Nace la nueva sobrina de Cristiano Ronaldo

Katia Aveiro, hermana del jugador de la Juventus, da a luz en Funchal a su tercer hijo, que es su primera niña y se llama Valentina

Francisco Chacón

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La familia Aveiro está entusiasmada con el nacimiento de la nueva sobrina de Cristiano Ronaldo , Valentina. Se trata de la primera niña que da a luz su hermana Katia, la cantante que aparcó su carrera musical para abrir un restaurante en Funchal y dedicarse a ampliar su descendencia.

«El parto ha sido normal», confiesa ella misma en las redes sociales. Y añade: «Gracias a Dios, ha venido llena de salud , para hacerme ver que tengo aún muchas cosas que aprender. Te voy a amar con todas mis fuerzas, mi pequeña. Estoy completamente apasionada por mi hija, nacida el 27 de agosto a las 20.30 horas».

También declara muy emocionada: «Ahora es el momento de cuidar de ella y de mí. Porque hay tantas cosas del mundo exterior que quiero enseñarte y contarte».

Kátia Aveiro es madre de dos chavales, Rodrigo y Dinis , pero tenía «la espina clavada» de criar a una mujercita. De modo que su rincón gastronómico en un centro comercial de la capital de Madeira ha cambiado su vida porque ahí entabló relación con el empresario brasileño Alejandro Bertoluci, el padre de Valentina.

Atravesaba Katia una fase difícil desde su fracaso matrimonial con José Pereira y se había confiado a una iglesia evangélica como tabla de salvación. Ahora esta bebé de 3,5 kilos y 51 centímetros da brillo a su nueva vida, lo que pone muy contento al propio Ronaldo.

La «hermanísima» ya había dejado claro: «No concibo mi vida sin ser madre. Y ser madre duele… duele tantas veces… duele de verdad. Siento angustia por mi futuro , miedo de no tener salud, miedo por mis enfados, miedo por mis cambios de humor… después de las rutinas cambiadas, de las noches sin dormir, de los vómitos constantes, de las lágrimas. Duele pensar si estoy lista porque, cuando pensaba que lo estaba, me dolía el cuerpo marcado por las emociones. Duele tener que escoger, duelen las contracciones de un parto normal, duele una cesárea. Duele abrir la mano de la propia vida para poder vivir la de otro. Y duele ser solo una, cuando me gustaría ser por lo menos tres madres a la vez… Pero este dolor es un dolor que va a pasar. Sé que será así porque es un dolor que me enseña a ser fuerte y a tener coraje».

El culto religioso la ha ayudado mucho y la llenó con toda una aureola de misticismo: “En todo caso, la recompensa es maravillosa, única, una bendición. Estoy aprendiendo una vez más a no dejar de cuidar de mí porque así podré cuidar del pequeño corazón que late en mi interior. Aprendí que vale la pena, que Dios es justo con quienes creen en él. Aprendí que ser madre significa amar a alguien más que a ti misma, más que cualquier cosa en la vida».

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