El Pequeño Nicolás quiere llevar una vida «normal»

Busca trabajo mientras se prepara para afrontar varios juicios, que suman una condena de 27 años de prisión

MIGUELOSES
Angie Calero

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«Ahora sí que no puedo volver a la facultad porque soy trending topic». Con esta frase terminó Francisco Nicolás Gómez Iglesias (25 años) su declaración ante la policía y la juez instructora en octubre de 2014, cuando saltó a la fama por simular ser un asesor del Gobierno de Rajoy para estafar a un empresario. Por esta causa concreta -conocida como caso Ribadeo-, el fiscal pide siete años de prisión para el Pequeño Nicolás por un delito continuado de estafa, usurpación de funciones públicas y falsedad en documento oficial. En las 72 horas que permaneció retenido, estuvo declarando durante siete. En el auto de puesta en libertad -según informó la periodista de ABC María José Álvarez -, la juez manifestó que no entendía cómo un joven de 20 años, «con su mera palabrería», podía haber llegado tan lejos «y accedido a los lugares y actos a los que accedió sin alertar a nadie y, menos aún, prosperar su afirmación de ser asesor del Gobierno de España». Un informe forense dictaminó que Francisco Nicolás tiene «una florida ideación delirante de tipo megalomaniaco».

Francisco Nicolás, en el Camp Nou en 2015

Cuando el caso del Pequeño Nicolás saltó a la prensa, los vecinos de Prosperidad -barrio madrileño de clase media donde residían sus padres- no daban crédito. Nadie entendía cómo el hijo de un repartidor de una empresa de mensajería y de la auxiliar de una gestoría podía llevar esa vida de la que se hablaba, repleta de lujos, coches oficiales y escoltas. Hacía tiempo que él vivía en casa de su abuela, en la zona de Cuatro Caminos, pero su madre mostraba orgullosa a los parroquianos del bar de debajo de su casa las fotos de su retoño en compañía de José María Aznar , Ana Botella o Esperanza Aguirre .

Vendiendo su «pedigrí»

Cuando se destapó el caso, lejos de reflexionar sobre lo que había hecho, se dejó ver por eventos sociales capitalinos, donde seguía manteniendo que él había sido un «charlie» -un colaborador del Centro Nacional de Inteligencia (CNI)-, y que había tenido comunicación directa con la Casa Real. El CNI le llevó a juicio en dos ocasiones por estas informaciones. En el primero fue condenado a pagar una multa de 4.320 euros por calumnias, del siguiente fue absuelto. Mientras tanto, al ver que su horizonte judicial se complicaba, en 2016 concursó en «Gran Hermano VIP», donde duró una semana. Según él, el dinero del programa le sirvió para costearse una buena defensa.

En mayo de este año, cuando se iba a celebrar la vista por el caso Ribadeo, cambió de abogado y el juicio tuvo que ser aplazado para que su nuevo letrado - Juan Carlos Navarro , el mismo que defiende a Francisco Correa en el caso Gürtel- pudiera ponerse al día. Esta semana se ha publicado que la vista será en marzo, pero aún no hay fecha para la misma y no se prevé que se celebre hasta después de verano de 2020.

Juan Carlos Navarro, el abogado del Pequeño Nicolás desde el pasado mes de mayo Juan Carlos Cardenas

Hasta que se siente en el banquillo, el Pequeño Nicolás ha comenzado a buscar trabajo para reorganizar su vida, según cuentan fuentes cercanas a ABC. Además de los siete años por el caso Ribadeo, le piden nueve años y nueve meses de prisión por falsificar documentos policiales; cuatro y medio por falsificar su DNI y seis por presunta estafa a un exdirectivo del Banco Santander. Hace un mes agredió a un camarero en la madrileña zona de Azca y esa causa está pendiente de instrucción. En total, se enfrenta a 27 años de cárcel.

Él mantiene su inocencia. En una charla que dio en ESIC a principios de mes, para enseñar a los alumnos claves sobre cómo relacionarse, aseguró que es «el único español que ha ganado un juicio al CNI» y que puso al «Estado contra las cuerdas».

Recientemente se presentó en la Cumbre del Clima y se está preparando un documental sobre sus peripecias. Pero el Pequeño Nicolás no duerme tranquilo : en 2020 pintan bastos. Hay días que querría ser anónimo.

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