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Un yihadista portugués, realizador «estrella» de los vídeos del Estado Islámico

Nero Saraiva, cabecilla de un colectivo de yihadistas procedentes de las antiguas colonias africanas de Portugal

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La desmesurada crueldad del Estado Islámico encuentra en el exhibicionismo audiovisual su principal altavoz. Su estrategia del terror pasa por semejante propaganda macabra. Y resulta que el realizador videográfico «estrella» de tales atrocidades es un yihadista angolano con nacionalidad portuguesa, para estupor de la opinión pública del país gobernado por Passos Coelho.

«¿Cómo es posible que uno de nuestros compatriotas filme estas barbaridades?», se preguntan los ciudadanos lusos. Pues sí, es posible. Y esas imágenes son vistas en internet por miles de personas de todo el mundo, como si considerasen una prueba de valor el hecho de aguantar estoicamente ante esos sanguinarios despliegues.

Nero Saraiva, que así se llama el individuo, es sólo el cabecilla de un colectivo de yihadistas procedentes de las antiguas colonias africanas de Portugal.

Todos disponen, sin problemas, de la nacionalidad lusa.

Este colectivo de cinco terroristas se radicalizó definitivamente hace unos tres años durante unos «ejercicios» en Londres, donde se dejaron ver por algunos de los barrios más radicales de la metrópoli británica. De ahí saltaron a Siria, feudo en el que se enorgullecen de las técnicas aprendidas en Europa.

Saraiva ha conseguido labrarse un perfil de experto en realizaciones videográficas, algo que ha seducido a la dirección del Estado Islámico, consciente de que su guerra no sólo se juega en el terreno de la barbarie sino en el de la ostentación de esas acciones despiadadas que causan el pánico allá donde se difunden.

Este caso de yihadistas portugueses confirma que los ciudadanos europeos y norteamericanos ocupan puestos clave en el organigrama del Estado Islámico, como pudo comprobarse recientemente en París con los terroristas dotados de pasaporte francés que atentaron contra la sede de «Charlie Hebdo».

Esta circunstancia hace mucho más difícil controlarlos en territorio continental, pues tienen derecho a la libre circulación siempre que no tengan antecedentes policiales, como les ocurre a muchos de los que pierden la cabeza por debutar en la macroestructura del Estado Islámico.

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