Maravillosos guiris

Galicia y Asturias, en el corazón de un británico

Simon Manley, embajador de Reino Unidos en España desce hace casi cinco años, confiesa que conoce mejor nuestro país que Reino Unido

Playa de las Catedrales, en Galcia

Simon Manley

Ser el embajador del Reino Unido en España es un honor y un placer suficiente por sí mismo, pero además este puesto me ha ofrecido la oportunidad extraordinaria de conocer este país en todo su esplendor geográfico, histórico y cultural.

Al igual que muchos de mis compatriotas, 19 millones de los cuales visitaron España el año pasado, había estado anteriormente en Madrid y Barcelona , en la Costa Brava y la Costa del Sol , así como en las Islas Canarias y las Islas Baleares . Sin embargo, estos últimos cuatro años me han brindado la oportunidad de visitar muchos lugares, especialmente en el centro y el norte de la península, mucho menos conocida para los turistas británicos.

Quizá dos de las vacaciones que más he disfrutado han sido en Asturias y Galicia , donde ni yo ni mi familia habíamos estado antes, y que ahora llevamos en el corazón. Nos sorprendió la belleza natural de las dos regiones: los P icos de Europa , con sus cumbres nevadas a tan pocos kilómetros de unas playas perfectas, en las que nuestras hijas han aprendido a surfear; los exuberantes valles de Asturias y los viñedos de suaves ondulaciones de Galicia por los que condujimos, caminamos, y hasta corrimos. Cómo no mencionar también el reluciente río Sella , por el cual navegamos en canoa -y conseguimos no volcar-; o los islotes de la ría de Arousa , donde, tumbados en la arena plateada bajo un cielo sin nubes, casi nos parecía estar en el Caribe.

El embajador con su esposa y sus dos hijas en Asturias

Nos alojamos en algunos hoteles encantadores e increíblemente acogedores: El Habana, cerca de Llanes , y Quinta de San Amaro, en Pontevedra , y comimos como auténticos reyes, disfrutando de los mariscos en la costa en lugares como Vilanova de Arousa y Cambados , así como del queso, la carne, la sidra y el vino del interior.

Personalmente, dediqué tiempo a algunas de mis aficiones favoritas: disfrutar de la historia, con monumentos que recuerdan las relaciones centenarias de Galicia con el Reino Unido, como la tumba de Sir John Moore y el monumento de homenaje a los fallecidos en el naufragio del buque Serpent, ambos en los jardines de San Carlos en A Coruña; o contemplar los jardines, con pazos adornados de camelias como el hermoso Pazo de Rubianes. Y, por supuesto, degustar unos vinos fantásticos, visitando algunos de los mejores viñedos gallegos en compañía de Adrian MacManus , un experto enófilo británico reconvertido en gallego y todo un Caballero del Orden del Albariño.

Y, aunque en pleno verano puede haber mucha gente, hay pocos placeres que me gusten más en toda España que pasear por las calles históricas de Santiago de Compostela de madrugada, cuando reina la calma, acompañado solo por los más intrépidos peregrinos con los pies doloridos.

Después de casi cinco años aquí puedo decir que conozco más rincones de España incluso que de mi propio país, y Asturias y Galicia me han demostrado que, desde luego, merece la pena ir más allá de las rutas más conocidas. Sus paisajes espectaculares, su deliciosa gastronomía y, sobre todo, la hospitalidad de sus gentes son una buena garantía de que volveré.

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