Máximo Kirchner, hijo de la presidenta argentina y candidato a diputado
Máximo Kirchner, hijo de la presidenta argentina y candidato a diputado

Kirchner postula a sus hombres más leales para mantener el poder tras las elecciones

La presidenta argentina presenta como candidatos a los miembros del «núcleo duro» de su Gobierno, con su hijo Máximo a la cabeza

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El kirchnerismo no está hecho para «tibios». La frase –y el término– resumen el pensamiento de la presidenta de Argentina. Cristina Fernández de Kirchner, además, sólo confía en los suyos, en la tropa que le ha demostrado lealtad suprema y, a su juicio, nunca la perjudicó ni política ni judicialmente (por acción u omisión). A esos, a sus buenos soldados y con especial predilección a los jóvenes entre ellos, los ha colocado como candidatos en puestos estratégicos para las elecciones generales de octubre que le pueden garantizar mantener el poder en la sombra, tras su despedida, el próximo 10 de diciembre, de la Casa Rosada.

El primer abanderado de la «causa K» será su hijo Máximo, cabeza de lista por la pequeña provincia de Santa Cruz donde su familia comenzó a amasar la fortuna que hoy posee

y que él mismo disfruta por herencia. El único varón de la viuda de Kirchner ocupa el primer puesto en la «boleta», lo que le garantizará su segura presencia en Diputados. A su lado, se sentarán sus colegas de La Cámpora, la organización política de los «jóvenes K», una tropa liderada en las listas de la Ciudad de Buenos Aires por el actual ministro de Economía, Axel Kicillof, y en la Provincia de Buenos Aires (donde se concentra un tercio del padrón) por el secretario general de la Presidencia, Eduardo «Wado» de Pedro.

Si las previsiones se confirman, y nada hace pensar que fallen, La Cámpora prácticamente duplicará su presencia en la Cámara baja y logrará instalarse en el Senado, donde estrenará escaño Anabel Fernández Sagastí, actual diputada camporista que preside la Comisión de Juicio Político.

El cuadro legislativo futuro, salvo que las cosas se les den peor que mal, vendrá, de nuevo, marcado por la letra «K». El gobernante Frente para la Victoria (FpV) tiene mayoría relativa en ambas Cámaras, y éstas no están en juego en su totalidad en los comicios.

Lo que se decidirá en las próximas elecciones –primarias mediante– es la ocupación de diferentes espacios que condicionarán en buena medida al sucesor de CFK en la Casa Rosada. Los comicios servirán para elegir al futuro jefe del Estado para los próximos cuatro años, renovar parcialmente el Congreso y el Senado y votar a los representantes del Parlasur, es decir, el Parlamento del Mercosur formado por Argentina, Uruguay, Paraguay, Venezuela y Brasil más otros socios.

En este escenario, difícilmente el oficialismo pierda el control del Poder Legislativo, donde, para recreo suyo, si el candidato presidencial kirchnerista Daniel Scioli y su compañero de fórmula Carlos Zannini –un hombre del círculo más íntimo de la presidenta– ganan las elecciones, éste último, por Constitución, será el titular de la Cámara Alta y la presidencia de la Baja quedará en manos de «Wado» de Pedro. Eso, si los conservadores Mauricio Macri y Gabriela Michetti (Pro) no logran que ese 60 por ciento de la población que pide cambio, según las encuestas, confíen en ellos.

Sobre estos objetivos del poder trabaja sin descanso un Gobierno donde los premiados por «la jefa» no son pocos y los marginados nombres, emblemáticos. Entre estos, el actual vicepresidente Amado Boudou (dos veces procesado por corrupción) y el canciller Héctor Timerman. Ambos se quedaron, por decisión de la presidenta, fuera de las papeletas. Dicho de otro modo, sin fueros frente a las causas judiciales que les acechan. En el caso de Timerman, aquella y aquellas que se vinculan al memorándum de colaboración con el Gobierno de Irán, en el que se basó el difunto fiscal Alberto Nisman para imputar a, entre otros, Cristina Fernández de Kirchner y a él mismo. Aunque la querella terminó siendo desestimada, no se descarta que resucite por otra vía. Entre otras razones, porque es inminente que se ratifique que aquel virtual tratado –aprobado después en el Congreso– fue inconstitucional.

Mientras unos se lamentan en las filas «K», otros celebran, como el ex canciller Jorge Taiana, el ministro de Defensa, Agustín Rossi, su antecesora en el cargo y actual embajadora en la OEA, Nilda Garré, el diputado y presidente de La Cámpora, Andres «el Cuervo» Larroque, el secretario de Seguridad, Sergio Beni, el ex ministro de Cultura y responsable de Asuntos Relativos a las Islas Malvinas, Daniel Filmus, o el titular de Planificación, Julio De Vido. Ellos sí tiene futuro. Ellos son los elegidos de «Cristina».

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