El palacio portugués donde vivió Jackie Kennedy, a la venta por 45 millones de euros

Después del asesinato de John Fitzgerald Kennedy, Jacqueline cayó en una depresión y quiso alejarse del mundanal ruido. No podía evitar sentirse culpable por estar viva, y los remordimientos la corroían.

Buscaba desesperadamente dónde refugiarse, vivir de incógnito en un lugar distinto, más bien insospechado. Y lo encontró unos 50 kilómetros al sur de Lisboa, cerca de Setúbal, en plena Serra da Arrábida.

La tranquilidad y la discreción que buscaba le salieron al paso en el Palácio da Comenda, donde se instaló con sus hijos Caroline y John siguiendo la invitación de los condes franceses D’Armand.

Ahora el palacio sale a la venta por 45 millones de euros, en una operación con tintes muy atractivos a orillas del río Sado.

Pero, ¿quién es el propietario del otrora lujoso y hoy decadente inmueble? Pues la familia del empresario Xavier de Lima, fallecido hace siete años.

Desde que perdió la vida el constructor y criador de caballos, el palacio no ha vuelto a habitarse. Es más, ha llegado a un estado de abandono que hará necesaria una rehabilitación integral.

Azulejos destruidos, ventanas rotas, pintadas en algunas partes de la fachada (incluso puede verse la leyenda en inglés ‘I see dead people’, es decir, ‘veo gente muerta’)… Ése es el panorama que arroja el edificio en la actualidad, pues lamentablemente ha sido pasto de diversos actos vandálicos.

Su emplazamiento resulta idílico. Se alza majestuoso, como si quisiera reverdecer laureles y lamentase haber perdido (al menos, de momento) su esplendor.

Lo proyectó a principios del siglo XX el exquisito arquitecto portugués Raul Lino, artífice también del Teatro Tivoli de Lisboa (en mitad de la elegante Avenida da Liberdade), de la Casa Silva Gomes en Monte Estoril o la Casa de Santa María en Cascais.

La propiedad totaliza 600 hectáreas, distribuidas a lo largo de cinco pisos, jardín, granero, bodega, dos piscinas, acceso privado a la playa y… 25 habitaciones.

Ya en 1877 la prensa local se refería a Comenda en los siguientes términos: «Estuvo en esta ciudad el diplomático Conde de Armand, representante de Francia en Lisboa. Su excelencia fue a visitar el palacio que posee».

Se trataba de su segunda incursión en este sentido, ya que él mismo había supervisado el alquiler, primero, y la adquisición (después) del Palácio de Santos, donde se asienta hoy la Embajada francesa, junto al Museu Nacional de Arte Antiga.

Los avatares y enigmas continuaron campando a sus anchas en la Serra da Arrábida. El citado diplomático se lo entregó en donación a su hijo Abel Henri George al borde del siglo XX.

A su fallecimiento, en abril de 1919, heredó el Palácio da Comenda su esposa, François de Brantes, quien tenía cinco hijos. Y así hasta que cayó en manos de Xavier de Lima en la década de los 80.

El empresario mostró una gran ilusión por conservar el inmueble y sus alrededores, donde se asentaba una riqueza floral que no dejaba de fascinarle.

Sin duda, el palacio portugués guarda las esencias de todo el ‘glamour’ que ha pasado por sus estancias, el mismo que cobijó a Jackie Kennedy y logró sosegarla hasta que decidió reconstruir su vida contrayendo matrimonio con el multimillonario griego Aristóteles Onassis.

La ‘maldición de los Kennedy’ se había cobrado una segunda víctima, su cuñado Robert, y ella no necesitó que nadie la convenciera de que haría mejor en vivir lejos de Washington.