Marta Ortega reaparece tras su boda para despedir a su caballo favorito

Carlo 273, regalo de Amancio Ortega a su hija y que montaba Sergio Álvarez Moya, se retira de la competición

Sergio Álvarez Moya y Carlo 273, en una competición hípica GARCÍA FEIJÓO

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Nunca antes un caballo había copado tantos titulares en la prensa, tanto deportiva como del corazón, y acaparado más flashes en las pistas de salto como Carlo 273 , un tordo de raza holsteiner, hijo del conocido Contender. Aunque no son sus excelentes orígenes los que le han hecho ser afamado, sino los nombres que figuran como propietarios: Amancio y Marta Ortega . Fue un regalo millonario del empresario gallego a su adorada hija por su unión matrimonial con Sergio Álvarez Moya , en 2012, y que, tras una lesión de uno de los equinos de, por aquel entonces, su yerno, decidió ceder a la cuadra del jinete asturiano. «Pensó que era una pena que yo no pudiera competir y se ofreció a ayudarme. Resultó ser una joya. Siempre estaré agradecido por esa ayuda», decía el exmarido de la heredera de Inditex el pasado mes de febrero en una entrevista con ABC.

Unas palabras de gratitud que Sergio Álvarez Moya pagó con creces sacando todo el potencial al caballo, comprado por entre 10 y 12 millones de euros al británico Nick Skelton , uno de los jinetes británicos más laureados de los últimos tiempos. La compra más cara de la historia de España. El binomio no tardó en ganarse el aplauso de todos, cosechando éxito tras éxito. Carlo 273 ha supuesto todo un acierto para la cuadra del asturiano y un antes y un después en la carrera deportiva de Sergio Álvarez Moya. Con él ha conseguido posicionarse como mejor jinete español e, incluso, entrar en el top ten del ranking mundial FEI (Federación Ecuestre Internacional). Le ha valido también una posición dentro del equipo español de los Juegos Olímpicos de Río 2016 , en los que finalmente no tuvieron mucha suerte pese a la buena actuación que tuvieron.

Homenaje al campeón

Ahora que el caballo ha cumplido 17 años, sus laureados méritos cosechados juntos han llegado a su fin. Ayer las gradas del Concurso Internacional de Saltos de Casas Novas ovacionaron a este fabuloso ejemplar en un sentido homenaje, digno del campeón que ha sido, después de que Álvarez Moya decidiese retirarlo por su avanzada edad. El propio jinete asturiano anunciaba con gran pesar el pasado 25 de septiembre en su cuenta de Facebook la jubilación de este caballo con el que ha vivido tantas aventuras dentro y fuera de las pistas de los circuitos hípicos. El adiós no pudo tener mejor final, pues como no podía ser de otra manera, transcurrió en el imponente complejo de sus dueños, el creado en el año 2000 por Amancio Ortega para que su hija forjase su carrera como amazona, situado a 18 kilómetros de La Coruña. Aunque para Álvarez Moya fue agridulce, pues no consiguió darle el final que se merecía compitiendo una última vez en este concurso como consecuencia de su reciente operación de rodilla, que le han alejado de las pistas hasta la próxima temporada.

Marta Ortega y Carlos Torretta, en el concurso de Casas Novas este fin de semana IAGO LÓPEZ

De vuelta a Casas Novas

Casas Novas recuperaba su verdadero rostro este fin de semana tras los fastos de la boda de Marta Ortega con Carlos Torretta, que tuvo lugar el pasado 16 de noviembre. Fue el escenario escogido para celebrar la cena de gala, la segunda de las fiestas del relumbrante enlace al que acudieron más de 400 invitados, entre ellos, Eugenia Silva, Jon Kortajarena y Amaia Salamanca y grandes pesos pesados del mundo de la moda, además de los familiares y los amigos del mundo de la hípica. Tras una luna de miel de ensueño en los parajes de la India, el ya matrimonio reaparecía en el concurso en el que la hija de Amancio Ortega y Flora Pérez ejerce cada año de anfitriona. Aunque Marta Ortega colgó las botas de montar el pasado año -al menos por el momento- para dedicarse por completo a Inditex, sigue acudiendo a los circuitos hípicos para disfrutar de su gran pasión por los caballos y, esta ocasión, no iba a ser menos. El homenaje a su caballo les llevó a acortar sus idílicas vacaciones para decir adiós a Carlo 273, que ahora pasará sus días en el campo.

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