Eva, hija de padres alcohólicos: «Me avergüenza mucho la familia que me ha tocado»

El ocultamiento del excesivo consumo de alcohol por parte de un familiar convierte a la pareja e hijos en víctimas y sufridores de una enfermedad destructiva que necesita mayor visibilidad y atención médica. «Te produce bochorno que tu familiar beba y por eso le cubres, a él y a todo lo que hace», aseguran

Foto: Isabel Permuy / Vídeo: David del Río
Laura Peraita

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Los padres de Eva son alcohólicos. Ella confiesa a ABC que de pequeña no entendía muy bien lo que pasaba en casa porque la enfermedad del alcoholismo es muy desconocida y las situaciones extrañas que iban ocurriendo se atribuían a cualquier cosa, menos al alcohol. «A ello se añade el problema de la negación: el que bebe niega que lo hace y los familiares ocultan que su ser querido bebe y también tratan de tapar las consecuencias de que lo haga. Te das cuenta de que falla algo en la familia, pero no sabes lo que es porque todo está soterrado. Se va creando como un volcán de emociones, siempre negativas, y de vez en cuando explota: hay gritos, irracionalidad, falta de salud, de respeto... No es que no haya cariño, pero cuando hay un progenitor alcohólico los hijos perciben su ausencia porque está bebiendo y el familiar que lo cuida tampoco está presente por estar pendiente del bebedor. Además, la familia se va encerrando, ya no quieren ni que acudan a casa los amiguitos de los hijos para que no perciban nada de lo que allí ocurre. Llega entonces el aislamiento . Sabes que pasa algo, pero no entiendes qué. Sientes mucho dolor y desconcierto porque ves que el mundo fuera de tu casa es muy distinto».

Por cada alcohólico hay como mínimo siete personas afectadas: sus padres, la pareja, los hijos, los hermanos...

Eva, como hija, se siente la parte más dañada de la situación. «No entendemos nada porque vivimos en un mundo distorsionado (a veces con situaciones muy dramáticas) desde pequeños . En un hogar de alcohólicos, los hijos hacen de madre y padre de sus progenitores. Hay que atenderles a todas horas. Por cada alcohólico hay como mínimo siete personas afectadas: sus padres, la parejas, hijos... Es una enfermedad que tú no has creado, pero te sientes culpable y, por ello, tratas de estar todo el tiempo muy pendiente y ser perfecta para que nada se tuerza en casa. Cuando se gastan el dinero en bebida, les cubres la factura de la luz; cuando montan una bronca con un vecino, acudes a disculparte; cuando hacen un destrozo, corres a arreglarlo... Nos pasamos la vida facilitándoles su vida. Sentimos mucha vergüenza; nos avergüenza mucho la familia que nos ha tocado. Te produce bochorno que tu familiar beba y por eso le cubres, a él y a todo lo que hace. Procuras por todos los medios que haya armonía porque en cualquier momento y lugar salta la chispa y estalla una batalla».

En un hogar con alcohólicos, los hijos hacen de madre y padre de sus progenitores

Explica que la enfermedad se apodera del bebedor. « A pesar de cuidarles, te insultan, te humillan... y tienes que asimilar que no están hablando ellos; es su enfermedad quien te insulta y te humilla. Hay que aprender a disociar, aunque sea difícil. Es necesario hacer un ejercicio de desprendimiento emocional porque hacen cosas horribles y tú a veces estás al lado y tienes que diferenciarte de ello y distinguir entre la enfermedad y la persona que quieres ».

Para Eva, vivir esta situación le llevó a tener emociones muy contradictorias. «Yo misma tenía la sensación de que estaba loca porque contaba cosas que me pasaban en casa y a nadie le parecían tan graves, ni siquiera a muchos profesionales de la salud. Los familiares no queremos reconocer que estamos enfermos, pero lo estamos; no solo emocionalmente, sino físicamente porque desarrollamos enfermedades autoinmunes y también porque desde pequeños no hemos sido atendidos correctamente porque nuestro padre bebía y nuestra madre estaba más pendiente de él que de lo que nos pasaba a los hijos».

Denuncia que a los familiares no les atiende nadie , a menos que encuentren un médico muy especializado en esta enfermedad, pero explica que frecuentemente no se centran en que tienen un familiar alcohólico y la mayoría diagnostican una depresión. Sin embargo, en 2013 Eva conoció Los Grupos de Familia Al-Anon para familiares y amigos de alcohólicos y fue su tabla de salvación. Se trata de una organización que planifica reuniones semanales donde los afectados charlan de manera anónima y confidencial sobre sus experiencias y se sienten comprendidos y se apoyan para mejorar su situación. Nació en 1951 en Estados Unidos y llegó a España en 1963. En nuestro país acuden por todo el territorio nacional 600 personas y actualmente hay 25.000 grupos en 120 países.

«Con un familiar alcohólico no puedes ni pensar en una carrera profesional porque estás inmerso en un gran embrollo en tu hogar del que no levantas cabeza porque a cada momento, a cualquier hora, el bebedor genera una nueva situación que no se puede controlar»

En estas reuniones Eva se sintió comprendida. « Pude tener un poco de paz mental porque estás en una lucha contra gigantes, gigantes de humo porque no sabes contra lo que estás luchando». Señala con alivio que empezó a crecer como persona. Su objetivo ahora es estar serena y vivir «porque los hijos somos supervivientes tras pasar por situaciones muy duras. Con un familiar alcohólico no puedes ni pensar en una carrera profesional porque estás inmerso en un gran embrollo en tu hogar del que no levantas cabeza porque a cada momento, a cualquier hora, el bebedor genera una nueva situación que no se puede controlar. Yo antes pensaba que estaba condenada toda mi vida a ocuparme de una carga insoportable y ser una persona triste e infeliz, pero he logrado ser normal».

Luces rojas

La familia, sin duda, sufre un verdadero infierno cuando convive con un alcohólico, siendo la pareja y los hijos los más afectados. Son muchos los estudios que afirman que esta realidad repercute muy negativamente en la personalidad de los hijos y desarrollen problemas de conducta o trastornos, dificultades de aprendizaje... e, incluso, alteraciones en el estado físico: colitis, migrañas, úlceras, obesidad, ansiedad, depresión... Desde los grupos de familia de Al-Anon consideran que los niños con problemas de alcohol en su familia podrían ser detectados precozmente por el profesorado, los pediatras u otro personal socio-sanitario que esté en contacto con ellos con el fin de prevenir el desarrollo de las complicaciones que deriva esta situación familiar. Sin embargo, los profesionales implicados tienen dificultad para abordar a estas familias por falta de tiempo, recursos, temor a equivocarse o a violar la privacidad de los asuntos familiares.

«Aparentemente, la bebida te hace sentir bien, te sube la moral. Bebes por las alegrías, después también por las penas... Pero al día siguiente llega la resaca y una vida descolocada»

Carlos entiende muy bien la situación sufrida por Eva. Él lleva 38 años sin beber pero sabe muy bien lo que es hacer daño a la familia por culpa del alcohol. No olvida que en su juventud se emborrachaba porque era la forma de disfrutar de su ocio. Las resacas fueron cada vez más fuertes e, incluso, tuvo lagunas mentales. No recordaba nada del día anterior... « Son luces rojas que te indican que hay un problema que te lleva a la autodestrucción . Aparentemente, la bebida te hace sentir bien, te sube la moral. Bebes por las alegrías, después también por las penas... Pero al día siguiente llega la resaca y una vida descolocada. Fui a una psicóloga conductista, a que me dieran acupuntura, a psicoanálisis... Son prácticas estupendas, pero no me ayudaron a mi objetivo: olvidarme del alcohol».

Parar de beber 24 horas

Con 28 años localizó Alcohólicos Anónimos con todo el escepticismo de intentar dejar la bebida una vez más. «En esta asociación encontré reuniones anónimas y confidenciales en las que no se buscan las causas de la adicción, sino la fórmula para parar , primero por 24 hora horas, de tomar un trago, hasta que llegas a la sobriedad permanente. Conocí a personas que sentían lo mismo que yo y que pertenecen a todo tipo de capas sociales. Al principio no le das la importancia que tiene al hecho de escuchar los casos de los demás, de tomar la palabra... pero te ayuda a volver a casa con ideas y experiencias que te fortalecen respecto al alcohol . Por un lado, en tu vida está el alcohol y, en el otro lado de la balanza, la construcción de estas defensas para no tomar contacto con él. Te motivas a superar circunstancias y pasar los días sin beber».

En la asociación cuenta con mucha literatura de apoyo al bebedor

Asegura que al dejar la bebida se recupera la autoestima, la dignidad y la brújula de la vida «porque antes me levantaba por la mañana en busca de la cerveza que te hace sentir mejor. Hoy me he convertido en otra persona. Nada que ver con cuando un día tenía un accidente de tráfico, otro señales en el cuerpo por peleas... Cuando una persona deja de beber, todo alrededor se tiene que ajustar, pero al final la sensación del primer año es importante y cinco años también es una frontera clave para un alcohólico. Tuve la sensación de que había vencido a mis demonios interiores ».

«Siempre hay temor y respeto a ciertos momentos: Llega la Navidad, una boda... y todo el mundo levanta su copa y brinda. Esas situaciones hay que superarlas. Al alcohol siempre le tienes miedo»

Recuerda que siempre hay temor y respeto a ciertos momentos. «Llega la Navidad, una boda, un bautizo... y todo el mundo levanta su copa y brinda. Esas situaciones tienes que superarlas. Al alcohol siempre le tienes miedo. Nunca se lo pierdes porque hace mucho daño. Lo bueno es que ahora la gente se cuida y muchos ni lo prueban y no necesitas dar excusas porque antes tenías que decir que estabas malo o tomando antibiótico para que no te miraran raro».

«Mañana lo dejo, juro que no voy a beber más»

Al igual que Carlos, Antonio, miembro de Alcohólicos Anónimos, reconoce que la familia es el primer eslabón que detecta un consumo problemático y también es la primera afectada . Explica que es habitual que los familiares quieran resolver el problema de la mejor manera posible, pero a veces, cuando el consumo y los problemas derivados van a más, se buscan alternativas o respuestas que no son las más adecuadas. No por falta de buena intención, sino porque la situación se va desbordando día a día.

«Comencé a tener síntomas: temblores, necesidad de beber cuando iba a una entrevista de trabajo, a trabajar, a algún acto especial, porque me hacía sentir mejor. Pero todo era ficticio, era lo que mi mente me quería hacer creer. Una realidad distorsionada»

Él sabe muy bien de lo que habla porque logró dar su último trago hace tres años gracias al apoyo de otros bebedores que conoció en Alcohólicos Anónimos. «Me di cuenta de mi grave problema porque no podía parar de beber; el alcohol me controlaba. Empecé con 14 años. Ya en la Universidad mis compañeros me comentaban que bebía más y muy rápido. Comencé a tener síntomas como temblores, necesidad de beber cuando iba a una entrevista de trabajo, a trabajar, a algún acto especial, porque me hacía sentir mejor. Pero todo era ficticio, era lo que mi mente me quería hacer creer. Una realidad distorsionada. Continué bebiendo todos los días, me emborrachaba muchas veces. Tenía lagunas mentales, gastaba mucho dinero, no sabía con quien había estado la noche anterior y llegó el momento de querer dejar de beber y no poder. En cada resaca me juraba dejarlo: "mañana lo dejo, nunca más voy a beber", pero no cumplía. Seguí bebiendo. Sufriendo. Y haciendo daño a mi familia porque hice verdaderas burradas. Me dieron un ultimátum: o buscas solución o te vas de casa».

Reconoce que salía con la idea de tomar dos copas y tras la primera ya no podía parar. «Me vi descontrolado y sabía que necesitaba ayuda. Fui a un psicólogo, pero yo no le decía toda la verdad y le mentía —aunque a mí el primero— ; es decir, tampoco dejé que me ayudara. Luego fui a un psiquiatra y me dio medicación para no beber y estar más sereno, pero en mi caso no funcionó», lamenta Antonio.

«Solo vivimos el presente porque creemos que cualquier alcohólico, cualquier borracho, puede dejar de beber por 24 horas»

Localizó en internet a la Asociación de Alcohólicos Anónimos que contaba con 75 grupos en Madrid y se atrevió a dar el paso. «Desde ese mismo día dejé de beber. Me sentí comprendido, no juzgado, y como en casa hablando el mismo idioma ». Explica que en la asociación no son contrarios a la ayuda médica. «Todo lo que sea bueno para dejar de beber es bueno. Solo somos expertos en compartir lo que nos ha ocurrido y no nos metemos en temas de Psicología ni Psiquiatría. Nuestra recuperación depende de hablar con otro alcohólico una media de tres veces a la semana. En vez de contar cómo nos sentimos a la pareja, que no entiende lo que supone tener ganas de beber, estar inquieto, con bajón... se lo contamos al compañero que está en nuestra misma situación y empatiza».

Las reuniones son gratuitas, anónimas y confidenciales

Todos los que acuden saben que es una enfermedad incurable, progresiva y mortal —como declara la Organización Mundial de la Salud (OMS)— «pero con nuestras charlas nos vamos recuperando, logramos frenar la enfermedad y lo hacemos por 24 horas, que es uno de los principios que trabajamos: pensar en hoy, mañana ya se verá. Solo vivimos el presente porque creemos que cualquier alcohólico, cualquier borracho, puede dejar de beber por 24 horas. Yo sé que hoy no voy a beber porque asistir a la reunión me da fuerza».

Todos los asistentes a estas citas gratuitas tienen el compromiso de estar sobrios en la reunión para extender la mano al alcohólico que también quiere dejar la bebida. « Al recién llegado le cuento dónde estuve, donde estoy y dónde no quiero estar . Aprendemos a vivir con valores —asegura Antonio—. El que bebe es egoísta, egocéntrico, tiene soberbia... Son defectos que se van corrigiendo para adquirir principios como la humildad, la honestidad (porque el alcohólico es muy mentiroso, con uno mismo y los demás), adquirir serenidad, paz y sentir felicidad y ser consciente de ella».

Información de interés:

Al-Anon: 93 201 21 24 https://al-anonespana.org/

Alcohólicos Anónimos: 985 566 345 http://www.alcoholicos-anonimos.org/v_portal/apartados/apartado.asp

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