras

La caravana resiste a duras penas. Los amenazantes tuits de Trump dirigidos a México por no expulsar a los inmigrantes presionan para que las ONG renuncien a esta iniciativa y ya ha hecho mella en la unidad del grupo. « Éramos unas 2.000 personas, pero aún quedarán como 1.000 », dice Rodrigo Abeja, uno de los organizadores de la marcha convocada por la ONG Pueblos Sin Fronteras. Esto no significa, sin embargo, que los que han dejado la caravana se hayan dado la vuelta y vuelto a su país. Al contrario, muchos siguen hacia Estados Unidos, pero en grupos más pequeños que captan menos atención mediática. «Los que quedamos somos sobre todo mujeres, niños y familias. Los hombres que venían solos han decidido seguir por su lado», asegura Marín, quien en su camino hacia EE.UU. huye de los malos tratos que recibía de su marido en Honduras. «Si me hubiera quedado me habría matado, estoy segura», añade.

Otros prefieren quedarse en México. «Yo hasta aquí he llegado, y voy a pedir asilo para quedarme», dice Juan, inmigrante que no quiere darnos su nombre verdadero porque asegura que huye de las maras de El Salvador. Juan viaja con su hijo de 15 años y con un primo. Y vio en la «Viacrucis del migrante» –que se organiza desde hace una década– una oportunidad de cruzar México de forma segura frente a los enormes peligros que entraña la ruta. De acuerdo con un informe de Médicos Sin Fronteras, el 68,3% de los inmigrantes son víctima de la violencia a su paso por México . «Es peligroso llegar. Hay pandillas que te asaltan y, si cruzas la frontera, te puede agarrar la «migra» (policía de inmigración de EE.UU.)»

El endurecimiento de la política migratoria de Donald Trump ha desmoralizado a muchos centroamericanos que ansían llegar a EE.UU. Además de lo peligroso que resulta atravesar México, el Gobierno de este país ha aumentado exponencialmente sus controles y, como resultado, en 2017 deportó a 147.000 inmigrantes , en tanto EE.UU. expulsó a 96.000 en el mismo periodo de tiempo. Cada vez más inmigrantes centroamericanos se plantean quedarse en México, donde las peticiones de asilo aumentaron un 66% en 2017, según Acnur.

«En principio, la idea es que sigan a EE.UU. los que tengan casos de petición de asilo con posibilidades de prosperar»

«Los inmigrantes que quedan van a recibir asesoría legal. En principio, la idea es que sigan a EE.UU. los que tengan casos de petición de asilo con posibilidades de prosperar, lo que es un número muy reducido. Al resto les vamos a recomendar que se queden en México», explica Abeja, de Pueblos Sin Fronteras . Los organizadores de la caravana, en todo caso, dirán hoy si la caravana llegará hasta Estados Unidos o si acabará en Ciudad de México. Desde donde están actualmente, Puebla, les quedan más de 1.200 kilómetros por recorrer hasta legar al punto más cercano con la frontera estadounidense.

Atención mediática

De un lado, la presión a la que ha sometido Trump a México para que frenara la caravana ha sido negativa para el «Viacrucis del migrante». Pero, por otro lado, ha logrado dotar a esta iniciativa de una atención mediática que jamás había recibido en los diez años que lleva realizándose. «Indudablemente ha tenido su componente positivo porque más personas han podido conocer cuál es la situación de quienes escapan de la violencia», comenta Abeja, una atención brutal mediática para la que asegura que en Pueblos Sin Fronteras no estaban preparados.

«Yo me voy a quedar un tiempo en Puebla a trabajar, pero mi objetivo sigue siendo volver a Estados Unidos», dice Karina, quien vivió en la primera potencia durante cuatro años y fue deportada de vuelta a Honduras. Junto con su hija pequeña, Karina recorre por segunda vez este camino hacia el país en el que viven otros dos de sus seis hijos. «Tengo otros tres en Honduras. Espero llegar a Estados Unidos y, una vez ahí, tratar de juntar a toda mi familia. Sé que Dios me ayudará a conseguirlo», sentencia.

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