El mejor lugar es ser feliz

Acostumbrado a vivir en un permanente verano, le sorprende cómo en España las estaciones tan marcadas moldean el carácter de la gente

Marcelo Mendoça ABC

Marcelo Mendonça

Mi primer verano en España fue impresionante . Los días largos como jamás había visto en mi país, Brasil, lo cual era alegremente «asustador». Cuando me decían «te veo a las 21 horas de la “tarde” (utilizando esa palabra)» , me parecía un chiste , ya que en Salvador de Bahía el sol se pone puntualmente a las seis, y luego ya serán las siete, las ocho, las nueve… Pero de la noche y para siempre. Este es uno de los grandes motivos para un brasileño de nuestros « retrasos tropicales » cuando quedamos con alguien. Muchas veces, estoy en mi taller trabajando en verano y la sensación es la de que el tiempo no pasa: me enseñaron y me acostumbré a terminar mi actividad laboral con la puesta del sol , y solo si había una cita posterior, a partir de las seis era el momento de prepararse para salir al encuentro. Pero todo esto, allí, también cuenta con una parte placentera: la sensación de dejar de trabajar y aún tener toda la tarde por delante. Eso no tiene precio .

Ahora, vivir en un país como España, con estaciones marcadas, tiene otra gran ventaja. El cambio de temporada determina mucho a las personas: la ropa, la comida, el humor… Para mí, que vengo del otro hemisferio en que siempre es verano, todo pasa a ser muy exótico. Algunas personas que se encuentran aburridas en invierno, luego son muy animadas en verano, con ganas de fiesta y abiertas al placer.

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Con el calor de Madrid , se inaugura la temporada de piscinas, y lo que antes era para mí sólo una en una ciudad tropical de Brasil, ahora se convierte en un oasis en la gran metrópolis . Me morí de risa la primera vez que un amigo, con preocupación, me dijo: «Vente a darte un chapuzón a casa cuando lo necesites». Es decir, aquí una piscina se entiende casi como un objeto de supervivencia. Pero luego descubrí que en torno a esas piscinas madrileñas podría llegar a pasar los mejores momentos desde mi llegada a la ciudad. Allí hice amigos, compartimos risas y saboreamos deliciosos platos veraniegos. Al principio, me resultaba muy extraño dejar de comer cocido, con lo rico que está, solo porque no es un plato de temporada. Pero mi cuerpo lo agradeció después, cuando entendí el bien que le hacían los buenísimos salmorejos y gazpachos en estos meses de calor.

La noche de Madrid para mí es lo mejor del mundo mundial . La cultura de las terrazas , todas llenas de gente con sus ventiladores de agua; las caminatas; los bares... Soy animal nocturno y Madrid es un plato lleno listo para ser disfrutado. Nunca vi gente más amable y con tantas ganas de conocerse. Siempre digo que Madrid es un libro que empieza en la página 6, porque no hacen falta las introducciones. La sed de hacer amistades es tanta que aquí os saltáis las preguntas más básicas, como «¿de dónde eres?». Y si puedo escapar en esas fechas a alguna ciudad costera o una isla española, ya no necesito nada más. Como cantan los cancioneros de mi Bahía, como lo hace Caetano Veloso : « El mejor lugar es ser feliz ». A lo que le complementa Gilberto Gil : «Aquí y ahora».

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