Qué es mejor: avisar antes a tu hijo de que le van a pinchar o decírselo en el momento

La pediatra Lucía Galán explica las claves para que los niños sufran menos cuando van a consulta

La pediatra también aconseja sobre la conveniencia o no de comprarles algo después de ser pinchados
Laura Peraita

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La pediatra Lucía Galán ha querido con su último libro «Cuentos de Lucía, mi pediatra» echar una mano a los padres que se preocupan por sus hijos y, sobre todo, por su salud. En las páginas de este libro ofrece una serie de historias para que padres e hijos puedan disfrutar juntos «de la lectura en papel», mientras aprenden un poco más de cómo funciona el cuerpo humano y lo que es bueno para los más pequeños de la casa.

En una entrevista con ABC Familia, Lucía Galán confesó que muchos niños tienen miedo al pediatra porque los padres amenazan a sus hijos diciéndoles «como no te lo comas todo, te voy a llevar para que te pinchen». Con ese tipo de mensajes, no les ayudan. y, además, los pediatras no pinchamos, ¡son las enfermeras!», aclara.

Aconsejo siempre ir con la verdad con delante. Hay que informarles. Con los niños se puede hablar casi de cualquier tema eligiendo las palabras adecuadas. Lo que realmente llevan mal, al igual que los adultos, es ir a un sitio sin saber qué va a pasar, qué le van a hacer, cuánto tiempo tiene que estar allí... Lo ideal es explicarles paso a paso qué va a suceder. Contarles que vamos a ir a la consulta y primero hablaremos con el pediatra, luego te va a quitar la camiseta, te escuchará el corazón con un aparatito, te pondrá una vacuna para que no te pongas malito... Cuando tienen su esquema claro y consciso de lo que va a ocurrir pierden el miedo y están más tranquilos. Los pediatras también debemos explicarles lo que le vamos a hacer con antelación: «ahora voy a mirarte los oídos con un aparatito; ahora te voy a pesar...».

Después del típico análisis de sangre, ¿es adecuado comprarles un detalle para premiarles por su valentía y apaciguar su sufrimiento?

No. Para nada. Soy defensora de los reconocimientos afectivos del tipo «cariño, qué orgullosa estoy de ti. Te hemos puesto la vacuna y has llorado un poquito porque duele un pelín, pero enseguida se te ha pasado. Estamos muy orgulllosos. Y, además, de esta forma conseguiremos que no te pongas malito, que puedas ir al paque al cole, a los cumpleaños... ¡Muy bien cariño, te doy la enhorabuena!». Esos mensajes valen más en su autoestima que cualquier juguete.

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