Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler a su llegada al teatro
Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler a su llegada al teatro - EFE

Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa acuden al teatro a ver el musical Franciscus

Él no suelta la mano de la socialite, a la que para algunos es novia y para otros mujer del escritor

BUENOS AIRES Actualizado: Guardar
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Broadway está en Buenos Aires y si no está, el teatro que lleva su nombre se le parece mucho. En él, en la avenida Corrientes, se celebró el jueves una nueva función de «Franciscus, una razón para vivir». La obra está considerada –con justicia- el gran musical de las tablas argentinas del momento. Esa noche, en simultáneo, se alzó el telón de otro espectáculo sin libreto, el de los fotógrafos en busca de autor, Mario Vargas Llosa y de actriz (de su propia vida), Isabel Preysler.

La prensa argentina –y la importada- se han convertido en la sombra alargada de la pareja que ha resuelto, con su visita al país, las portadas de las revistas del corazón y la sección de cultura (y de política) de los periódicos.

Deslumbrados por los flashes, prácticamente a tientas y a ciegas, Preysler y Vargas Llosa (o viceversa) se abrieron paso entre el enjambre de periodistas que aguarda en el hall del teatro. Con paciencia, lograron subir las escaleras y, en el primer descansillo, se tomaron un respiro. El tiempo suficiente para mirar desde otra altura las cámaras, sonreír y quedar –al menos por un ratito- en paz con la prensa.

Por fin solos pero rodeados de un patio de butacas y palcos completos, «Isabel y Mario», como les identifican en las cadenas de televisión y emisoras de radio, asistieron a las dos horas continuas de Franciscus. La anfitriona que les acompañó fue la actriz Norma Aleandro, directora artística de la obra que dirige el genial Flavio Mendoza inspirado en la idea y el guión de Alejandro G. Roemmers, amigo de Mario Vargas Llosa.

Franciscus cuenta dos historias que se desarrollan con una diferencia de ocho siglos, la de Francisco de Asis y la que interpreta otra mujer con talento, Leticia Bredice, una madre moderna, economista siglo XXI o «superada» que recupera la fe en un contexto de vida y muerte de su hijo, gracias a un libro sobre la vida del santo.

Musical entre el cine y el teatro, montaje con tecnología abrumadora, contorsionismo dramático... Cualquier de las alternativas posibles que tengan que ver con el mundo de la imaginación artística estaban presentes. El «show» era para los cinco sentidos, también para los de un Vargas Llosa que con Isabel Preysler, aunque no lo dijeron, vivieron algo parecido a… una experiencia religiosa.

Encantados con la obra

«Impresionante», dijo el autor de «Cinco esquinas» al terminar la función. «Me ha gustado mucho», confirmó su novia para unos, pareja según otros y mujer a la que no suelta la mano –en sentido real y figurado- para todos.

Medio centenar de actores en escena, batallas de guerreros en caballos de hierro colgantes del techo, campanas gigantes, pájaros a vuelo raso sobre las cabezas del público o botafumeiros descomunales, surcaban el escenario sin que el público supiera cómo y cuándo se producía el milagro. Todo un espectáculo, con ellos, Mario Vargas Llosa e Isabele Presysler, también de protagonistas, aunque fueran, sólo en la penumbra, espectadores de esa historia.

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