Gastronomía

Lhardy se salvará de su quiebra si prospera el acuerdo de compra firmado con Pescaderías Coruñesas

El centenario restaurante madrileño entró el pasado mes de marzo en preconcurso de acreedores

Lhardy: el templo del banquete en cuyas mesas se fraguaron casi dos siglos de historia

Fachada de Lhardy en la carrera de San Jerónimo de Madrid ABC
Adrián Delgado

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Un centenario que salva a un centenario. Así se puede resumir el movimiento con el que Pescaderías Coruñesas ha dado esperanza a Lhardy, el emblemático restaurante de la Carrera de San Jerónimo en Madrid que estaba al borde de la quiebra. Tres meses, desde que el pasado mes de marzo firmara el preconcurso de acreedores, era el plazo que sus actuales propietarios se marcaban para encontrar a alguien que quisiera hacerse cargo de su delicada situación económica. Poco más de mes y medio después, un acuerdo de compra por parte de Pescaderías Coruñesas podría poner fin a la agonía de uno de los iconos gastronómicos de Madrid , tal y como avanzó Expansión este jueves 15 de abril y ha podido confirmar ABC con fuentes cercanas a la operación. Las mismas detallan que el citado acuerdo contempla el traspaso del restaurante –con el compromiso de no alterar su esencia histórica–, la compra del edificio entero que alberga Lhardy, su tienda, las oficinas y pisos. Sin embargo, inciden en que frente a lo publicado en otros medios de comunicación la sociedad adquiriente «no se haría cargo en su totalidad de las deudas que acarrea».

Como viene informando ABC, la pandemia ha puesto la puntilla a este histórico establecimiento abierto en 1839 y en manos de la actual familia propietaria desde 1926. «Tenemos tres meses para intentar que el restaurante no quiebre», explicó a este diario Javier Pagola , gerente y nieto de los antiguos propietarios que se hicieron con el local en 1926, cuando se hizo pública la noticia. Su amenaza de desaparición – su tienda, su obrador y su restaurante siguen abiertos – generó un enorme impacto en la sociedad madrileña, la misma que un día le hizo ser el gran restaurante de la capital y que de un tiempo a esta parte dejó de visitar con la asiduidad que acostumbraba otrora. Ahora, tal y como ha podido saber este diario por las mencionadas fuentes, viven esta noticia con una mezcla de «alivio y tristeza».

Los problemas de Lhardy, como contó entonces Pagola a este diario, han sido varios más allá de la pandemia. Entre otros, ocho años de obras del complejo Canalejas justo en la puerta del local y, de ellos, los últimos seis con una valla de obra delante de ella han hecho mucha mella. También fueron muy críticos con las restricciones de Madrid Central. Por último, la ausencia de turistas internacionales durante el último año ha sido el remate. «Al final nos hemos quedado sin músculo financiero», afirmaban.

Ahora, aunque lejano, está más cerca de materializarse el sueño de que Lhardy vea cumplir en 2026 un siglo de la célebre tienda-restaurante . Ya no estará en manos de la actual familia propietaria pero quedará en las de otro negocio centenario de Madrid que incluye tres restaurantes –El Pescador, O’Pazo y Filandón– y la marca de eventos Albada. Fue fundada en 1911 y está bajo el control de la familia García Azpiroz desde que Norberto García –abuelo de los actuales administradores– comprara en 1956 a Luis Fragío Babío la sucursal de las Pescaderías Coruñesas que había en la calle Recoletos, 12. Antes de Fragío estuvo en manos de su fundador, Luis Lamigueiro, quien se encontró con fuertes problemas de liquidez en los años 30 que le obligaron a vender el negocio.

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