El paraíso del hortera

«Horteralia», el festival que nació hace diez años para exaltar la estética kitsch, abarrotará de hombreras y riñoneras el Multiusos de Cáceres

Algunos de los asistentes al festival del año pasado Jorge Armestar

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«Vulgar y de mal gusto». La RAE tiene claro que hortera es un adjetivo despectivo. Pero en Cáceres han conseguido darle la vuelta al término y convertirlo en una fiesta anual que cada noviembre congrega a 4.500 «hortefans» llegados desde los más recónditos lugares de España y Europa. «La diferencia con otros festivales es que en Horteralia no son los músicos, sino los espectadores, los principales protagonistas», presume Sergio Martínez, quien junto al también periodista Conrado Gómez parió casi por casualidad un certamen que el próximo sábado cumplirá su décima edición. «Queríamos celebrar nuestro cumpleaños de una manera especial, pero aquello se nos fue de las manos», rememora. Y vaya si se les desmadró: del bar «La Machacona» pasaron al año siguiente a celebrar Horteralia en la plaza de San Jorge y en ediciones posteriores se trasladaron cada vez a recintos más grandes hasta desembocar en el pabellón Multiusos, para el que ya están vendidas desde hace semanas todas las entradas y completas las plazas hoteleras de la ciudad extremeña.

Pantalones de campana y estampados imposibles compiten en este certamen en el que no cabe la discreción. De hecho, la Riñonera de Oro y la Hombrera de Plata, principales galardones del «Festival que parte la pana» recaen en los asistentes mejor (o peor, según se mire) ataviados. «Lo bueno es que la gente está pensando durante todo el año qué traje y complementos van a llevar, y cuando aterrizan en Cáceres se meten en un universo paralelo al que solo se puede acceder con mucho sentido del humor», explica Martínez, quien está satisfecho de «haber creado tendencia, pues hace años había que rebuscar en el baúl y ahora lo encuentras en cualquier tienda».

También tienen que acudir desprovistos de prejuicios y complejos los artistas que componen un cartel por el que han pasado cantantes tan dispares como Karina, Paco Clavel, Azúcar Moreno, Olé Olé, Nancys Rubias, King África o María Jesús y su acordeón. Y es que la sola llamada desde el festival presupone que el músico en cuestión es un hortera , lo que al principio algunos vieron con reticencias. «Pero luego llegan aquí, ven que esto es una fiesta y se contagian de ella», insisten los organizadores, que este año han vuelto a combinar el revival de Las Ketchup y Los Fresones Rebeldes con dos de los grupos punteros del denominado «tontipop» como son Ojete Calor y Ladilla Rusa. El pregón correrá a cargo de Leonardo Dantés, lo cual ya define de qué va la jugada. Para próximas ediciones, sueñan con fichar a Camela y no harían ascos a la mismísima Rosalía, «aunque con su caché -bromean- podemos organizar cinco Horteralias».

Como corresponde al buen «dominguero», el plan de los «hortefans» comienza al mediodía con un cocido para todos los asistentes. Y después, fiesta friki hasta que aguanten los cuerpos. O las hombreras.

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