«Es hora de enseñarles a ser mejores personas. Este es el verdadero desafío de la era de las pantallas»

Nora Rodríguez es pionera en el estudio de la violencia escolar en España

S. F.

Cada vez que se regala un artilugio que no pesa y no huele, como un IPhone, a un niño o a un adolescente, se le está autorizando no solo a que exponga su imagen ante miles de desconocidos, sino también dando veladas instrucciones sociales. Así lo asegura Nora Rodríguez, escritora, educadora, ensayista y conferenciante en pedagogía e innovación. «Como por ejemplo que tendrá que saber adaptarse a que, en algún momento, será juzgado y criticado, y a que no le importe, porque esas son las reglas del juego. ¿Por qué habría entonces de importarle hacerlo él con otros? Controlar y ser controlado es parte de la moda tecnológica, y lo entienden como algo justo. Sin embargo, es que en este juego en donde mejor se cuece el bullying».

Hoy el bullying, prosigue, no es únicamente el resultado de un conflicto que se agravó por haberse mantenido en el tiempo sin una resolución efectiva. Tampoco es sólo consecuencia de un ejercicio de poder de un matón. «Hoy también se gesta como consecuencia de un ejercicio de control permanente donde hacerlo a otros les ayuda a aliviar el dolor de tener que estar siempre visibles y en el punto de mira», asegura Rodríguez.

«¡Dejemos de culpar a los niños y a los adolescentes! Es el momento de educar en otra dirección, para que tener un móvil no signifique entrar en una ruleta rusa con el único fin de liberar la angustia por sentir la desconexión de un ser humano con otro ser humano en pos de estar pendiente de una pantalla», apunta.

Desafío evolutivo

« Dos millones de alumnos tan solo en España sabemos que lo cuentan . El resto, aún están en la primera fase de este juego de ser juzgados (y a menudo avergonzados) que parece ser propio de un mundo hiperconectado. Luego, si no es parado a tiempo, vendrá la fase de la incertidumbre, y posteriormente la culpabilización, tercera fase del proceso, que en casos extremos el suicidio. Pero tengámoslo claro: ¡dejemos de culpar a los niños y a los adolescentes!», insiste esta pedagoga.

A juicio de la autora de «Educar por la paz» , es el momento de educar en otra dirección, «para que tener un móvil no signifique entrar en una ruleta rusa con el único fin de liberar la angustia por sentir la desconexión de un ser humano con otro ser humano en pos de estar pendiente de una pantalla. Es hora de enseñarles a ser mejores personas. Este es el verdadero desafío de la era de la tecnología. Es ya un desafío evolutivo. Lo único que va a marcar la diferencia es los seres humanos que hay detrás y educar la humanidad es hoy solo cuestión de los adultos».

«El bullying hoy no es únicamente el resultado de un conflicto que se agravó por haberse mantenido en el tiempo sin una resolución efectiva. Tampoco es solo consecuencia de un ejercicio de poder de un matón. Hoy también se gesta como consecuencia de un mecanismo de liberación ante el control social al que los jóvenes están siendo expuestos y cuyo resultado es la ruptura de los vínculos. Como si en el ejercicio de control a otros, los acosadores pudieran aliviar el dolor de tener que estar siempre visibles, siempre controlados y en el punto de mira; son jóvenes que encuentran en el bullying una salida», concluye Rodríguez.

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