Andrew Bush y su expareja, Mayka Kakucova
Andrew Bush y su expareja, Mayka Kakucova - ABC

El juicio que sienta a la modelo en el banquillo y que seduce a Inglaterra

La muerte a tiros del rico joyero Andrew Bush se juzga en Málaga con su expareja como acusada

MÁLAGA Actualizado: Guardar
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Mayka Kukucova pidió ausentarse de la sala. Su estómago no era capaz de soportarlo. Frente a ella pasaban las imágenes de la noche que cambió su vida. Instantáneas llenas de sangre e impregnadas de la frialdad de una sala de autopsias. Atrás quedaron esas sesiones publicitarias como modelo de biquinis que la llevaban a paradisíacas playas. Ahora eran otros los fotógrafos que quieren inmortalizarla. Sentada en el banquillo de los acusados, esta joven eslovaca de 26 años, se enfrentaba ayer a la segunda jornada del juicio por asesinato que arrancó el lunes contra ella en la Audiencia Provincial de Málaga. Un caso que ha concitado el interés de los medios británicos por su trasfondo y personajes: un millonario próximo a la cincuentena, Andrew Bush, que deja a su pareja, Kukucova, por otra belleza procedente de los países del Este y 20 años de edad, María Korotaeva.

Fue a principios de abril de 2014 cuando los reporteros de los tabloides británicos se frotaban las manos al conocerse las interioridades de esta compleja historia que estalló con la muerte violenta de Bush. Su cuerpo sin vida, con tres disparos, dos en la cabeza, fue encontrado en la casa que el rico joyero alquilaba en el municipio malagueño de Estepona y adonde se había desplazado con Korotaeva para celebrar sus primeros cinco meses de relación.

A partir de aquí, las versiones sobre lo que ocurrió en el inmueble, ubicado en la calle Júpiter, son contradictorias.

La Fiscalía, que pide 20 años y diez meses de cárcel para la modelo, que fue detenida en su país natal tras huir de España, concluye que actuó de forma «sorpresiva y repentina con el ánimo de acabar con la vida» de quien había sido su pareja durante 18 meses. Un crimen cuyo móvil era «pasional» y cuyo trasfondo era la incapacidad de la acusada de superar la ruptura de una relación que le proporcionaba un lujoso estilo de vida, según el fiscal.

En legítima defensa

La acusada, durante su intervención en la primera jornada del juicio, que arrancó el lunes, reconoció que apretó el gatillo, aunque afirmó que fue en defensa propia después de haber sido agredida por su expareja, circunstancia por la que su abogada exige su libre absolución por las eximentes de legítima defensa y miedo insuperable.

«No quería hacerle daño», afirmó la joven, que con un pañuelo estuvo secándose las lágrimas que derramó durante buena parte de su intervención.

Kukucova aseguró que tenía miedo de Andrew Bush, pero que fue a la casa porque tenía que recoger unas pertenencias. Al encontrarse, contó, se produjo una fuerte pelea, durante la que el fallecido supuestamente empuñó el arma y dijo que «me iba a matar y a mi familia». Al intentar quitársela, se disparó, afirmó, para agregar que durante la discusión, su expareja le pegó.

Los forenses que ayer testificaron ante el tribunal desmontaron esta versión: «No hay heridas ni de defensa ni de ataque», afirmaron los peritos, que sostienen que el rastro de sangre dejado por Bush revela que intentó huir.

Las declaraciones de este triángulo amoroso se completaron con la comparecencia de Korotaeva. La última pareja de Bush, testigo indirecta de su muerte al encontrarse fuera de la casa, afirmó que oyó «ruidos raros», pero no pensó que fuesen disparos.

El juicio prosigue y habrá que esperar al veredicto del jurado.

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