Macarena López-Roberts, marquesa de la Torrehermosa e hija de Mauricio López-Roberts, acaba de publicar su primera novela, «La cara oculta del poliedro»
Macarena López-Roberts, marquesa de la Torrehermosa e hija de Mauricio López-Roberts, acaba de publicar su primera novela, «La cara oculta del poliedro» - BELÉN DÍAZ

Macarena López-Roberts: «Mi padre nunca creyó que Rafi Escobedo fuera el asesino de los marqueses de Urquijo»

La hija de Mauricio López-Roberts, condenado a diez años de prisión por el crimen que conmocionó a la España de los 80, habla en exclusiva para ABC

MADRID Actualizado: Guardar
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La madrugada del 1 de agosto de 1980, Manuel de la Sierra y Torres, marqués de Urquijo, y su esposa, María Lourdes Urquijo Morenés, morían acribillados en su casa de Somosaguas (Madrid). Pocas horas después, Diego Martínez Herrera, administrador de la familia, aparecía en la casa vestido de luto. Lavó los cadáveres antes de que llegara la policía y quemó documentos que el marqués guardaba en la caja fuerte.

En 1983, tras un mediático proceso judicial, Rafael Escobedo, ex marido de Miriam de la Sierra, la hija de los marqueses, fue condenado por el asesinato de sus ex suegros a 53 años de cárcel. «Solo o en compañía de otros», rezaba la sentencia. En julio de 1988, el cuerpo de Rafi fue hallado en la celda que ocupaba en la prisión de El Dueso (Cantabria).

Apareció ahorcado, pero la autopsia reveló que su organismo contenía una gran dosis de cianuro. No fue el único inculpado por el atroz crimen. Javier Anastasio y Mauricio López-Roberts, marqués de la Torrehermosa, fueron detenidos y procesados: el primero como coautor del asesinato y el segundo como encubridor. Sus nombres salieron a la luz tras unas declaraciones del propio López-Roberts, que admitió haber prestado 25.000 pesetas a Anastasio para viajar a Londres el día que detuvieron a Escobedo. Anastasio se fue a ver a su novia y volvió, después cumplió tres años y medio de prisión provisional a la espera del juicio. En 1987 salió de la cárcel y días antes de que fuera el juicio que le condenaría, Anastasio se fugó a Brasil. Una década después de la muerte de los marqueses, López-Roberts era condenado a diez años de prisión. Falleció en junio de 2014.

Ahora Macarena López-Roberts, marquesa de la Torrehermosa e hija de Mauricio, publica «La cara oculta del poliedro», una novela que saldrá a la venta el 24 de noviembre. Alejandra Terry y otros personajes de la novela guardan cierto paralelismo con el Caso Urquijo.

Macarena habla en presente del crimen que llevó a su padre a la cárcel, como si hubiera ocurrido ayer mismo. Un suceso que «rompió emocionalmente» a su familia. «Es una pena que esté sin resolver», asegura con resignación. El caso de los marqueses de Urquijo persigue a los suyos desde hace 35 años. Ella aún busca explicaciones.

—¿Por qué no ha escrito de una manera más directa sobre el crimen de los marqueses de Urquijo?

—Mi padre estuvo implicado en el caso por prestar dinero a una persona que no fue juzgada. Lo que él sentía respecto a las relaciones con los amigos le llevó a realizar este acto de absoluta amistad. Cuando las consecuencias son tan brutales, escribir sobre el caso Urquijo no es una opción. Sí me gustaría hablar en algún momento de mi padre como persona, no como el personaje que los medios hicieron de él durante 35 años.

—En 1983, ¿su padre le dio 25.000 pesetas a Anastasio para que se fugara?

—Para lo que Javier quisiera. Lo que le dijo fue que quería ir a ver a su novia a Londres. Lo que quisiera hacer realmente con el dinero, quién lo sabe. Mi padre se lo dio porque era amigo suyo, no para ayudar a que evadiera la Justicia.

—Anastasio negó a «Vanity Fair» ese préstamo. Dijo que su padre le devolvió 15.000 pesetas, no 25.000, que Anastasio le había prestado para pagar la letra de un coche...

—Que disparate. Si eso fuera así a mi padre no le habrían condenado. Ese préstamo se usó para lo que se usó y fueron 25.000 pesetas. Es muy extraño que Javier, que no trabajaba, le prestara dinero a mi padre.

—¿Cuántos años tenía usted cuando se asesinó a los marqueses?

—Tenía 12 años, era muy pequeña. Cuando mi padre fue condenado, ya había cumplido los 22. Por aquel entonces yo trabajaba en el periódico «El Mundo» y no era fácil estar en un medio donde tu padre era noticia casi a diario. En cada reunión profesional, incluso a día de hoy, es raro que no me pregunten: «López-Roberts, ¿de qué me suena?»

—¿Cuál era la versión de su padre sobre el crimen?

—Mi padre siempre dijo que Rafa no mató a los marqueses, que Juan y Miriam lo orquestaron, que estaba el administrador, que lo había hecho un profesional y que a Rafa lo embaucaron prometiéndole que Miriam volvería con él. Por eso mi padre siempre defendió a Rafa. Si él, que era cazador, hubiera pensado que Rafa podría haber hecho esa barbaridad, nunca le habría defendido. Es un asunto moral. Una cosa es que tú quieras a la persona y otra es que ante semejante barbaridad la defiendas sabiendo lo que ha hecho. Es la primera vez que hablo de esto con alguien que no sea de mi entorno más cercano.

Una carta a Google

«Mi padre quería ayudar a Rafi porque se daba cuenta de que se había comprometido en algo que le venía grande», apostilla López-Roberts, que consideraba a Escobedo como un hermano mayor. « No sabemos si él llegó a matarlos o no. Lo que sí está claro es que ni fue solo, ni se demostró que fuera él», recalca. Sobre el tormento que ha sufrido su familia desde 1980, la escritora asegura que, si continúa siendo noticia, es porque el crimen está sin resolver. «Mi padre era una bellísima persona, inteligente, divertido, culto... Mis hijos meten su apellido en internet y todo lo que sale es del caso Urquijo. Es horrible. Quiero escribir a Google para que borren su nombre, aunque ya sé la respuesta».

—¿Qué pensaba su padre sobre la huida de Anastasio en 1987?

—Que hizo bien al irse a un país donde no había tratado de extradición (ríe). Mi padre no pensó que fuera un agravio para él. Decía que si sus circunstancias hubieran sido otras, a lo mejor también se habría fugado. Cuando se conoció la condena, yo estaba en el periódico y fui a casa de mi tía. Le dijimos que se fuera, que saliera de aquí, que ya estaba condenado y no queríamos que viviera la miseria de vida que le esperaba en Carabanchel. Él habría tenido la misma facilidad que Javier para irse, tenía amigos en todas partes. Pero dijo que no podía abandonar a su familia, que sus hijos le necesitábamos. Después llamó a la policía y se entregó.

—¿Por qué no se investigó más sobre lo ocurrido la noche del crimen?

—A nadie le interesó profundizar. Rafi ya había dado su confesión y sobre ella pivotó la estrategia del juicio. La confesión tampoco se consiguió de una forma muy ortodoxa. El padre estaba al lado, le hicieron hacer flexiones desnudo... La coacción debió ser brutal y Rafa emocionalmente no debía ser una persona fuerte. Era un hombre sensible, ni frío ni calculador.

—Cuando Rafi entró en prisión, ¿mantuvo contacto con su padre?

—Rafa escribía a mis padres cada cierto tiempo, porque él tenía muy poco acceso a lo que pasaba fuera. La relación no se rompió nunca porque había mucho amor y lealtad. Hay periodistas que han dicho que él sí mató a los marqueses. Otros que no, que Rafa al final no se pudo desdecir de muchas cosas y finalmente debió asumir ser el personaje de este vodevil.

—Sin embargo, Anastasio le llevó a Somosaguas aquella noche...

—Con alguien habría quedado. Si tu vas a un sitio es muy extraño que te quedes solo haciendo esa barbaridad. O alguien te espera o quieres que alguien te acompañe.

—Siempre se ha dicho que el móvil del asesinato fue económico...

—El banco Urquijo estaba a punto de fusionarse con el Hispano Americano y el marqués no quería ceder ante esa operación, que luego fue inmediata porque sus hijos la autorizaron. Evidentemente hay un tema de dinero detrás del que no se hablará nunca. Queda para los anales de la historia. ¿Quién va hablar de si necesitaban dinero? ¿De si esa herencia que iban a recibir Juan y Miriam iba a ser para el Opus Dei? Les tenían con un grifo muy cerrado a la hora de sus gastos. Si esos señores murieron por un asunto económico solo lo puede decir la Justicia. Cuanto más leo «Las malas compañías», el libro que escribió mi padre con Jimmy Jiménez Arnau -y que fue retirado por una querella de Juan y Miriam-, más cuenta me doy de que 35 años después seguimos con las mismas incógnitas sobre la mesa.

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