El perfume que cautivó a John F. Kennedy y Cary Grant

«Eight & Bob», fragancia creada en la cocina de un aristócrata, sale a la venta en España

MADRID Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Una noche de verano de 1937, durante unas vacaciones en la Costa Azul, un estudiante norteamericano de viaje por Francia se acercó al aristócrata parisino Albert Fouquet para preguntarle sobre el perfume que llevaba, pues había caído fascinado por su aroma. La espontaneidad, simpatía y encanto del joven cautivaron a Albert, y decidió darle una muestra de su colonia con una nota, ciertamente osada, en la que se leía: «En esta botella se encuentra el toque de glamur francés que su personalidad estadounidense no tiene».

Unos meses más tarde, Fouquet recibió una carta de John F. Kennedy – el joven estudiante– en la que le pedía «ocho muestras más», y si su producción lo permitía, otra para su hermano Bob.

Y aunque este perfumista, miembro de la alta sociedad francesa desde principios del siglo XX, no tenía en mente comercializar las fragancias que elaboraba en la cocina de su castillo, le envió varias cajas decoradas con el mismo patrón que la camisa que JFK llevaba cuando se conocieron y las etiquetó con el nombre de «Eight & Bob», porque no entendió muy bien para quién era el encargo. Cuál fue su sorpresa cuando, unos meses más tarde, empezó a recibir cartas de Cary Grant y James Stewart, pidiéndole que les vendiera algunos frascos de la que se había convertido ya en objeto de deseo en la Meca del cine.

El destino quiso que, en la primavera de 1939, Fouquet falleciera en un accidente de coche y sus fórmulas desaparecieran con él (y la Segunda Guerra Mundial). Por fortuna, su mayordomo había escondido algunas de las esencias que elaboraban juntos, dentro de una serie de libros, con sus páginas cortadas a mano para que cupieran los frascos, para prevenir que los nazis los encontraran. Décadas más tarde, la familia de este recuperó varias fórmulas y todo el cuidadoso proceso de producción de las mismas. Y fin, o principio, de la historia. Porque, desde ese momento, empezó otra plagada de éxitos, en la que «Eight & Bob» se erige como uno de los perfumes preferidos de los hombres más elegantes.

Planta aromática

La fragancia que da nombre al encargo de JFK tiene la particularidad de que procede de una planta aromática salvaje que aquel alquimista descubrió en enero de 1934, durante un viaje a Chile, invitado por el embajador italiano. La recolección de «Andrea» –así bautizó a la planta– es compleja debido a la escasez de brotes y la altitud en la que florece. Solo se puede realizar durante los meses de diciembre y enero, y se selecciona únicamente el 7 por ciento de la producción. El proceso finaliza entre marzo y abril, y únicamente entonces se sabe cuántas unidades de «Eight & Bob» se pueden embotellar y cuántos frascos se asignan a cada país. Un lujo reservado para muy pocos.

Queda el consuelo de que del resto de los libros se rescataron también «Cap d’Antibes» y «Egypt», otras dos joyas olfativas. La primera está inspirada en ese pueblecito de la Riviera francesa, donde el aristócrata disfrutaba de las mañanas de navegación y de los atardeceres mágicos en los jardines del hotel Eden Roc. Con notas verdes del musgo, la menta y la madera de cedro, pasó a ser uno de los aromas preferidos entre los amigos del autor. La segunda la creó tras un viaje a Egipto. Allí empezó a investigar las esencias que se ofrecían a los dioses o faraones y los aromas que se aplicaba la mismísima Cleopatra. Y después de varias semanas de trabajo, Albert creó este perfume a base de notas cítricas, cardamomo y sándalo.

Los tres perfumes se venden partir de 145 euros en Isolée, perfumerías Regia y Nadia y El Corte Inglés.

Ver los comentarios