Cameron y su mujer de vacaciones en Córcega
Cameron y su mujer de vacaciones en Córcega - ABC

Las lujosas vacaciones de los Cameron en la isla de Córcega

La prensa británica especula con que se habrían gastado más de 17.000 euros semanales en una exclusiva villa

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Durante sus seis años al frente del Gobierno británico, David Cameron se sacudió con sagacidad de los reproches de niño pijo que había estudiado en Eton y Oxford presentándose como un moderno padre de familia que al llegar agosto se embarcaba en un vuelo low cost rumbo a Lanzarote, Ibiza o Granada, como hacen miles de británicos de a pie cada verano. Fue fotografiado en múltiples ocasiones tomando café o una caña sobre un mantel de cuadros, en diversos chiringuitos de playa de nuestra geografía. Completaba sus vacaciones con una modesta semana en Cornualles (al suroeste de Inglaterra) surcando las olas. Allí le cazaron los paparazzi en 2013, mientras intentaba cambiarse de bañador bajo una toalla de Micky Mouse.

Exento ya de sus responsabilidades como premier, comienza a aflorar el verdadero Cameron. Ése que perteneció al elitista y clasista Bullingdon Club de la Universidad de Oxford y que se vio en serios apuros cuando el siempre inquisistivo periosdista Jeremy Paxman le preguntó durante una entrevista si sabia cuántos bancos de alimentos había en Reino Unido. Cameron, de 49 años, el exprimer ministro británico más joven desde 1895, no pierde el tiempo. Tan sólo unas semanas después de abandonar el 10 de Downing Street, disfruta junto a su familia de unas exóticas vacaciones en Córcega, por las que ha desembolsado una fortuna, según la prensa inglesa. El expremier, su mujer Samantha y sus tres hijos, Nancy, Arthur y Florence se alojan en una lujosa villa de la isla, cerca de Porto Vecchio, equipada con cuatro dormitorios, piscina particular, playa semiprivada y una vivienda adosada para el servicio. Según el «Daily Mail» el alquiler de este tipo de inmuebles alcanza las unas 11.000 libras (13.000 euros) a la semana. Una suma importante a la que además hay que añadir los gastos de desplazarse con cuatro guardaespaldas. El diario asegura que en total habrían desembolsado 15.000 libras (17.600 euros) por su apacible estadía bañadas en las aguas turquesas del Mediterráneo.

La prensa británica no sólo se ha hecho eco de su lujosa mansión de vacaciones sino también del original, a la par que hortera, bañador elegido por Cameron. El político ha sido fotografiado con unos boxer estampados con una imagen de 1969 en la que aparecen varios huéspedes descansando junto a la piscina en el Hotel du Cap Eden-Roc, en Antibes, Francia. El bañador, comprado en una tienda exclusiva en Notting Hill, Orlebar Brown, no es precisamente barato. Cuesta cerca de 270 euros.

En baja forma

David Cameron durante sus lujosas vacaciones
David Cameron durante sus lujosas vacaciones - ABC

Tras el batacazo del Brexit y aliviado de preocupaciones, Cameron parece haberse relajado demasiado durante sus primeras semanas como exprimer ministro y tomado alguna pinta de más. «Flabby» (fofo) es el término que repiten una y otra vez los mordaces tabloides ingleses para referirse a la descuidada figura del premier, al que también la faltan unas cuantas jornadas de sol para combatir su palidez. Ella en cambio, a sus 45 años, y tras cuatro embarazos (los Cameron perdieron a su hijo mayor Ivan en 2009) luce figura escultural con un biquini color vino de la firma parisina Huit.

A pesar de que los Cameron viven sus vacaciones más lujosas y caras de los últimos años hay ciertos hábitos adquiridos durante sus años en el cargo que son difíciles de abandonar. Los Cameron aterrizaron en el aeropuerto de Figari, a 25 kilómetros al noroeste de Bonifacio y 20 de Porto Vecchio, en un vuelo low cost de EasyJet. La ruta que los separaba de su villa a las afueras de la ciudad de Porto Vecchio la hicieron en coche.

Probablemente, Cameron no tenga ninguna prisa en hacer las maletas y regresar a Londres después del revuelo formado a raíz de la publicación de la «lista de lo enchufados», los 48 candidatos a los que el expremier propone darles una tradicional distinción decorosa con connotaciones imperiales.

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