El motivo por el que Rocío Jurado eligió a Ana Iglesias como albacea

La abogada le entrega una carta por sorpresa en la que le explica por qué su madre tomó esas decisiones

Rocío Carrasco contra su familia 'mediática': «Con este programa ellos se aseguran meses de trabajo»

Ana Iglesias y Rocío Jurado

Antonio Albert

Esta funcionalidad es sólo para registrados

En un momento del capítulo 0 de ‘En el nombre de Rocío’, irrumpe en plató Ana Iglesias , albacea de Rocío Jurado, para entregarle una carta sorpresa a Rocío Carrasco. Abogada y confidente de ‘La más grande’, nunca ha querido participar en ninguna entrevista, en ningún debate, en ningún reportaje sobre la artista o su familia. Sin embargo, sus palabras están para acompañar a la hija de su gran amiga: «Puedes hacer uso del contenido de esta carta e, incluso, puedes hacerla pública, pero no contéis conmigo para que haga declaraciones a los medios porque no sería fiel ni a mí misma ni a ella».

Ana Iglesias recuerda cómo conoció a la Jurado en 1986, siendo vecinas, dedica cariñosas palabras para «dos personas entrañables», al abuelo Antonio, «al que recuerdo paseando por delante de la casa», y «al muy leal y divertido secretario, Juan de la Rosa, de quien contaba tu madre que era su primer fan en Madrid. Os adoraba, a ella y a ti». Rocío recuerda con mucho cariño “al tío Juan, la persona más leal que ha tenido mi madre».

Pero la carta de Ana incluye también un dardo envenenado para Amador Mohedano: «En aquella época, tu madre trabajaba con muy buenos profesionales (…) Amador era exclusivamente director artístico, es decir, el que se encargaba de la parte artística, de la puesta en escena, de la contratación de músicdss y de las empresas de luz y sonido especialmente». Pero lo que a continuación dice la carta sobre su tío queda en el más absoluto secreto. Rocío no da permiso para su lectura, retomando con una premisa importante: «Mientras tu padre vivió con tu madre, ejerció de freno a la intención de Amador de asumir las funciones de los demás profesionales».

Así se explica la relación entre Pedro Carrasco y Amador: «Por eso lo tenía cruzado». Pero la albacea de Rocío Carrasco tampoco confiaba en Amador: «Pasó a ocupar competencias para las que, en mi opinión, no tenía preparación». Rocío Carrasco es más precisa, incluso: «No tenía ninguna». Y la carta apunta a problemas financieros debidos a una mala gestión: «Esto coincide con el gran despliegue profesional de tu madre, lo que conllevaría un aumento de la facturación. Al cabo de un tiempo, tu madre empezó a notar que las cosas no se hacían bien, al enterarse que muchos pagos se hacían con recargos por ser pagados fuera de plazo y me pidió que estudiara el funcionamiento de la actividad». Lo que la abogada sugiere es, pues, que Rocío no se fiaba de su hermano o, por lo menos, cuestionaba su forma de trabajo. Ana hizo unos informes, Rocío tiene esos informes.

Ana Iglesias le recuerda a Rocío que sus decisiones cuando era joven le hicieron mucho daño a su madre, también cómo vivió la sentencia contra Antonio David y, sobre todo, la constatación de los problemas con el pequeño David. Así las cosas, viendo el patrimonio y la lista de legados que dejaba, la albacea tomó decisiones que afectaban al reparto: «Tus tíos se creían que se estaban repartiendo la herencia de una madre, no los bienes de una hermana. No es frecuente dejar tantos legados a hermanos, sobrinos y terceros cuando el testador tiene hijos, que son los legítimos».

Todo ello lleva a la abogada a pensar las razones de Rocío Jurado para elegirla : «Estoy segura de que tu madre me confió esa tarea a mí para protegerte a ti. Me nombró albacea sabiendo mi opinión sobre tus tíos, que me fui formando por lo que yo veía». Llegados a este delicado punto, Rocío es contundente: «Esto significa que sabía que si mi madre llega a fallecer sin dejar a la jauría bien servida, me iban a comer. Pero al final es algo que no ha podido evitar, porque ellos son como son y quieren más». Y avisa a quienes se creen lo de que su familia está preocupada por si cuenta algo malo de su madre: «Son unos hipócritas, son malas personas».

Y, como siempre, lo mejor llega al final. Es lo que llamamos el ‘chimpún’. Por si todo lo que la albacea ha dejado por escrito fuera poco, Rocío muestra un testamento anterior al oficial, encontrado por casualidad. Su contenido, próximamente. Va a traer cola. Y no de bata, precisamente.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación