Valéry Giscard y su leyenda de seductor que él mismo alimentó

El fallecido presidente francés se ganó una fama de mujeriego que nunca quiso disimular

Diana de Gales y Valéry Giscard REUTERS

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Hasta seis meses antes de su fallecimiento el pasado martes, Valéry Giscard d’Estaing (2 de febrero de 1926- 2 de diciembre de 2020) tuvo una legendaria fama de mujeriego que él nunca deseó desmentir y que incluso cultivó con cierta coquetería literaria. Fama que tuvo puntos oscuros e imposibles de verificar.

Casado en 1952 con Anne-Aymone Giscard d’Estaing , y padre de cuatro hijos ( Jacinte , Valérie-Anne , Louis y Henri ), es leyenda que Giscard «celebró» su elección como presidente de la República, el 21 de mayo de 1974, montando un discreto «escándalo» con diez minutos largos de bocinazos en un coche, y acompañado de un amigo y futuro ministro del Interior, al pie del balcón de una presunta amiga, periodista famosa y colaboradora del matutino parisino de referencia. Una historia de imposible verificación póstuma.

Su viuda, Anne-Aymone junto a Bernadette Chirac, Salma de Marruecos y Farah Pahlaví AFP

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Instalado en el Elíseo, Giscard se rodeó de mujeres guapas. Políticas y menos políticas, grandes señoras, periodistas célebres y secretarias llamadas a un ascenso importante. Son célebres los comentarios del expresidente al final de un consejo de ministros sobre la «elegancia» y «esbeltez» de las piernas de la ministra de Educación de la época, Alice Saunier-Seïté .

No es un secreto que François Mitterrand (1916-1996) instaló a su familia oficial en el Elíseo y a su familia oficiosa -compañera e hija- en un palacio anexo a la residencia del jefe del Estado. Solo Napoleón III hizo mucho antes, en tiempos de la última emperatriz de Francia, Eugenia de Montijo , un uso tan íntimo de un palacio presidencial que François Hollande , en enero de 2014, convirtió en escenario de un vodevil con tres mujeres entrando y saliendo del consejo de ministros y los salones privados: Ségolène Royal , Valérie Trierweiler y Julie Gayet. Giscard no llegó a tanto.

En 2003 se publicó un libro titulado «Bien entendu... c’est off», de Daniel Carton , periodista del semanario «Nouvel Observateur», en el que se afirmaba que Giscard tuvo un hijo con quien durante años fue la responsable de sus relaciones con la prensa europea , española incluida. Según Carton, el vástago pudo ser concebido durante un viaje a Budapest en el que Giscard coincidió con la Reina Doña Sofía . Esa historia terminó enterrándose y la presunta madre del hijo «ilegítimo» hizo carrera como eurodiputada, para terminar integrándose en el partido de Emmanuel Macron . Aunque Giscard jamás entró al trapo de esas informaciones, nunca dejó de coquetear con su imagen de seductor empedernido.

De hecho, en 2009 publicó una novela sentimental titulada «La Princesa y el Presidente», en la que narraba los amores presumidos entre un presidente francés y una princesa inglesa. A nadie se le escapó el «paralelismo» fundado en unas fotos de Giscard y Diana de Gales sentados juntos durante una velada teatral y posterior cena en Versalles, en 1994. Sin duda, se trató de una fábula más o menos «pícara» lanzada por el propio exmandatario con una coquetería muy suya. De hecho, durante su retiro definitivo, entre sus residencias en París y la Francia profunda, las mujeres tuvieron un puesto eminente en su equipo de trabajo. Cualquier visitante podía descubrir su satisfacción rodeado de señoras de cierto «trapío», una actitud que terminó teniendo una dimensión catastrófica.

Sin negociación

Tras varios años de «chalaneos» y sin posible negociación «amistosa», la periodista alemana Ann-Kathrin Stracke , enviada especial de la WDR (Westdeutscher Rundfunk Köln), cadena pública del land de Renania del Norte-Westfalia, con sede en Colonia, a principios del pasado mes de mayo presentó una denuncia por «agresión sexual» contra el fallecido expresidente, quién, según ella, le «acarició» los muslos y «otras partes» de su cuerpo tras una entrevista realizada en París el 18 de diciembre del 2018. A la hora de presentar su denuncia, Stracke contó con el apoyo de la dirección de la WDR. A la muerte de Giscard, el caso seguía en proceso de investigación por parte de un juzgado de París. «Agresión sexual» pasados los 90 años… en fin.

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