Julie Gayer
Julie Gayer - AFP

El nuevo frente de François Hollande; su crisis sentimental con Julie Gayet

La actriz ha dejado de visitar el Palacio del Elíseo y algunos medios como la revista «Closer» ya hablan de ruptura

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Julie Gayet ha dejado de visitar el Elíseo regularmente, abandonando oficiosamente a François Hollande y condenándole a vivir solo su salida de un palacio presidencial cada día más vacío, tras la huida de consejeros privados que no esperan nada de un «fin de reino» sin gloria. Gayet, de 44 años, visitó ocasionalmente el Elíseo, a las horas más intempestivas, entre 2013 y 2014, cuando el presidente Hollande compartía su vida en la residencia presidencial con Valerie Trierweiler, tras abandonar a la madre de sus cuatro hijos, Ségolène Royal, ministra de Medio Ambiente.

Tras la publicación de su relación sentimental con Hollande en una revista en enero 2014, Gayet visitó el Elíseo una o dos noches por semana, durante poco más o poco menos un año.

A partir de 2015, comenzaron a espaciarse de manera creciente unas visitas que terminaron siendo muy poco frecuentes a lo largo de 2016.

Durante los últimos seis meses, Julie Gayet ha reaparecido en la vida pública parisina por muy diversos motivos profesionales o personales: para apoyar la Marcha mundial de las mujeres contra la endometriosis, para promocionar «Grave», la última película de su productora personal… En las mismas fechas, ha sido muy visible la presencia de Hollande en teatros y restaurantes parisinos, acompañado de su ministra de Cultura, Audrey Azoulay, o de su ex Ségolène Royal. ¿Cómo se interpreta el distanciamiento de la pareja Gayet - Hollande?

Dos posiciones

Hay dos «escuelas de pensamiento»: los rupturistas y los flexibles. Entre los primeros, se enmarcan varios amigos íntimos de Hollande, que afirman: «Está claro que han roto. Ella es una mujer independiente que no podía prolongar la condición de fantasma del Elíseo. Calentar el lecho de Hollande dos o tres veces al mes no era un proyecto con mucho futuro». El semanario «Closer» percibe indicios de ruptura en una pareja que nunca dio a sus relaciones un carácter oficial.

Entre los flexibles se encuentran algunas amigas de la actriz, como la escritora Colombe Schneck, que ha llegado a declarar: «En ocasiones, a Julie le gustaría poder gritar al mundo su amor. Pero ella sabe que eso es imposible». A juicio de Schneck, Gayet seguiría aceptando vivir en la sombra un amor de incierto futuro.

En el caso de François Hollande, sus relaciones amorosas siempre han estado trabadas al calendario político local. Su ruptura con la madre de sus cuatro hijos solo se hizo pública cuando ella, Ségolène Royal, sufrió una humillante derrota en las presidenciales de 2002, eliminada por Nicolas Sarkozy. Instalado en el Elíseo con Valérie Trierweiler, compartió el lecho presidencial regularmente con Gayet desde 2014. En vísperas de su salida final del Elíseo, el mes de mayo que viene, el alejamiento físico aparente de su última compañera sentimental coincide con una nueva «página» política.

Entre 2014 y 2015 se escribieron millares de páginas sobre el presunto deseo de Gayet de oficializar con o sin matrimonio su relación con el presidente. Hollande no se casó ni con Ségolène Royal ni con Trierweiler. Denegado o rechazado el estatuto oficioso de «first girlfriend» (primera chica) de Francia, como fue calificada en Washington, Hollande podrá ofrecer a Gayet una relación menos oscura y más pública, si ella o ambos lo desean, dentro de unas semanas.

¿Cuál es el encanto erótico, humano o sentimental de un hombre instalado en el podio del presidente más impopular de la V República, a los 63 años? Pues vaya usted a saber.

Kevin Hollande, sobrino del presidente, ha dejado caer una opinión personal que pudiera reflejar, con matices, la opinión de los cuatro hijos del presidente (de 33, 31, 30 y 25 años): «La cosa no marcha como Julie Gayet esperaba. Ella es mujer de familia. Y esperaba que todo se pasara bien…». Dicho de otro modo: acompañar al algunas noches al presidente que recibe a su ex y sus cuatro hijos en la misma casa es un panorama poco entusiasmante para una mujer dieciocho años más joven. (Continuará).

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