Un palacete en Biarritz para la exmujer de Putin

El nuevo marido de Ludmila pagó por la casa 7 millones de euros. Los medios rusos critican que no se invierta en sus ciudades balneario

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Corresponsal en moscú Actualizado: Guardar
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En junio de 2014 el presidente de Rusia, Vladímir Putin (64 años), y su por entonces esposa Ludmila (59) firmaban su divorcio casi un año más tarde de anunciar por sorpresa su separación de mutuo acuerdo y después de tres décadas de vida en común. Fue en el teatro del Palacio de Congresos del Kremlin, durante el descanso del ballet «Esmeralda». Sin más testigos que un equipo del canal de televisión Rossía-24, reconocieron que habían decidido disolver su unión matrimonial «de manera civilizada». «Prácticamente no nos vemos», aseguraba ella, mientras Putin admitía que «llevo una actividad exclusivamente pública. Tenemos vidas diferentes». Meses más tarde, el máximo dirigente ruso declaraba que «ahora, lo primero es casar a mi exesposa y, luego, ya pensaré en mí».

A día de hoy, los deseos de Putin se han hecho realidad: él oficialmente sigue soltero, mientras que Ludmila recompuso su vida sentimental junto al magnate Artur Ocheretni, con quien contrajo matrimonio en enero de 2016.

Veinte años menor que su esposa, Ocheretni se dedica a diversos negocios, en especial el inmobiliario, aunque también colabora con Gazprom y el partido oficialista Rusia Unida. Además, posee una editorial de libros escolares y dirige una fundación para el «desarrollo de la comunicación». Las malas lenguas aseguran que interviene como testaferro para los enjuagues bancarios y patrimoniales de ciertos altos dirigentes, especulaciones que no están documentadas y que prácticamente resulta imposible de probar. Entre las diversas posesiones de Ocheretni, figura un resplandeciente palacete en Biarritz (Francia). Fue adquirido en diciembre de 2013 y le costó cerca de 7 millones de euros. La mansión tiene 450 metros cuadrados y un magnífico jardín de 5.000 metros cuadrados con piscina.

Sin embargo, la noticia sobre ese nuevo nido de amor de la ex primera dama ha llegado a los medios medios de comunicación rusos hace unos días, causando una verdadera sensación ya que el furor patriotero que invade el país desde la anexión de Crimea invita a pensar que la élite no debería gastarse tanto dinero en el extranjero: tendrían que dar buen ejemplo instalándose en sus propias ciudades balneario, como Sochi (Krasnodar) o Yalta (Crimea).

También han sorprendido unas fotografías de la flamante pareja tomadas en Londres y publicadas en las redes sociales rusas. Las instantáneas fueron captadas el pasado 28 de marzo, lo que hace suponer que el viaje a la capital británica tuvo como objetivo celebrar el aniversario de él: Ocheretni cumplió 39 años el 29 de marzo.

Cambio de apellido

Tras su boda con el magnate, Ludmila cambió su apellido: ahora no es Pútina, sino Ludmila Ocherétnaya. La información de este segundo enlace y el cambio de apellido apareció por primera vez en la revista «Sobesédnik», en enero de 2016. Según el semanario, un piso en San Petersburgo propiedad de la familia Putin había sido registrado a nombre de una tal Ludmila Alexándrovna Ocherétnaya, cuyos datos personales, patronímico, lugar y fecha de nacimiento coincidían con los de Ludmila Pútina. En abril de aquel mismo año, en el programa «Línea directa con el presidente», a Putin le preguntaron sobre si su exmujer había encontrado otro hombre y se limitó a responder que «a ella le va todo bien (...), es feliz con la vida que lleva y yo también».

Aunque no existe confirmación oficial, la prensa del corazón insiste en que Putin mantiene una relación con la gimnasta y ex diputada rusa Alina Kabáyeva, con la que, dicen, se habrían casado en secreto y tendría un hijo.

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