El padre Apeles debuta como cantante: «No pienso volver al ‘circo’, esto es solo un divertimento»

‘Baila la vida’ es el videoclip con el que vuelve a la carga el famoso cura de la televisión, que nos habla de su depresión, de María Teresa Campos y de Rocío Carrasco

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¿Qué fue del Padre Apeles, el famoso cura y colaborador de los programas del corazón?

El padre Apeles

Antonio Albert

Podemos llamarle padre Apeles o capitán Apeles porque ahora es soldado raso de Dios y mando del Ejército de Tierra, aunque reservista. «No estoy para ir a dar tiros, lo mío está relacionado con la Cultura. He llegado a dar clase en el Estado Mayor». El cura más famoso de la televisión de los 90 no abandona el ‘clergyman’, pero sí su faceta como polemista para presentarse como cantante: «Me pidieron muchas veces que grabara un disco, pero no era el momento». Este jueves, acompañado por la voz de Kevina Kul, la guitarra de Pedro Elipe y al piano, Sergio Kuhlman, Apeles ha presentado el videoclip de ‘Baila la vida.’ Pero no estamos ante el regreso triunfal del padre Apeles, es otra cosa: «No pienso volver al circo, esto es solo un divertimento».

Y hay razones que explican la oportunidad de esta aventura musical: «Es un bolero que habla de la depresión, algo por lo que he pasado y que conozco bien». La suya es congénita, «hay antecedentes maníaco-depresivos en mi familia», pero reconoce que esa vida loca por los platós influyó en el proceso: «Empecé tomando pastillas para dormir. Luego, a mezclarlas con whisky para potenciar la sensación de letargo. Al final acabé sin querer levantarme de la cama». Tras la desintoxicación y la medicación adecuada, Apeles comenzó un nueva vida: primero en Ferrara, Italia, al frente de un archivo histórico; ahora, en Roma, como investigador de la Historia de la Iglesia. Viaja, lee, estudia y tiene superada esa otra vida mundana que le procuró tanta popularidad como problemas: «Aunque hay momentos de nostalgia, de cierta melancolía». Sobre todo al recordar algunos nombres con los que compartió horas de pantalla. Hay algo de amargura en Apeles al recordar a María Teresa Campos : «Me da mucha pena que no asuma que es tiempo de retirarse. ¡Que trabajen sus hijas! Ella es una gran periodista, pero su momento ya pasó. Podría dar conferencias, escribir un libro, pero la televisión está en manos de las nuevas generaciones. Ella dejó el listón muy alto. En eso fue muy listo Sardá, que entendió que no podía llegar más lejos y cortó por lo sano».

También muestra su sorpresa ante lo descubierto por la docuserie de Rocío Carrasco: «La conocí cuando me llamaron de Canal 9 -la extinta cadena autonómica valenciana en la que se gestó ‘Tómbola’- para machacarla en un programa y lo cierto es que al final nos hicimos amigos. Luego presentamos juntos ‘Cita con Apeles’, en Telecinco, donde me sorprendió su humildad y su discreción. Su testimonio en ‘Rocío: contar la verdad para seguir viva’ me impactó porque nunca imaginé por lo que estaba pasando. Nunca hablaba de eso, se lo callaba todo. Eso sí, yo no lo habría contado, no lo habría hecho así, pero si le sirvió para liberarse de esa carga, bien por ella. Coincidimos hace unos meses y le comenté que, de haberlo sabido antes, habría estado más cerca de ella. Me lo agradeció. La noté muy entera y con ánimos, lo cual me alegró».

El padre Apeles, en el año 82

Cómo empezó todo

La foto fue tomada en la plaza de la Sagrada Familia. Corría el año 82, España vivía los Mundiales. En Radio Miramar, cada sábado por la mañana se realizaba al aire libre el programa ‘Niñolandia', que contaba con las actuaciones de Los Naranjitos, un grupo infantil bautizado así por la horrorosa mascota española, y con la presencia de un precoz colaborador, Josep-Apel-les de Santolària de Puey i Cruells, ahora más conocido como padre Apeles (55 años). «Siempre fui un niño rebelde , pero también un poco vago. En clase sacaba notables, pero mis padres sabían que yo no estudiaba nada, así que me castigaban y no me dejaban salir de casa. Los sábados por la mañana me levantaba temprano y me escapaba en secreto para ir a la radio. Sentía una fascinación absoluta por la radio desde que descubrí a Encarna Sánchez . Todo lo que me digas de ella ya lo intuía yo a los once años. Que era una demagoga, una ignorante, un bicho; sí, pero esa mujer tenía una fuerza hipnótica que te dejaba pegado al transistor. Un verano que ella estaba de vacaciones, entré por teléfono en el programa que hacía su sustituta, Julia Bustamante, para hablar de la guerra de Libia y a ella le impresionó la seguridad yo la que yo ponderaba sobre el conflicto. Me propuso colaborar y no me lo pensé dos veces», cuenta.

Con los años llegó a los informativos de Radio Vaticana, hasta que Javier Sardá se cruzó en su camino: «Primero me llevó a ‘La ventana’, que fue una de las épocas más felices de mi vida. Luego llegaron ‘Moros y cristianos’ y ‘Crónicas marcianas’. Salí por televisión un viernes y el lunes siguiente ya no pude coger el metro». La fama llegó de golpe, como un tsunami que lo arrasó todo. Hasta su vida: «Me arrepiento de la inconsciencia con la que hablaba, de los conflictos que alimenté. Era muy joven. Esa fama descontrolada acaba por desequilibrarte. Incluso tiempo después de dejarlo todo, sentía un sobresalto cuando sonaba el teléfono temiendo que fuera un nuevo escándalo, alguna denuncia. Luego el teléfono dejó de sonar. Al final asumes qué tipo de calaña se mueve en este mundo egoísta en el que todos actúan por interés». Apeles dejó la televisión y la televisión le dejó a él: «Me pedían lo que yo ya no podía dar». Los únicos que siguieron llamándole le tentaban con un ‘Deluxe'. Ha rechazado todas las ofertas: «Hay gente con la que es mejor no mezclarse». Lo sabe por experiencia.

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