«A Teresa Rivero le da igual perder la casa, pero sufre por sus hijos»
El entorno de la viuda de Ruiz-Mateos, quien está a punto del desahucio, explica a ABC la tristeza en la que está sumida
Varios periodistas y reporteros gráficos se agolpaban esta semana en la puerta de la casa donde vive Teresa Rivero desde hace más de un año, ubicada en el municipio madrileño de Aravaca. Una residencia que, según publicaba «El cierre digital», es propiedad de su hijo Alfonso y estaría a punto de ser embargada y ejecutada por un banco. «Estamos arruinados, claro que lo estamos», decía la viuda de José María Ruiz-Mateos a las puertas de la vivienda. No sabe cuándo tendrá que abandonarla, pero todo parece apuntar a que no pasará las fiestas de Navidad en esta casa, un chalet pareado que no tiene nada que ver con el que fuera durante 40 años el hogar de la familia en Somosaguas. El cuartel general de los Ruiz-Mateos, donde Rivero vio crecer a sus 13 hijos y el patriarca estableció las oficinas de Rumasa y Nueva Rumasa, fue subastado en julio de 2018 . Esa casa simbolizaba el triunfo de un empresario de éxito y de su familia ejemplar, hasta que la quiebra de Rumasa puso en entredicho los valores de Ruiz-Mateos y todo lo que había construido.
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«No voy a defender a mi marido en todo, las cosas se hicieron mal porque él se confió y todo cayó con la crisis y vino la ruina. Me han quitado las casas de Madrid y del Puerto de Santa María y mis hijos están esperando a que les embarguen las suyas. A mí no me importa vivir en un cuartito. Pero mis hijos se han quedado sin nada», contó Rivero a ABC días después de que se subastara la casa de Somosaguas, donde tantas veces los medios retrataron a la familia para mostrarla como un núcleo modélico . «Puedo llevar toda esta situación porque está Dios que me ayuda y confío mucho en Él. Y sin servicio y viviendo en una casa pequeñísima», añadió. Durante aquella entrevista , a Rivero se la notaba con ganas de luchar y energías de sobra para seguir defendiendo a sus vástagos: «No son unos ladrones porque ellos no tienen la culpa de nada, seguían las directrices de su padre. Ellos están pagando ahora todo lo que hizo mi marido». Pero cuando a finales de ese mismo año el Tribunal Supremo condenó a sus seis hijos varones (Alfonso, Zoilo, José María, Pablo, Javier y Álvaro) a penas de entre 5 y 6 años y medio por estafa, la matriarca del clan se vino abajo. «A ella lo de la casa le da igual, no le importa dónde vivir. Pero que sus hijos estén en la cárcel ha sido un palo muy fuerte para Teresa. A sus 84 años, le preocupa no volver a verlos en libertad», cuentan a ABC desde su entorno.
Triste y aislada
Cuando a finales de marzo de este año los hermanos Ruiz-Mateos entraron en el centro penitenciario de Aranjuez , Rivero no pudo soportarlo. En mayo se la vio asistir a la boda de su nieta María Ruiz-Mateos , pero solo se quedó a la misa. El pasado mes de noviembre ya no acudió al enlace de su nieto Zoilo. Al parecer, durante el banquete de esa boda, sus 57 nietos hablaron de hacerse cargo de su abuela ante la posibilidad del embargo de la casa. A ella se lo deben todo . Ha sido el pilar fundamental de la familia, la que siempre ha mantenido a sus hijos unidos, a excepción de Begoña, que no se habla con ninguno de sus hermanos por la herencia de su padre.
Los demás están de acuerdo en que Rivero necesita compañía porque no sale demasiado a la calle, a excepción de su misa diaria y los días que come en casa de alguna de sus hijas o nueras. Su situación anímica actual hace que ella tienda a aislarse porque está muy triste: «Están siendo unos años muy difíciles para ella. En 2017 perdió a su hija Socorro y, hoy, lo de sus hijos la está destrozando . Ella ahora tendría que estar pasando sus últimos años de vida disfrutando de sus hijos, nietos y bisnietos».
